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Contraviento

El «Abrazo del Monzón», del 29 de abril de 1825

3 mayo, 2023

Por Alain Mizrahi 

Pocos hechos de la Historia Nacional han sido tan injustamente menospreciados y hasta totalmente olvidados como el Abrazo del Monzón, del que se cumplieron 198 años el pasado 29 de abril.

Probablemente se evite hablar de él porque sus dos protagonistas fueron pocos años más tarde fundadores de las divisas blanca y colorada que con el tiempo se transformaron en los partidos polÍticos fundacionales del Uruguay. O quizás porque la figura de Fructuoso Rivera es de las más controvertidas de la Historia Nacional, odiada por unos y endiosada por otros; o quizás simplemente porque pocos han entendido hasta qué punto ese 29 de abril de 1825 fue clave en la independencia del Uruguay.

Juan Antonio Lavalleja y su Cruzada Libertadora habÍan desembarcado diez días antes en la playa de la Agraciada (hoy entre Nueva Palmira y Carmelo), y luego de tomar Dolores y Santo Domingo de Soriano marchaban sobre Montevideo

Fructuoso Rivera, luego de haber sido uno de los caudillos que secundaron a Artigas en su lucha por la independencia, se había pasado al bando portugués en 1820 y, luego de la independencia de Brasil en 1822, se encontraba al servicio del nuevo imperio.

Las razones para la deserción de Rivera han sido muy debatidas y politizadas y no vienen al caso. Pero el hombre tenía un gran prestigio en toda la campaña, por lo que siempre fue una pieza clave para lograr el apoyo de gran parte de la población que lo seguía adonde fuera.

Consciente de la importancia de contar con el apoyo de Rivera, Lavalleja le informó desde Buenos Aires la intención de los Caballeros Orientales de preparar un desembarco. Pero Rivera, en otro hecho controvertido, entregó las cartas de Lavalleja al Gral. Lecor que gobernaba la Provincia Cisplatina.

Es probable que el propio Juan Manuel de Rosas, por las mismas razones por las que financió la Cruzada Libertadora, se haya entrevistado secretamente con Bernardina Fragoso, esposa de Rivera, en Durazno, procurando acercar a los dos caudillos antes del desembarco de los 33.

Lecor manda a Rivera con escasos 70 hombres a enfrentar a Lavalleja, y ambos bandos se encuentran a orillas del arroyo Monzón, a unos 15 km de Cardona. A partir de aquí, lo único absolutamente cierto es que ambos caudillos acuerdan seguir juntos la lucha por la independencia del imperio del Brasil.

Versiones hay muchas, y todas bien documentadas, sobre lo que sucedió entre el encuentro de ambos y la decisión de seguir juntos la lucha. Unos afirman que Rivera fue hecho prisionero por Lavalleja y este le dio a elegir entre ser fusilado y unirse a él; otros que Rivera ya había decidido desde tiempo antes que se uniría a la Cruzada Libertadora y ya estaba todo arreglado. Lo cierto es que ambos se encerraron a solas durante dos horas y nadie sabe exactamente lo que se dijeron.

José Brito del Pino, en su «Diario de la Guerra del Brasil» escribió que Rivera le habría dicho finalmente a Lavalleja: «Compadre estoy decidido: vamos a salvar la patria, y cuente usted para todo y en todo conmigo.» Lavalleja lo abrazó entonces. Me gusta imaginar que se tomaron un litro de caña y arreglaron el mundo como corresponde en toda charla de borrachos que se precie de tal.

Podrá discutirse ad infinitum si Lavalleja hubiera podido combatir contra Brasil sin el apoyo de Rivera hasta que Rivadavia y la opinión pública de Buenos Aires se entusiasmaran con intervenir para reincorporar a la Provincia Oriental y declararan la guerra a Brasil a fines de 1825.

Esa polémica hoy no importa mucho. Gracias a ese abrazo en la estancia de don Cayetano Olivera, toda la Banda Oriental se levantó en armas y cuatro meses más tarde se declararó la independencia en la Piedra Alta, en Florida.

Para quienes quieran conocer el lugar donde sucedió el Abrazo del Monzón, el acceso no es sencillo y me costó encontrarlo. Hay que salir de Cardona por la ruta 57 hacia Trinidad. En el km 11,5 hay un cartel que dice simplemente «lugar histórico» y un camino de tierra que sale a la izquierda. A 4 km el camino termina sobre otro camino en ángulo recto. Hay que doblar a la izquierda 200 metros y volver a doblar a la derecha. A 2,5 km, luego de cruzar un arroyo, hay un pequeño cartel a la izquierda que dice Abrazo del Monzon.

En 1975, en ocasión de los 150 años de los hechos históricos de 1825, se inauguró allí un «parque nacional», lamentablemente sin infraestructura alguna. Solo hay una estela recordatoria, un brocal de aljibe, piedras y muchos áboles nativos. Vale la pena visitarlo y divulgar su existencia. Quién sabe, quizás en un futuro no muy lejano se le vuelva a dar al Abrazo del Monzón la relevancia que siempre debió tener. Las fotos son mías, tomadas hace ya unos 12 años. Si alguien tiene más recientes, gracias por compartirlas.

Sé que existe un pequeño museo alusivo a este hecho histórico en la Escuela Nº 85, muy cerca de allí, llamado Museo Escolar Rural de Altos del Perdido. Aun me debo una visita, me parece fantástico que exista y nada menos que en una escuela.

Agradezco no polemizar aquí sobre los dos personajes de este episodio, que tuvieron -ambos- sus luces y sus sombras, como todo protagonista de la Historia. Tamerlán fue una bestia sanguinaria según los europeos, pero es el héroe nacional en Uzbekistan.

Y para finalizar, siempre aclaro que no soy un historiador sino un simple aficionado al que le gustan la Historia y las historias de la Historia, y sobre todo contarlas.

Bonus track: cuando escribí este hilo en Twitter, varios lectores hicieron aportes interesantes. Transcribo dos de ellos:

  1. Conozco el lugar, todos los años hay desfile de caballeria gaucha y otras actividades relacionadas con el abrazo del Monzon.
  2. Hace muchas décadas, Telmo Manacorda escribió un panegírico sobre Rivera y escribió que Lavalleja dijo, Ud. es mi prisionero, y Rivera contestó, si, pero no su enemigo.