Por Jorge Martínez Jorge
República mortal (Cómo cayó Roma en la tiranía)
Edward J. Watts
Ensayo Histórico – Galaxia Gutenberg – 320 páginas
En “República mortal” el autor traza una nueva historia de la caída de la República romana, tratando de explicar por qué los ciudadanos de Roma llegaron a cambiar la libertad por la dictadura.
Nos recuerda que, durante siglos, en la medida que Roma se convertía en la principal potencia militar, política y económica de buena parte del mundo conocido con centro en el Mediterráneo, sus instituciones de gobierno, las reglas parlamentarias y tradiciones políticas fomentaron y consiguieron consolidar a la negociación y el compromiso como valores básicos de convivencia.
Lo que hoy llamaríamos valores republicanos y que tantos siglos después constituirían la columna vertebral del Occidente democrático.
Sin embargo, a partir del año 130 a.C., dirigentes romanos como Tiberio Graco (quien ostentaría el dudoso mérito de ser el primer populista de la historia), seguido de Sila, Pompeyo, Marco Antonio y Julio César, empezaron a usar cada vez más las instituciones en beneficio personal y herramienta de obstrucción de sus rivales políticos, lo que con los años derivó en la violencia política.
Ese proceso fue el que derivó en interminables y fratricidas guerras civiles que abonaron el camino que condujo al reinado imperial de Augusto.
Veintiún siglos después, vuelve a ser importante visitar ese proceso de destrucción del concepto mismo de República.
Este es un trabajo idóneo para ese propósito, muy oportuno además cuando están en cuestión -en ese Occidente nacido en Roma- las repúblicas, sus valores y la democracia que les dio sustento.
También es un desafío para reflexionar sobre lo que parece, a la luz de la experiencia romana, una inestabilidad propia de una república democrática, cuya legitimidad se basa en el voto y en el respeto de normas comunes. A tales efectos, no conviene soslayar que el exitoso experimento romano, que se prolongó casi cuatro siglos, tuvo como base la constante expansión territorial -lo que hoy llamaríamos imperialismo sin dudar- con el sometimiento y exacción de los pueblos conquistados. Igualmente, hay que tener en cuenta que los poderes políticos, se construyeron casi sin excepción de la mano de las conquistas militares.
Tampoco se puede soslayar que la aparición del fenómeno de la demagogia y el populismo se producen desde la introducción del voto secreto como sistema de elección. La tentación populista y tras ella la totalitaria, al decir de J.F. Revel.
En momentos en que brotan como hongos venenosos tras la lluvia, es que los populismos y la demagogia se instalan -con el autoritarismo de su mano- en la Plaza Pública a ofrecer pan (o insectos) y seguridad (controlada) a cambio de libertad.
Como dice el autor, la caída de Roma nos enseña que, cuando los ciudadanos miran hacia otro lado para no ver los comportamientos corruptos de sus dirigentes, su República está en riesgo de muerte.
Si es que no ha muerto ya, agrego yo.