«Para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada». (Edmund Burke)
Hace un par de años, luego de un traspié en su vida personal, encontró en la fabricación de alfajores artesanales en su ciudad natal de Trinidad un camino para superar la adversidad y sacar adelante a su familia. Julia Olarte potenció su emprendimiento en las redes sociales, y su constancia en el esfuerzo, junto a la calidad de sus alfajores y el sello personal que le imprimió, le fueron abriendo un espacio, que fue creciendo mes a mes.
Hace algo más de un mes llevó su producto al Campeonato Mundial de Alfajores, desarrollado en Buenos Aires, y allí recibió una mención especial en el rubro Pymes. Su éxito fue ampliamente festejado en las redes, y su popularidad se vio impulsada por ese logro.
Esta semana, durante la Exposición Rural del Prado , se instaló en el stand de Uruguay Natural, y en un par de días logró vender la totalidad de los alfajores que había preparado para el evento. En una de las recorridas por el lugar, el Presidente Luis Lacalle Pou se detuvo frente a su stand, compró algunos alfajores, y aceptó posar para una fotografía junto a Julia Olarte, quien luego la «colgó» en su cuenta de Twitter, que tiene más de 8.700 seguidores, y se ha constituido en su principal canal de venta.
A los pocos minutos, junto a los mensajes de sus seguidores que compartían su satisfacción, comenzaron a aparecer insultos y agravios de otros internautas, que se mofaban tanto de Julia como del Presidente de la República, en una cantidad y contundencia que llevaron a Julia a tomar la decisión de abandonar esa red social.
Casi de inmediato, miles de internautas, unidos bajo el hashtag #TodosSomosCuatroDeJulia (el nombre de su usuario en Twitter, que es también el de su marca de alfajores), lograron transformarlo en la tendencia del día, que marca el tema más popular o recurrente de la jornada en el medio local.
Hasta aquí un resumen de los hechos, y de los antecedentes que ayudan a entenderlo. Al mismo tiempo, esta breve síntesis es también una «fotografía» del impacto de las redes sociales en la vida actual. Por un lado, lo positivo de haber servido como trampolín para un emprendimiento exitoso, sin otro respaldo que el del público que ha conocido al producto y a su fabricante a través de Twitter, como ella misma lo reconoció.
La otra cara de esta moneda resulta más difícil de entender, y aún de explicar. ¿Qué moviliza a cientos de personas a manifestar simultánemante su ofensivo rechazo a una persona, por el solo hecho de haber publicado una fotografía junto al Presidente de la República? ¿Cuáles son los oscuros sentimientos que impulsan a esos individuos a ese compartamiento agresivo y agraviante contra quien nada ha hecho para perjudicarlos o molestarlos?
En el terreno de las conjeturas, caben seguramente varias respuestas a estas preguntas, y cada lector tendrá la suya. Pero cabe también otra pregunta: ¿qué es lo que conduce a la parálisis a quienes habitualmente hacen del ataque a una mujer, por el solo hecho de ser mujer, el motivo central de su militancia en la sociedad y en las redes sociales? Tal parece que el mecanismo que lleva a expresar la solidaridad a las mujeres agraviadas o menoscabadas, es muy selectivo. Si fabrica alfajores, es mujer, tiene su planta en una ciudad del interior, y publica una foto con el Presidente de la República, entonces no hay lugar para la «sororidad», ni para la «empatía».
Las redes pueden ser la cloaca de una sociedad en descomposición, o una tribuna abierta a todos, para construir desde la tolerancia y el respeto una sociedad más amable y tolerante, conviviendo en armonía con quienes tienen opiniones diferentes. La elección está en cada uno de nosotros.
Razonando con Edmund Burke, la victoria de los malos sólo se puede constuir sobre la base del silencio y la parálisis de los buenos.
Hoy todos somos Cuatro de Julia.