Por Graziano Pascale
Las redes sociales, especialmente luego de la pandemia, han modificado a tal punto la vida personal, social y política, que por estar inmersos aún en medio de la vorágine del cambio no somos capaces de apreciar en toda su dimensión.
En el campo de la política, y aún en el de la comunicación y el periodismo, las redes han acortado la distancia entre dirigentes y dirigidos, entre emisor y receptor, al punto de esfumar casi por completo las fronteras, y tornar obsoletos los paradigmas de un pasado aún fresco en la memoria y los hábitos de los contemporáneos.
Estas reflexiones vienen a cuento a raíz del inesperado impacto que ha tenido en las redes el movimiento ciudadano de «autoconvocados», en favor de un lema único para la Coalición Republicana en las próximas elecciones.
Sin liderazgos visibles, ni organizaciones o partidos que sirvan como respaldo, y en apenas una semana, la cuenta de Twitter que sirve como tribuna – @coalicionrep – de este movimiento ha llegado a 1.000 seguidores, un crecimiento que puede considerarse explosivo en función de las consideraciones señaladas previamente.
Aunque los medios no se han hecho eco aún, salvo Montevideo Portal y el sitio de M24, lo cierto es que estamos en presencia del inicio de un movimiento ciudadano, por fuera de los liderazgos partidarios habituales, que busca transformar en realidad un sentimiento muy extendido entre los votantes de la Coalición que ganó las últimas elecciones.
En efecto, la adhesión a las divisas tradicionales ha quedado un paso atrás de la adhesión al propio gobierno, más allá de la absurda campaña opositora que se empeña en motejar de «herrerista» a la Administración de Lacalle Pou, como si esa mentira fuera verdad, y sirviera como «cordón sanitario» para romper la adhesión al gobierno de quienes no se identifican con esa fracción del Partido Nacional.
Al final del camino, toda elección termina siendo a favor o en contra del gobierno en funciones. Así fue siempre, y así será esta vez también, sin que haya posibilidad de que esta regla tenga su excepción en el 2024.
Ahora bien. La particularidad que tiene la elección del próximo año es que el gobierno no es de un solo partido, pero las reglas electorales le dan clara ventaja a uno de los partidos de la Coalición sobre el resto. Y ese es el talón de Aquiles que tiene la Coalición, en la medida en que muchos de los votantes no se sienten identificados con el Partido Nacional, y en la segunda vuelta pueden optar por el candidato del Frente Amplio, como ya ocurre con decenas de miles de votantes en noviembre del año 2019.
Las ventajas del lema único
El lema único es el que permite que la fórmula presidencial de la Coalición represente y refleje la diversidad de partidos que la integran. Eso ocurriría porque el candidato surgiría de una elección interna en pie de igualdad entre todos los candidatos, y la fórmula se podría completar con una candidatura a la Vicepresidencia de alguien de un partido distinto al que pertenece el candidato presidencial.
Por otra parte, ese lema común también podría cobijar a la Coalición Republicana en las elecciones departamentales, especialmente en las de Montevideo y Canelones, en las que una oposición fraccionada en varios partidos carece de toda posibilidad de generar una alternancia al frente de la Intendencia.
Sobre este punto concreto hablaron en las últimas semanas, en reuniones que se hicieron públicas, dirigentes colorados, blancos y del Partido Independiente, sin que trascendieran los detalles concretos. Pero difícilmente pueda prosperar una iniciativa en tal sentido limitada exclusivamente a las elecciones departamentales, en las que la «necesidad» de un lema común no se refleja con la misma intensidad en todo el interior.
Pero, aún así, sería necesario un lema común para poder cobijar a todos los partidos en los departamentos en los que se acuerde una alianza electoral en ese sentido.
Un lema común sólo para las elecciones departamentales trae aparejado otro problema, derivado de la prohibición de participar por partidos diferentes en el mismo ciclo electoral que se inicia con las internas y termina en las departamentales. Así, los partidos deberían «reservar» nombres para las departamentales, lo cual impediría a dirigentes del interior ser candidatos en las internas y en las nacionales por su partido «de origen», y en las departamentales por el «lema común».
El tesón y la perseverancia de los partidarios del lema común puede abrir, entonces, una posibilidad en el escenario político, que podría ser la gran novedad del próximo ciclo electoral.