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Contraviento

El flaco con sobrepeso y la sociedad de las palabras blandas.

23 noviembre, 2025

Prólogo: La Dulce Mentira Cotidiana
Decir la verdad se ha vuelto una forma de agresión. Por eso, la humanidad inventó los eufemismos: pequeñas capas de terciopelo verbal para cubrir el hierro de la realidad.
No decimos “estoy viejo”, decimos “estoy en una etapa de plenitud”.
No decimos “me echaron”, sino “me liberaron profesionalmente”.
Y nadie “miente”: simplemente “ajusta la información al contexto”.
El eufemismo es el perfume de lo feo. El corrector de lo incómodo. La herramienta que nos permite vivir en sociedad sin lanzarnos sillas por decir lo que realmente pensamos.

Capítulo I: Flaco con Sobrepeso
Mi amigo Antonio es un hombre de volumen expresivo o, para decirlo de forma elegantemente engañosa: un flaco con sobrepeso, es una paradoja viviente que encarna el arte de suavizar hasta el reflejo del espejo.
Trabaja en una empresa que acaba de anunciar una optimización de recursos humanos, lo que en idioma humano significa “despido masivo con presentación en PowerPoint”.
Antonio sospechaba que pronto sería parte de una transición hacia un nuevo desafío profesional (irse al paro con dignidad).
Mientras tanto, enfrentaba otro desafío: una cita con una mujer “de belleza exótica” (fea), con una mirada “económicamente estratégica” (su único interés es el dinero).
Él, siempre positivo, decidió considerarlo una oportunidad de crecimiento emocional (ver si por una vez agarraba algo).
La cita fue un intercambio de perspectivas con matices (un desastre), que terminó cuando ella decidió “oxigenar sus emociones” (irse) al verlo pedir un “aperitivo para mitigar la ansiedad calórica” (media carta).

Capítulo II: Política, Cuna del Eufemismo
Si el eufemismo tuviera patria, sería el Parlamento.
En política, nadie roba: readecúa fondos.
Nadie miente: comunica con matices.
Nadie fracasa: reformula los objetivos del proyecto.
Algunos clásicos del género:
• Gestión irregular de recursos: robo bien administrado.
• Reforma estructural: recorte con discurso.
• Medida impopular pero necesaria: puñalada con explicación técnica.
• Ejercicio irregular de funciones: corrupción con uniforme.
La política ha perfeccionado el arte de decir “no” con un “por supuesto” y de pedir perdón sin admitir culpa. Es el Louvre del eufemismo: museo de lo que no se dice.

Capítulo III: Sociedad de las Palabras Blandas
En la vida cotidiana, el eufemismo es la moneda corriente del buen gusto.
Nadie es pobre: es de recursos limitados.
Nadie es tonto: tiene pensamiento alternativo.
Nadie es vago: posee una tendencia natural al descanso prolongado.
Otros ejemplos de la realidad suavizada:
• De contextos vulnerables: pobre, pero con estadística.
• En situación de calle: sin techo, pero con eufonía.
• Con hábitos alimenticios flexibles: come como si se acabara el mundo.
• De humor cambiante: bipolar socialmente aceptable.
• Oportunidad educativa pendiente: repitente con esperanza.
Hemos convertido la sinceridad en un acto de mala educación. Decir las cosas como son se considera violencia verbal. Hoy no se muere nadie: solo trasciende.

Capítulo IV: El Mundo Laboral y sus Palabras Almibaradas
El ámbito laboral es el laboratorio del eufemismo moderno.
Allí se destila la jerga más fina para disfrazar el sufrimiento.
• Revisión de desempeño con oportunidades de mejora: te fue pésimo.
• Reasignación de responsabilidades: te degradaron.
• Ambiente dinámico y cambiante: caos constante.
• Trabajo flexible: sin horarios ni derechos.
• Crecimiento horizontal: no ascendés ni por milagro.
Antonio, nuestro flaco con sobrepeso, sobrevivió a un proceso de reorganización estratégica del talento (nadie sabía qué hacía ahí, pero lo dejaron).
Su jefe, un líder con comunicación ambigua (hipócrita), lo felicitó por su capacidad de adaptación flexible (aguante de santo).

Capítulo V: Amor, la Diplomacia del Lenguaje
El amor es el terreno donde el eufemismo florece con más descaro.
• De belleza exótica: fea pero simpática.
• Con experiencia afectiva previa: ha tenido más vueltas que el 174.
• De carácter fuerte: gritona profesional.
• Selectiva emocionalmente: fría como un témpano.
• Generosa en curvas: gorda, pero sin culpa.
• Ajuste estético no del todo exitoso: cirugía plástica que salió torcida.
Antonio, después de varios “encuentros emocionalmente desafiantes”, decidió declararse en pausa afectiva voluntaria (nadie lo quiere).

Epílogo: La Verdad Suavizada
El eufemismo es la morfina del lenguaje: no cura, pero calma.
Permite sobrevivir a lo insoportable y disimular lo evidente.
Es, en esencia, una manera elegante de decir “la vida es una patada envuelta en celofán”.
Gracias a él, nadie fracasa, apenas experimenta resultados no esperados.
Nadie envejece, solo se actualiza biográficamente.
Y nadie se muere: simplemente abandona la reunión para siempre.
Antonio lo entendió a su manera, mientras atacaba su tercera porción de postre light:
“La verdad no engorda, pero la mentira tiene mejor sabor.”

Notas del Autor
Este manual no busca enseñar a mentir, sino a sobrevivir.
Porque la realidad, dicha sin filtro, es intragable.
Y el eufemismo, ese milagro semántico, nos permite tragarla con una sonrisa.

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