El pasado sábado 4 de mayo, en un programa televisivo el Senador Óscar Andrade del Partido Comunista en el Uruguay, realizó una intervención que, en el corte que visualizamos (https://twitter.com/i/status/1786512415124865262) tiene una duración de un minuto y doce segundos, durante los cuales el panelista impidió sistemáticamente que otra panelista, mujer, pudiera hacer uso de la palabra.
Mediante una catarata de datos y cifras, utilizando el recurso retórico de la auto-pregunta, que le permite concatenar a una misma pregunta ¿que qué hizo el Frente Amplio?, múltiples respuestas que, en realidad, son un solo guión ensayado hasta el hartazgo.
Tal modalidad retórica, propia de los cuadros bolcheviques (en cualquier tiempo y lugar) permite colar, disimulado entre una u otra verdad, un rosario de mentiras, inexactitudes o afirmaciones parciales sacadas de contexto vestidas de datos.
Como si de una metralleta se tratara -que lo sería si pasara a los hechos, posibilidad siempre latente en los cultores de la lucha de clases, y no al debate- obliga al enemigo (no adversario, ni contrincante, porque lo que busca es la destrucción del otro) a refugiarse, o bien en el silencio impuesto, o bien en la impotencia. En todo caso, llevarlo al terreno en el que solamente se trata de un torneo de oratoria, a volumen y velocidad suficiente como para provocar también en el espectador ese efecto de brumamiento: la gritería histérica convertida en discurso y método político.
Para quienes transitamos por los ámbitos sindicales y políticos, el sonsonete andradiano nos suena a un viejo y archiconocido ruido de latas, golpeándose unas contra otras, como hacía aquél legendario conductor radial uruguayo que despertaba a su audiencia con ese recurso, precisamente, la de golpear latas, hacer ruido, suerte de gases lacrimógenos auditivos que, o te hacen llorar o huir.
Sin embargo, apagado el ruido, en la serenidad del texto escrito y la cifra contrastada con las fuentes, nos parece que, aunque se esté dando por la chancha más de lo que la chancha vale, el personaje debe quedar desnudo, en toda su falaz parafernalia de charla barata.
En todo caso, que postule, cosa que podemos acompañar con las pruebas, para el Libro Guiness como el individuo que profirió mayor cantidad de mentiras, falsedades e inexactitudes en tan sólo un minuto doce segundos de furia dialéctica.
Los dichos del verborrágico Andrade
Dicho esto, veamos la cronología de la deposición verbal andradiana:
Minuto 0:07: “el gobierno de Lacalle y el Partido Colorado habían liquidado la negociación colectiva”: Falso.
Desde la década de 1990, la Negociación Colectiva ha evolucionado a lo largo del tiempo se ha desarrollado y sigue siendo fundamental para asegurar condiciones laborales adecuadas y salarios justos (fuente Wikipedia)
Minuto 0:10: “el salario mínimo nacional era de 1200 pesos”: Falso.
A febrero de 2005, el SMN era de $ 1310 que, actualizado a pesos constantes 2024 equivale a $ 5950. Hay que destacar que hasta ese año el SMN se utilizaba más como un instrumento de política fiscal que como regulación del mercado laboral (Fuente Wikipedia), y en parte, lo sigue siendo.
Minuto 0:14: “el boleto en Montevideo valía $ 15”: Falso.
El boleto mínimo (céntrico) valía $ 19, el común $ 26 y el boleto de 2 horas $ 42. Esos $ 26 actualizados a 2024 equivalen a $ 112
Minuto 0: 17: una cajera de supermercado cobraba $ 8 la hora: Falso.
A febrero 2005 el salario promedio para la categoría Cajero en el comercio, era de $ 6910 (equivalentes a $ 29800 de 2024 a pesos constantes) lo que equivalía a $ 43 por hora (5 veces más)
Minuto 0:22: “había 900.000 personas registradas en Seguridad Social”: Cierto, en parte, porque había 916.000 personas cotizantes a BPS, que a 2019 pasaron a ser 1.299.000 (383.000 más, un incremento del 42% en 15 años), pero no dijo que ello se explica por el incremento de empresas cotizantes que pasaron de 104.000 a 158.000 (incremento del 52% en igual período)
Minuto 0:31: “nos dejaron una Seguridad Social donde 7 de cada 10 trabajadores no se podía jubilar por no contar con 35 años de aportes (en la reforma que “nos hicieron en 2006”): doblemente falso.
La última reforma era de 1996, y se requerían 30 años (no 35) de aportes y 60 años de edad. Y sí, si 7 de cada 10 no tenían 30 años aportados, no podían jubilarse. Salvo las “pensiones especiales” sin aportes aprobadas en ese período.
Minuto 0:41: “había 60 mil jubilados que percibían menos de una BPC”: Falso.
La BPC fue creada en 2004, precisamente. Había unos 60.000 pasivos (incluyendo pensionistas) por debajo de un índice creado ese mismo año.
Minuto 0:43: “la pobreza era de un 60%”: Falso.
Tanto si se utiliza la metodología de 1996, como la de 2002, la pobreza en 2004 (dos años después de la crisis) era de 31% o 41% respectivamente, 29 y 19 puntos porcentuales menos que los que afirma el verborrágico aparatchik.
Minuto 0:48: “teníamos una tasa de endeudamiento del 100% del PBI”: Cierto.
Sin embargo, no dice que ese endeudamiento, tomado a raíz de la crisis más profunda de la historia, fue el que permitió el crecimiento de 2003 hasta 2004.
Minuto 0:51: “cada 100 pesos de presupuesto se destinaban 25 al pago de deuda”: Cierto.
Tanto como que el pago de intereses de deuda externa tiene relación con el índice de Riesgo País, el que, a 2010 tras el primer período de gobierno del FA era de 240 puntos básicos, y hoy en día, no llega a 80 puntos básicos, el menor de toda América Latina, con una reducción de 160 puntos.
Minuto 1:06: “uno, de cada cuatro niños, tenían dificultades de aprendizaje por falta de alimentación”: sencillamente incomprobable. Viniendo del verborrágico vocero del Partido Comunista, el mismo que inventó que los niños comían pasto no llama la atención. No obstante, sí sabemos que a 2019, tras 15 años de gobierno del Frente Amplio, el índice de pobreza infantil era de 20%.
En resumen: profirió 8 (ocho) mentiras puras y duras, mezclada con alguna inexactitud malintencionada, en ese minuto-doce, lo que da el asombroso registro de ¡¡¡una mentira cada 9 segundos!!!
Lo dicho. Personajes como Andrade bastardean la política y el debate democrático, el auténtico, el que busca acuerdos contemplando a la sociedad toda. Pero, el lector, como el televidente de tales debates, debería tener presente que está escuchando fuegos de artificio verbales, acorde con el propósito de su partido, enemigo de la democracia pero que la utiliza como vehículo para devaluarla a la espera de dar el zarpazo a las puertas del Palacio de Invierno.
El que avisa, no traiciona.