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Contraviento

Tontería global, Ideología global

12 septiembre, 2025

Versión taquigráfica de la exposición del diputado Gerardo Sotelo durante la comparecencia del ministro de Relaciones Exteriores, Mario Lubetkin, ante la Comisión de Presupuesto integrada con Haciendo, el pasado 10 de setiembre.

En esto de profesionalizar el Servicio Exterior, observo una disonancia entre este artículo y buena parte de la exposición del ministro Lubetkin, que hizo referencia al concepto de sur global. El concepto de sur global presenta dos problemas muy serios, desde el punto de vista epistemológico, por lo menos. El primero es de carácter ontológico y es que no existe, es decir, no hay ninguna entidad, ninguna identidad medianamente reconocible que podamos definir, sensatamente, como sur global, de la misma manera que no hay un norte global, ni un este, ni un oeste global. Es decir, el ministro hizo buena parte de su presentación, de lo que será la política exterior o de lo que está siendo, en base a un concepto inexistente en la práctica.

«Categoría fantasmagórica»

No hay ninguna institución, ninguna autoridad que represente el concepto de sur global. Y no lo puede representar porque no existe; es decir, para aceptar que existe algo denominado sur global, tenemos que aceptar que existe otra cosa que se llame norte global, que es otra categoría fantasmagórica contra la cual pretende ejercer vocería o tratar de obtener cierto beneficio. Pero como no existe desde el punto de vista ontológico, tampoco existe desde el punto de vista teleológico. Es decir, no puede identificarse, sensatamente, que eso denominado sur global tenga objetivos comunes, tenga propósitos comunes. Y no lo puede hacer porque, como parece obvio, dentro del conjunto de países que se adscriben al concepto de sur global, los hay con rivalidades milenarias, rivalidades comerciales, rivalidades históricas, religiosas, culturales, políticas; es decir, es una entidad fantasmagórica dentro de la cual hay países con los cuales Uruguay haría muy bien en cooperar, y hay países que rivalizan entre si, incluso con la producción de Uruguay.

Entonces, nos llama mucho la atención porque esto no va en línea con una política exterior profesional, sino con una guiada al menos en esta porción de su empeño por criterios meramente ideológicos y, desde mi punto de vista, seguir este despropósito solo nos llevaría, además de a frustraciones, a dilapidar los recursos del Ministerio de Relaciones Exteriores que, por cierto, no son muy abundantes, como no lo son tampoco los de otros ministerios.

Por lo tanto, no quería dejar pasar este señalamiento porque, sinceramente, me preocupa que se procure por esta vía obtener algún resultado porque, desde mi perspectiva, doy por descontado que no se puede obtener nada positivo. No es que no se pueda obtener nada positivo en tener vínculos con los países que podrían identificarse dentro de esta categoría fantasmagórica; por cierto que sí, pero para eso no hace falta la categoría, simplemente, basta vincularse con otros países de este o de otro bloque.

Por otro lado, estamos muy cerca de celebrar un acuerdo comercial con una de las grandes entidades de esa otra categoría que es -entre comillas- el «norte global», la Unión Europea. Como dijo el ministro, estamos muy cerca de tener un acuerdo con los países del EFTA que, claro, pertenecen nada menos que al norte global y, si sumamos la Unión Europea, los países del EFTA y el Mercosur, tendríamos una mezcla un poco revulsiva de países de ese norte y de ese sur que juntos podrían generar y, seguramente van a generar, acuerdos comerciales, intercambios comerciales, culturales y de todo tipo, de los cuales nos vamos a beneficiar todos, como nos beneficiamos también de otro tipo de intercambios sin necesidad de crear entidades fantasmagóricas.