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Contraviento

El Rector Arim elude la cuestión central del «Caso Olesker»

23 febrero, 2023

Escribe Graziano Pascale

Entrevistado por el periodista Miguel Nogueira en el noticiero del canal VTV, el Rector de la Universidad, Economista Rodrigo Arim, eludió el punto central del «caso Olesker», y trató de cerrar el asunto afirmando que «en la comunidad de economistas» el caso no ha generado duda alguna.

Arim se equivocó dos veces. Su argumento central fue la ideoneidad de Olesker para ejercer su tarea docente en la Facultad de Ciencias Económicas, cuando desde hace más de un mes el propio Olesker centró la cuestión en su «título superior» como «Magister», para afirmar su condición de «economista». Es decir que hoy el punto es la supuesta Maestría de la Universidad de Lovaina, que hasta ahora nadie demostró: ni Lovaina, ni la Udelar ni el propio Olesker. Esa es la piedra angular de su carrera de 36 años como profesor interino, ingresado por designación directa, sin tener título de grado, hasta llegar al nivel  más alto de la carrera docente. Y, por tanto, merece ser clarificado.

El segundo error de Arim, quizás más grave aún que el anterior, es reconocer en el espinoso asunto sólo la palabra de la «comunidad de economistas», cuerpo colectivo abstracto, que aparentemente no tendría objeción alguna al hecho de que Olesker ejerció su profesión de «economista», firmó documentos oficiales como tal, sin ser egresado de la Udelar, ni mucho menos haber revalidado o siquiera exhibido el «título superior» que habría recibido en Lovaina.

Este error es extremadamente grave, porque muestra un sesgo corporativo respecto de una institución de la República, financiado por todos los ciudadanos – que en su gran mayoría no han pisado jamás un aula universitaria-, y que por tanto está obligada a rendir cuentas al país de lo que sucede puertas adentro.

Arim y el resto de los colegas que públicamente han salido a refrendar las explicaciones de Olesker en su hilo en Twitter del 12 de enero, centran su argumentación en que «Olesker es economista» porque es poseedor de los conocimientos y experiencias que lo acreditan como tal. Hasta ahí nada diferente a un relojero, un electricista, un peluquero, un mecánico o un periodista. Salvo un detalle: ninguno de estos poseedores de conocimientos en su especialidad suele firmar documentos (privados u oficiales, tanto da) invocando esa condición. Cuando alguien al pie de su nombre estampa el título de su profesión, como Abogado, Escribano, Arquitecto, Médico, Economista, etc. lo hace en el entendido de que una institución de educación superior avala esa condición y esos conocimientos.

Esta ha sido la regla en el país hasta Olesker. A partir de él, sin poseer título de grado de la Udelar, ni tener título revalidado obtenido en el exterior, cualquiera estaría habilitado a invocar esa condición, sin necesidad de demostrarlo. Bastaría que la «comunidad» de sus colegas no lo objetara, para así proceder. Suena ridículo, pero esa es la conclusión que uno debe extraer de este sainete sin pies ni cabeza.

Todo este misterio se resolvería si la Udelar exhibiera el legajo de Olesker, donde sin duda debe figurar, debidamente autenticado y legalizado, el título de Lovaina. ¿Por qué aún no se ha hecho? Misterio.

Capítulo aparte merece el argumento de que Olesker no pudo terminar sus estudios en Uruguay. Eso también es discutible. Pero además no ha sido probado en forma fehaciente. Y si se intentara hacerlo, habría que explicar por cuál razón sólo Olesker fue impedido de seguir estudiando, cuando otros compañeros de su generación, presos junto con él y liberados junto con él, pudieron terminar sus estudios de grado sin ningún inconveniente.

En resumen: la Universidad no pertenece a la «comunidad» de sus egresados. Y si bien es autónoma, no puede transformarse eternamente en una fortaleza cuyos archivos resultan inaccesibles para el resto de los uruguayos, que con sus impuestos la mantienen en pie, y le han permitido a un profesor interino que hasta ahora no ha demostrado tener un «título superior» al título de grado que no tiene – aunque durante años aseguró que lo tenía- llegar al grado máximo de la carrera docente sin acreditar los méritos académicos para ello.