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Contraviento

Una semana oscura para el periodismo profesional

11 marzo, 2024

Por Graziano Pascale

Las redes sociales han cambiado de un modo dramático, y en poco tiempo, la comunicación social, lo que impacta en dos actividades en las que la comunicación es el eje y su medio natural: el periodismo y la política.

Así como la radio ganó la carrera de la inmediatez en la noticia frente a los diarios, y luego la televisión combinó en un solo medio las prestaciones de los anteriores, hoy las redes sociales suponen un nuevo cambio, que obliga a los medios tradicionales a ajustarse a las demandas del público.

Este es un debate que se da en todo el mundo, y que impacta en la financiación de los medios, y por tanto en las fuentes laborales que generan los mismos. La preferencia creciente del público por las redes sociales ha ido volcando cada vez mayores recursos publicitarios a las redes y a los medios que las utilizan, porque lo que le importa al anunciante es que su mensaje llegue al mayor número de personas, o al nicho de sus clientes específicos.

Pero las redes han permitido, además, la aparición de nuevos actores en el mundo de la comunicación, que por la cantidad de seguidores o por el interés que despiertan los temas que aborda se convierten en nuevos «medios de comunicación».

La simultaneidad de estos fenómenos ha determinado una pérdida de influencia de los medios tradicionales en su rol histórico de proponer y generar la «agenda» de noticias o debates.

Esto se ha visto claramente estos días en nuestro país, cuando Romina Celeste, un personaje que oscila entre varios mundos a la vez, ha vuelto a generar una «tormenta informativa» que ha descolocado a los medios tradicionales.

Precedida por el «éxito» de su campaña anterior, que terminó con la carrera política de uno de los senadores y dirigentes políticos más importantes del Partido Nacional, Romina acusó desde su cuenta personal en X (antes Twitter) al precandidato presidencial que lidera las encuestas en el Frente Amplio de una conducta violenta contra una persona transexual en ejercicio de la prostitución.

Mientras el público durante 48 horas no hizo más que hablar del tema en las redes sociales, los medios ignoraron el asunto. Quienes buscaban repercusiones en los medios «tradicionales», no encontraban nada. Sólo Montevideanos Portal se hizo eco del tema, lo cual, además debe haber generado un tráfico de lectores envidiable, y, como contrapartida, buenos ingresos publicitarios.

El silencio de los medios fue paralelo al del propio «acusado», que se tomó 72 horas para salir a responder, como tanto sus seguidores como quienes no lo son le demandaban.

El silencio del acusado es entendible, en la medida en que su respuesta, frente a un tema que todavía no había ingresado a la agenda de los medios tradicionales, no haría otra cosa que agrandar el escándalo, y sus consecuencias negativas, que buscaba Romina.

El silencio de los medios tradicionales es menos explicable, y abre el campo a conjeturas de diverso tipo que afectan profundamente su credibilidad.

Pero lo que termina por cerrar una semana «negra» para los medios es la decisión y el momento de quebrar su silencio, hasta entonces funcional al personaje político involucrado. En efecto: luego de haber ignorado la acusación de Romina, se limitan a ser portavoces del desmentido de Orsi, lo cual debe haber sumido en el misterio a lectores y televidentes que no tienen redes sociales. «De qué estará hablan Orsi», se debe haber preguntado ese público, hasta ese momento ajeno al debate en redes.

Candidatos a una derrota segura frente a las redes, los medios están llamados a desempeñar otro rol crucial: el de ayudar a entender los fenómenos sociales y políticos en este mundo de múltiples voces, donde cuesta cada vez más entender la realidad.

El episodio de esta semana debería ayudar a entenderlo. A condición, claro está, de que la mirada profesional gane espacio en un ámbito donde comunicación, negocios y política viven una relación en la que los intereses de personas y grupos de presión suelen estar por encima del interés público.