Escribe Silvia Etchamendi
El fin de año pasado a todos nos sorprendió, y a muchos nos impactó, ver una foto -espléndida por todo lo que dice- en la que miles de personas que estaban mirando en vivo los magníficos fuegos artificiales en París, lo hicieran a través de sus móviles…
Por supuesto, surgieron en las redes voces horrorizadas acerca del episodio –como los guapos de teclados, que afirman siempre y ante cualquier situación problemática- ¿Cómo no intervinieron? ¿Por qué filman y no hacen algo?
En cualquier caso y ante la foto, se percibe un escenario que quizá muchos han notado, pero en lo que a mi concierne no lo había hecho.
A saber: la sorpresa que tuvimos todos, la tuvimos a través de nuestros celulares, tablets o algún artilugio electrónico. Vimos la imagen reproducida miles de veces, como un extraño juego de espejos, azorados, pero con la cabeza inclinada con reverencia hacia el celular.
Se ha hablado y se habla hasta el infinito de parejas o grupos de amigos que se reúnen y están todos, o la mayoría, mirando su celular. Y no sólo los jóvenes. Ya desde hace unos años, uno puede ir a una reunión de trabajo y todos están con el celular: ya es como una extensión del cuerpo (o peor: del cerebro).Y se acuñó un término para denominar la ansiedad que produce estar sin el celular: Nomofobia*
Pero son hechos. Creo que no nos damos cuenta de la manera (que nadie intuyó, ni en ciencia ficción), en que nos abducen, nos hacen perder tiempo (y también nos facilitan la vida). Pero hoy en día existe la posibilidad cierta de que uno pueda vivir sin salir de su casa: podemos pedir comida, remedios, pagar cuentas, comunicarnos con personas que estén en nuestra ciudad o en otra parte del mundo. Esto no es un lamento, ni una crítica. Lo vivimos y muchos lo hacemos cada día.
La pregunta que queda abierta es cómo seguirá esto que avanza a una velocidad pasmosa. Yo no lo sé: pero ya he visto videos de jóvenes –en el metro de Nueva York- que parecen trastornados porque gesticulan en el aire con unos grandes lentes (al parecer tocan cosas que nosotros no vemos).
Por cierto, escribo esta nota desde mi Tablet y ¿Adivina adivinador? Bien la podría haber escrito una inteligencia artificial.
Algunos datos:
*Del inglés Nomophobia (NO MObile PHone PhoBIA o la “fobia a no tener teléfonos móviles), este término se utiliza para describir la sensación de miedo o ansiedad que experimenta una persona por no tener conectividad con un teléfono móvil. El término fue acuñado en un estudio encargado por la Oficina Postal del Reino Unido en 2008, según el cual, el 53% de una muestra de más de 2.100 adultos experimentaban sensaciones de ansiedad al no tener sus teléfonos consigo.
-El 78% de la población mundial de diez años en adelante tiene un teléfono celular, aunque no todas esas personas acceden a internet, según los datos correspondientes a 2023 de la Unión Internacional de Telecomunicaciones Opens in new window (UIT).Fuente: oficina de las Naciones Unidas en Ginebra.
-Con una población mundial de 7.400 millones de personas, el mundo tiene actualmente 7.700 millones de suscripciones a teléfonos móviles, es decir, hay más aparatos de este tipo que habitantes. Fuente; Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), agencia de la ONU especializada en tecnología de la información y la comunicación, que elaboró ese estudio conjuntamente con la Universidad de las Naciones Unidas (UNU) y la Asociación Internacional de Residuos Sólidos (ISWA, por sus siglas en inglés).