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Contraviento

Cuatro elecciones consecutivas para aprender que la división causa derrotas

17 noviembre, 2022

En política, como en la vida, se aprende básicamente de los propios errores, y el camino al triunfo siempre es precedido por alguna derrota, que es portadora del secreto para llegar a la victoria.

Las elecciones del año 1989 marcaron el fin de una etapa, y el comienzo de otra, en la vida política del Uruguay. Aquel año, el Frente Amplio, creado en 1971 como coalición de partidos menores de izquierda y grupos escindidos de los partidos tradicionales, alcanzó la victoria en Montevideo, primer paso para ganar, de la mano del electo Intendente Tabaré Vázquez, la Presidencia de la República en el año 2004.

Debieron pasar cuatro elecciones consecutivas para que la oposición entendiera que en Montevideo no era posible derrotar al Frente Amplio compareciendo dividida a las urnas. A regañadientes, y al impulso de un movimiento ciudadano que impulsaba la creación de una «Concertación Democrática», los dirigentes de los partidos fundacionales dieron el paso necesario para comparecer bajo un mismo lema a la elección departamental del año 2014, que ya estaba separada de las nacionales en virtud de la reforma constitucional del año 1996.

La experiencia dejó un sabor amargo por la frustración generada, ya que aquella comparecencia unitaria en la elección no fue continuada por una acción política coordinada y coherente. A la elección siguiente, al impulso de la victoria de Lacalle Pou en el balotaje del año 2019, se intentó reeditar, bajo otro formato, la experiencia anterior, pero otra vez sin la convicción necesaria, luego de debates internos estériles e inconducentes sobre el lema bajo el cual participar, y la cantidad de candidatos a presentar.

Otro fracaso, pero esta vez más grave que el anterior, porque dejó al desnudo la completa falta de visión estratégica de los principales líderes políticos, comprometiendo la continuidad del propio gobierno nacional, sin haber hecho siquiera una autocrítica sobre los gruesos errores cometidos tanto a nivel partidario como a nivel de la Coalición.

En el umbral de la próxima campaña electoral del año 2024, no será menor el impacto que tendrá esta suma de errores en la suerte que tendrá en las urnas la «Coalición Multicolor».

Desde CONTRAVIENTO, y mucho antes desde las redes sociales, este columnista ha sido insistente en señalar que la reforma electoral del año 1996, al exigir la mitad más uno de los votos válidos para acceder a la Presidencia de la República,  trajo consigo inevitablemente la formación de dos bloques electorales. Votada por una mayoría estrecha de ciudadanos, la reforma persiguió el claro objetivo de impedir la victoria del Frente Amplio en las elecciones del año 1999, pero creó las condiciones para que esa caolición llegara al poder con la mayoría absoluta de votos ya en primera vuelta, lo que aparejó 15 años consecutivos con mayoría parlamentaria del partido ganador, algo que no ocurría en Uruguay desde mediados del siglo XX.

La dirigencia política demoró 20 años en entender que la única posibilidad de lograr una alternancia en Montevideo era mediante la comparecencia bajo un lema único de las fuerzas opositoras.

La pregunta que se impone es: ¿cuánto demorarán en entender que para retener el gobierno nacional los partidos republicanos, moderados  y reformistas deberán seguir el mismo camino de la alianza electoral?