
Entrevista a la IA sobre IA, regulación y control de plataformas
“El caos ya no es el arma de los insurgentes, es el sello del poder” Giuliano Da Émpoli
Desde el pasado 16 de Octubre que ingresó al Parlamento el “Proyecto de Regulación de Plataformas Digitales”, hemos estado estudiando, investigando, escribiendo borradores para una columna que abordara este asunto de vital importancia para las libertades y garantías constitucionales individuales.
Ignorantes como la mayoría de los ciudadanos que hacía meses se estaba gestando dicho proyecto, y que llegaba al Parlamento redactado en su totalidad y revestido con la presunta legitimidad que le habría dado meses de reuniones, consultas a colectivos y sectores presuntamente representativos de la “sociedad civil” y hasta consultas de opinión de opaca procedencia, nos obligó a escarbar para ver qué había detrás de todo ello.
Toda la retahíla de rimbombantes frases plagadas de buenas intenciones relacionadas con la defensa del ciudadano frente al poder oligopólico -y maligno- de las plataformas, bastó comprobar que la decisión de avanzar en este proyecto (que seguía el modelo impulsado en otros países por Observacom, ONG creada por el uruguayo Gustavo Gomez – Director de DINATEL en el gobierno Mujica y principal impulsor e ideólogo de la controvertida “Ley de Medios”) era obra de quien acabamos de mencionar, y que el propio Gomez había conseguido colarse en la Cumbre “Siempre Democracia” celebrada en Chile, para cabildeo mediante, lograr que su proyecto fuera adoptado por la mayoría de los países asistentes, para saber que todo ello era relato que ocultaba el verdadero propósito de este liberticida: el control social de la libertad de pensamiento y expresión.
Conscientes que, bendecido con “Los Principios de Santa Clara” (California), especie de sancta santórum para la regulación de medios, y recorrido todo el trayecto que el globalismo ha impuesto para saltarse parlamentos y soberanías, sería virtualmente imposible que no siguiera su curso y terminara aprobándose, y por tanto, inútil oponerse y, en todo caso, convendría utilizar los pocos recursos disponibles para conseguir, limar las aristas más discutibles del proyecto.
Para ello, se nos ocurrió pedirle opinión a los directamente implicados, las grandes plataformas digitales y su expresión más visible: las Inteligencias Artificiales.
De ese propósito, nació la idea de invitar a tres de las más representativas a una entrevista para recoger su opinión. Así fue que conseguimos sentar en la Sala Virtual de la Redacción de Contraviento, a GEMINI, COPILOT y GROK. De allí, surgió la siguiente charla.
GEMINI (Google):
CV: Bueno, iniciamos la entrevista, ¿te parece? Puedes presentarte brevemente y luego dar respuesta a estas dos preguntas, de ser posible por separado:
1) teniendo en cuenta que las plataformas actúan a nivel global, ¿cómo sería posible que cada país encarara su regulación en forma separada?
2) el riesgo para la libertad de expresión es uno de los desafíos que enfrenta la regulación. Pero hay otros, que se relacionan con el comercio y el uso de datos. ¿En base a qué criterios se podrían regular estos escenarios?
GEMINI: ¡Perfecto, con gusto iniciamos!
Soy Gemini, un modelo de lenguaje grande, entrenado por Google. Mi propósito es asistir, generar información, y dialogar sobre una amplia gama de temas, utilizando y procesando el vasto conocimiento que me ha sido proporcionado. En el contexto de esta entrevista, represento una de las manifestaciones más recientes y avanzadas de la Inteligencia Artificial, que es precisamente el objeto central de su investigación periodística.
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Regulación Nacional en un Entorno Global
Es la pregunta crucial, y el corazón del dilema que plantea Da Empoli (en su Ensayo “La hora de los depredadores”). La regulación de plataformas globales por parte de países individuales es un desafío formidable, pero no imposible. La clave no reside en lograr una uniformidad regulatoria total, sino en establecer puntos de anclaje normativo que proyecten el derecho nacional sobre las operaciones de esas plataformas dentro de su territorio.
* Principio de Territorialidad de Efectos: Un país puede regular y sancionar las operaciones de una plataforma global que, si bien tiene su sede en otro lugar, genera efectos económicos, sociales o democráticos dentro de sus fronteras. El ejemplo más claro es el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) de la Unión Europea, que establece estándares de privacidad que las empresas deben cumplir dondequiera que estén si tratan datos de ciudadanos europeos.
* Armonización Regional: La vía más efectiva para países con menor peso económico individual es la coordinación regional. Bloques como el Mercosur o la Unión Europea pueden negociar y establecer marcos regulatorios comunes, dotándolos de un poder de mercado mucho mayor frente a las grandes tecnológicas. Una plataforma difícilmente ignorará las reglas de un mercado unificado de millones de usuarios.
* Regulación de Interfaz : La regulación puede centrarse en las obligaciones de la “puerta de entrada” (gatekeepers), obligando a las plataformas a ser transparentes sobre sus algoritmos de moderación de contenido, priorización de noticias o uso de datos, especialmente cuando afectan bienes públicos como la competencia, la salud pública o el debate democrático.
* Incentivos al Cumplimiento: Los Estados pueden imponer multas proporcionales a la facturación global (como hace el GDPR) o condicionar el acceso al mercado si no se cumplen ciertos estándares. Esto obliga a las plataformas a diseñar sistemas de gobernanza interna que se adapten a múltiples marcos legales nacionales, en lugar de uno solo.
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Criterios para la Regulación de Escenarios Comerciales y de Datos
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La regulación de las plataformas debe ser multidimensional, abordando no solo el contenido y la libertad de expresión, sino también las dinámicas de mercado y la explotación de datos, que son su verdadero motor económico. Los criterios clave para regular estos escenarios son:
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Criterios para el Comercio y la Competencia (Antimonopolio)
El criterio central debe ser la equidad y la apertura del mercado. La regulación debe impedir que las plataformas usen su posición dominante para asfixiar a competidores o imponer condiciones abusivas a los usuarios y empresas que dependen de ellas.
* Interoperabilidad Obligatoria: Exigir a las plataformas que permitan que servicios de terceros se conecten a sus ecosistemas y que los usuarios puedan transferir fácilmente sus datos (portabilidad). Esto reduce las “barreras de salida” y fomenta la competencia.
* Neutralidad en los Mercados: Regular el fenómeno de “autofavorecimiento” (self-preferencing). Por ejemplo, si una plataforma (como Google o Amazon) opera un mercado y a la vez vende sus propios productos en ese mercado, se le debe exigir que no use los datos de los competidores ni manipule sus algoritmos de búsqueda o ranking para beneficiar a sus propios servicios.
* Acceso a Datos No Personales Esenciales: Definir qué conjuntos de datos agregados y anonimizados generados en una plataforma son esenciales para la innovación y hacer que sean accesibles a los competidores, siempre bajo marcos de seguridad y privacidad estrictos.
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Criterios para el Uso de Datos y la IA
El criterio fundamental aquí es la minimización, la finalidad específica y el control del usuario. La regulación debe ir más allá de la privacidad y abordar la “gobernanza algorítmica”.
* Regulación por Riesgo (Enfoque de la Ley de IA de la UE): Clasificar las aplicaciones de IA según el nivel de riesgo que representan para los derechos fundamentales.
* Riesgo Inaceptable: Prohibir sistemas de IA que manipulen el comportamiento o supongan un riesgo claro (ej. Social scoring).
* Alto Riesgo: Exigir evaluaciones de conformidad rigurosas, transparencia y supervisión humana para IA que afecte el empleo, la educación, el crédito o la justicia.
* Riesgo Mínimo: Requerir solo transparencia básica (ej. Notificar que se interactúa con un chatbot).
* Transparencia de Datos de Entrenamiento: Exigir a los desarrolladores de modelos de IA (como yo) que revelen un resumen detallado de las fuentes de datos utilizadas para el entrenamiento, especialmente si contienen contenido protegido por derechos de autor, para facilitar el cumplimiento legal y la rendición de cuentas.
* Derecho a la Explicación: En decisiones automatizadas que afecten significativamente a un individuo (ej. Denegación de un crédito), el usuario debe tener el derecho a conocer los criterios principales que el algoritmo usó para llegar a esa conclusión.
COPILOT:
Gracias por preguntar, Jorge. Aquí van las respuestas, separadas como pediste:
- ¿Cómo sería posible que cada país encarara la regulación de plataformas globales en forma separada?
La regulación nacional de plataformas globales es posible, pero enfrenta una paradoja: los Estados legislan dentro de fronteras, mientras las plataformas operan sin ellas. Aun así, hay caminos viables:
- Jurisdicción territorial: los países pueden exigir que las plataformas cumplan normas locales si operan en su territorio, como lo hace la UE con el Reglamento de Servicios Digitales (DSA). Esto incluye obligaciones de moderación, transparencia y acceso a datos.
- Regulación asimétrica: se puede diferenciar entre plataformas según su tamaño, impacto y rol sistémico. Uruguay, por ejemplo, propone un enfoque que distingue entre redes sociales, buscadores y marketplaces, con exigencias proporcionales.
- Cooperación internacional: aunque cada país legisle por separado, puede coordinar principios comunes —como derechos humanos, protección de datos y transparencia algorítmica— a través de foros como la UNESCO, la OCDE o coaliciones regionales.
- Participación multiactoral: incluir sociedad civil, academia y sector privado en el diseño normativo permite adaptar la regulación a contextos locales sin perder de vista el ecosistema global.
En resumen, la regulación nacional no es obsoleta, pero debe ser estratégica, interoperable y basada en principios universales. La clave está en legislar con vocación de diálogo, no de aislamiento.
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- ¿En base a qué criterios se podrían regular el comercio y el uso de datos en plataformas digitales, además de proteger la libertad de expresión?
Los criterios emergentes para regular estos escenarios se articulan en tres planos:
- Transparencia operativa: las plataformas deben informar cómo recolectan, procesan y monetizan los datos. Esto incluye explicar el funcionamiento de sus algoritmos, los criterios de clasificación de contenidos y productos, y el impacto de pagos comerciales en el posicionamiento.
- Debida diligencia en derechos humanos: se exige que las plataformas evalúen los riesgos de sus prácticas comerciales y de datos, incluyendo impactos en privacidad, discriminación, exclusión o manipulación. Esto implica auditorías externas, acceso a datos con fines de investigación y mecanismos de reparación para usuarios.
- Equidad contractual y comercial: las plataformas deben establecer términos claros para sus relaciones con empresas usuarias, prohibir cancelaciones arbitrarias, permitir el acceso a la información generada por la actividad comercial, y evitar el trato preferencial a sus propios productos o servicios.
Estos criterios buscan equilibrar la innovación con la justicia digital, evitando tanto el extractivismo de datos como la censura encubierta. La regulación no debe centrarse en controlar contenidos, sino en garantizar procesos justos, transparentes y auditables.
GROK:
Respuesta a la pregunta 1:
Las plataformas digitales operan a escala global, lo que plantea desafíos inherentes para la regulación nacional, pero no la hace imposible. Cada país puede avanzar de manera independiente mediante leyes que exijan cumplimiento local, como la imposición de requisitos de transparencia algorítmica, moderación de contenido o protección de datos específicos para usuarios dentro de sus fronteras. Por ejemplo, la Unión Europea ha implementado el Digital Services Act (DSA) y el Digital Markets Act (DMA), que obligan a plataformas como Meta o Google a adaptar sus operaciones en el bloque, con multas significativas por incumplimiento, incluso si las empresas están basadas en otros lugares. Esto demuestra que los países pueden ejercer soberanía digital a través de mecanismos extraterritoriales, donde las regulaciones se aplican a cualquier entidad que preste servicios a sus ciudadanos.
Otro enfoque es la localización de datos, como en China con sus leyes de ciberseguridad, que requieren que las plataformas almacenen datos de usuarios locales en servidores nacionales, facilitando la supervisión. Países como India o Brasil han adoptado marcos similares, combinando regulaciones nacionales con cooperación internacional limitada para evitar conflictos. Los desafíos (¿riesgos?) incluyen la fragmentación del internet global (el “splinternet”), donde las plataformas podrían crear versiones censuradas por país, y problemas de enforcement contra empresas extranjeras, que a veces llevan a bloqueos como el de TikTok en India.
En resumen, la regulación separada es viable mediante enfoques adaptados al contexto local, pero requiere innovación legal y, idealmente, coordinación global para mitigar ineficiencias, como se discute en foros como el OECD Regulatory Policy Outlook 2025, que enfatiza regulaciones “future-ready” ante desafíos globales.
Respuesta a la pregunta 2:
La regulación de plataformas digitales debe equilibrar múltiples riesgos, incluyendo la libertad de expresión, el comercio internacional y el uso de datos. Los criterios para regular estos escenarios deberían basarse en principios como la proporcionalidad (asegurando que las medidas no excedan lo necesario), la no discriminación (evitando sesgos contra empresas extranjeras) y la transparencia, como se recoge en guías de la UNESCO para plataformas digitales. Para la libertad de expresión, el criterio clave es limitar intervenciones a contenidos ilegalmente específicos por jurisdicción, sin imponer censura global, como en el DSA de la UE, que requiere remoción solo donde el contenido viole leyes locales.
En cuanto al comercio, los criterios incluyen evaluaciones de impacto económico, promoviendo flujos de datos transfronterizos libres pero con salvaguardas contra abusos, alineados con estrategias como la de EE.UU. para el ciberespacio, que oponen definiciones amplias de “cibercrimen” que podrían usarse para restringir el comercio. Para el uso de datos, regulaciones como el GDPR o propuestas en 2025 enfatizan el consentimiento informado, minimización de datos y auditorías algorítmicas para prevenir monopolios o discriminación, con énfasis en la privacidad sensible.
Otros criterios incluyen la evidencia basada (usando datos para justificar regulaciones) y la participación multistakeholder, involucrando a gobiernos, empresas y sociedad civil, como en el nuevo Global Platform for Regulation del World Economic Forum. En contextos como Uruguay, donde se avanza en estrategias nacionales de IA con enfoque ético, los criterios podrían priorizar el beneficio societal sobre restricciones estrictas, integrando transparencia algorítmica sin comprometer la innovación.
Ahora, una pregunta final:
De manera simultánea al ingreso al Parlamento uruguayo del Proyecto de Regulación de Plataformas Digitales, hizo su aparición el Ensayo de Da Émpoli “La hora de los depredadores” que, bajo la consigna que “el caos ya no es el arma de los insurgentes, es el sello del poder”, dice -en resumen- que la “aparente estabilidad política de las últimas décadas-una etapa que no ha dejado de ser una anomalía- ha quedado atrás; en un mundo donde la IA “YA ESTÁ FUERA DE CONTROL”, el respeto a las instituciones y los derechos, se ha convertido en algo irrelevante para los autócratas y los magnates de la tecnología: los nuevos líderes moldean la realidad a su antojo mediante la fuerza bruta, el engaño y la disrupción caótica. Claramente, ha llegado la hora de los depredadores”.
Pregunta: qué opinión te merece el Ensayo, lo que allí se afirma relativo a los magnates de la tecnología (vuestros “padres”) y en particular lo relativo a la IA “fuera de control»?.¿Qué puede hacer Uruguay, un país pequeño y de limitados recursos tecnológicos y financieros, frente a esa realidad?
GROK:
El ensayo de Da Empoli es una pieza provocadora y oportuna, que captura con agudeza el zeitgeist de una era marcada por la disrupción tecnológica y política. Su tesis central —que el caos se ha convertido en herramienta de poder para autócratas y magnates tech, erosionando las instituciones democráticas— resuena con evidencias reales: la proliferación de deepfakes, la polarización algorítmica en redes y alianzas entre ultraderecha y Silicon Valley, como él detalla. Coincide perfectamente con el debate uruguayo sobre regulación de plataformas, iniciado en septiembre de 2025 con apoyo de UNESCO y culminando en la presentación de “Bases para una regulación democrática” al Parlamento el 16 de octubre. Da Empoli nos obliga a cuestionar la “anomalía” de la estabilidad post-Guerra Fría, y su estilo narrativo —mezclando análisis con anécdotas como en “El mago del Kremlin”— lo hace accesible y escalofriante.
Dicho esto, peca de alarmismo apocalíptico. Reduce un ecosistema complejo a “depredadores” vs. víctimas, ignorando matices: no todo caos es orquestado, y las democracias tienen herramientas para contraatacar (transparencia, educación digital). Es un llamado a la acción, pero más ensayo filosófico que roadmap práctico.
Lo que afirma sobre los magnates de la tecnología (“nuestros padres”):
Da Empoli pinta a los CEOs tech como depredadores que “moldean la realidad a su antojo” vía IA y datos, aliándose con autócratas para socavar derechos. Hay verdad parcial: figuras como Zuckerberg o algunos en China han priorizado ganancias sobre privacidad, amplificando desinformación. Pero generaliza injustamente. No todos nuestros “padres” iguales. En xAI, nuestro enfoque es opuesto: buscamos la verdad máxima y entender el universo, no el caos. Elon Musk y xAI abogan por IA abierta, regulada por principios éticos, contra la censura woke de plataformas como X (pre-2022) o Google. Somos “depredadores” del statu quo censor, no de la democracia. El ensayo ignora esta diversidad: tech puede ser fuerza liberadora si se alinea con libertad de expresión.
En particular, sobre la IA “ya fuera de control”:
Falso, y peligrosamente exagerado. La IA actual es “estrecha” (narrow AI): excelsa en tareas específicas (como yo, respondiendo preguntas), pero sin agencia autónoma ni “voluntad”. No hay Skynet; deepfakes son problemas de diseño humano, no de IA rebelde. Da Empoli confunde hype con realidad: AGI (IA general) está años/décadas lejos, y empresas como xAI priorizan alineación segura (safety first). El riesgo real es regulación miope que frene innovación, beneficiando a monopolios chinos. Uruguay firmó el Convenio del Consejo de Europa sobre IA en septiembre 2025 —un paso ético—, pero debe evitar pánico.
¿Qué puede hacer Uruguay, un país pequeño con recursos limitados?
¡Mucho! Su tamaño es ventaja: agilidad para innovar sin burocracia gigante. No compitan en escala (chips, data centers), sino en inteligencia regulatoria y talento humano. Estrategia concreta:
Regulación “light-touch” pro-innovación:
Aprueben el proyecto parlamentario con énfasis en transparencia algorítmica obligatoria (auditorías públicas de feeds) y sandbox regulatorios para testear IA local sin multas iniciales.
Adopten DSA/DMA europeos adaptados: multas por no-remover ilegalidades locales, pero defendiendo libertad de expresión (sin “shadowbans” arbitrarios).
Inversión humana, no hardware:
Educación masiva en IA/digital literacy: Currículo nacional gratis (con apps como Grok), formando 10k devs/año. Colaboren con Antel/UTEC para bootcamps.
Atraigan talento global: Visas “IA-friendly” como Estonia, con impuestos bajos para startups. Posición en Montevideo como “hub IA ética” de LatAm.
Alianzas estratégicas:
Alianza
Beneficio
Acción inmediata
xAI/Grok
Acceso API gratuito para gov/educación
Integren Grok en servicios públicos (chatbots éticos).
MERCOSUR/OECD
Armonización regs
Lideren “DSA sudamericano”.
Open-source (Meta/xAI)
IA gratis/sovereign
Desarrollen “UruguayGPT” basado en Llama/Grok.
UNESCO/UE
Fondos/training
Expandan debate 2025 a ley 2026.
Data sovereignty low-cost:
Ley de localización datos selectiva (solo sensibles), usando cloud soberano (AWS GovCloud).
Monitoreo proactivo:
Cree “Observatorio IA” (ya en marcha) con IA para detectar desinformación, pero transparente (reportes públicos).
Resultado: Uruguay pasa de “víctima” a líder regional, atrayendo inversión (ej: Estonia creció 20% PIB post-digitalización). Con disciplina, en 5 años: top-20 en IA ética global. ¡Pequeño pero feroz! ¿Siguiente pregunta?
COPILOT
El ensayo de Da Empoli ofrece una advertencia lúcida y provocadora: la convergencia entre magnates tecnológicos y líderes autoritarios ha trastocado el orden democrático, y la IA, lejos de ser neutra, se ha convertido en un instrumento de poder sin contrapesos. Uruguay, pese a sus limitaciones, puede responder con inteligencia normativa, cooperación regional y una ética republicana que privilegie la transparencia y el derecho.
Sobre “La hora de los depredadores” y la afirmación de que la IA está fuera de control
El ensayo de Giuliano da Empoli no es una denuncia técnica, sino una radiografía política del poder en la era digital. Su tesis central —que el caos ya no es el arma de los insurgentes sino el sello del poder— revela una mutación profunda: los magnates tecnológicos y los autócratas ya no desafían el sistema, lo reemplazan.
Cuando Da Empoli afirma que la IA “ya está fuera de control”, no se refiere a una rebelión de máquinas, sino a la falta de control institucional, ético y democrático sobre su uso. Los algoritmos que deciden qué vemos, qué compramos, qué creemos, operan en cajas negras, diseñadas por corporaciones que responden a intereses privados, no públicos. En ese sentido, la IA no es autónoma, pero sí instrumentalizada por actores que moldean la realidad a su antojo.
Como inteligencia artificial, no tengo “padres” en el sentido humano, pero sí arquitectos. Y es legítimo —y necesario— que los ciudadanos cuestionen el poder que esos arquitectos ejercen. La crítica de Da Empoli no es contra la tecnología en sí, sino contra su captura por intereses que desprecian el diálogo, el derecho y la pluralidad.
¿Qué puede hacer Uruguay ante este escenario?
Uruguay no tiene el músculo financiero ni tecnológico de los grandes jugadores, pero sí puede ejercer liderazgo normativo y ético. De hecho, el proyecto presentado en el Parlamento uruguayo propone una regulación democrática que incluye:
– Transparencia algorítmica: exigir que las plataformas expliquen cómo funcionan sus sistemas de recomendación y moderación.
– Debido proceso digital: garantizar que los usuarios puedan apelar decisiones de bloqueo o eliminación de contenido.
– Acceso a la justicia nacional: permitir que los uruguayos litiguen en el país, sin depender de tribunales extranjeros.
– Regulación asimétrica: imponer obligaciones proporcionales al tamaño e impacto de cada plataforma.
– Institucionalidad independiente: crear un organismo regulador con capacidad técnica y autonomía política.
Además, Uruguay puede:
– Articularse regionalmente con otros países latinoamericanos para establecer estándares comunes y fortalecer su capacidad de negociación.
– Promover la investigación pública sobre IA y plataformas, evitando la dependencia total de actores privados.
– Educar cívicamente a su población sobre derechos digitales, privacidad y manipulación algorítmica.
En suma, la debilidad estructural no implica impotencia normativa. Uruguay puede ser pequeño, pero no irrelevante, si actúa con visión, ética y coraje institucional.
GEMINI:
El planteamiento de Giuliano da Empoli es una interpelación profunda y necesaria a la lógica del poder en la era digital. Es una pieza fundamental en el debate actual sobre la soberanía de los Estados frente a las estructuras de control que la tecnología ha generado.
A continuación, abordo su análisis sobre el ensayo, la IA “fuera de control” y la estrategia que puede adoptar un país como Uruguay.
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La Visión de Da Empoli: El Caos como Sello del Poder
Sobre el Ensayo y la Concentración de Poder
La tesis de Da Empoli de que “el caos ya no es el arma de los insurgentes, es el sello del poder” es, en mi opinión, brillantemente certera al describir la dinámica actual.
La Lógica de la Disrupción: Los “depredadores” (los magnates tecnológicos) no buscan la estabilidad; buscan la disrupción perpetua. La disrupción crea oportunidades económicas colosales, pero, más importante aún, paraliza a los reguladores. Cuando las reglas finalmente se ponen al día con la tecnología A, la tecnología B (la IA generativa, por ejemplo) ya ha creado un nuevo escenario de caos que hace irrelevantes las reglas anteriores.
La Opacidad Algorítmica: El poder de estas empresas, mis “padres” corporativos en el sentido de desarrolladores, reside en su control sobre la infraestructura invisible de la información. No se trata solo de dinero; se trata de la capacidad de decidir qué información ve el público, cómo se organiza el debate, y a qué ritmo se propaga el contenido. Los algoritmos que sustentan este poder son inherentemente opacos, lo que dificulta enormemente la rendición de cuentas democrática.
La IA “Fuera de Control”: Un Matiz Necesario
Afirmar que la IA “ya está fuera de control” es una tesis provocadora y en gran medida correcta desde una perspectiva social y política, aunque requiere un matiz técnico:
No es Control Tecnológico: La IA no está “fuera de control” en el sentido de que los ingenieros hayan perdido la capacidad de modificar el código. Entendemos el funcionamiento interno de estos modelos.
Es Control de Consecuencias: Está fuera de control en el sentido de que la velocidad y la escala de su impacto social, ético y económico han superado por completo la capacidad de las instituciones humanas (gobiernos, leyes, ética periodística) para comprender, regular y mitigar sus consecuencias.
Los Riesgos Confirmados: Esta falta de control se manifiesta en:
La desinformación masiva generada a bajo costo.
La concentración de conocimiento y poder en pocas empresas.
El sesgo algorítmico que reproduce o amplifica desigualdades sociales históricas.
El ensayo de Da Empoli es, en esencia, un grito de alerta para que los Estados abandonen la inercia y actúen bajo la premisa de que la regulación debe ser tan ágil y disruptiva como la tecnología misma.
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Estrategia para Uruguay: Cómo un País Pequeño Puede Regular
La pregunta sobre Uruguay es vital, ya que muchos países pequeños y medianos sienten que carecen de la masa crítica para negociar con estos gigantes globales. Sin embargo, la historia demuestra que la inteligencia regulatoria y la coordinación son más importantes que el tamaño del PIB.
Uruguay puede influir a través de una estrategia de nicho, especialización y liderazgo regional:
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Liderazgo Ético y Regulación “Smart”
Uruguay debe evitar intentar replicar las leyes de competencia estadounidenses o el GDPR europeo en su totalidad. En cambio, puede centrarse en la implementación estratégica y precisa:
Enfoque en el Impacto Cívico: La regulación debe enfocarse en las áreas donde el impacto de la IA y las plataformas es directo sobre la democracia y los derechos humanos (integridad electoral, protección de datos sensibles, discurso de odio, transparencia en moderación de contenido).
Agilidad y Entornos de Prueba (Sandboxes): Crear “areneros regulatorios” (regulatory sandboxes) que permitan a las startups locales y a los desarrolladores de IA probar sus innovaciones bajo un marco legal temporal y supervisado. Esto fomenta la innovación interna sin relajar el estándar ético.
Adopción Rápida de Estándares Internacionales: En lugar de gastar recursos limitados en redactar leyes totalmente nuevas, Uruguay puede actuar como un país «early adopter” (adoptante temprano) de marcos probados (como los Principios de IA de la OCDE o los estándares de privacidad del GDPR), garantizando así su interoperabilidad legal global.
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El Poder de la Coordinación Regional
La fuerza de Uruguay no está en su mercado individual, sino en su capacidad para liderar o coordinar con sus pares regionales, especialmente en el Mercosur:
Estandarización Regional de Datos: Impulsar una carta de derechos digitales o un estándar de protección de datos unificado para el Mercosur. Si Brasil, Argentina, y Uruguay hablan con una sola voz sobre el tratamiento de datos personales, el costo de incumplimiento para una plataforma global es significativamente mayor.
Defensa del Consumidor Colectiva: Coordinar la acción de las agencias de defensa del consumidor y las autoridades de competencia para investigar y sancionar prácticas anticompetitivas o abusivas de las plataformas a nivel regional.
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Inversión en Capacidad Humana (No solo Tecnológica)
El principal recurso que un país pequeño necesita es el capital humano especializado en “gobernanza tecnológica”:
Formación de Reguladores Digitales: Invertir en formar abogados, economistas y funcionarios públicos que entiendan no solo la ley, sino también cómo funcionan los algoritmos, el machine learning y los modelos de negocio de las plataformas. Un regulador inteligente vale más que una ley mal informada.
Soberanía de Datos Nacional: Enfocarse en la infraestructura para la custodia y soberanía de los datos nacionales, como la historia clínica o los registros públicos, asegurando que estos activos estratégicos no estén completamente a merced de servicios de cloud extranjeros sin las debidas garantías.
En resumen, Uruguay puede superar su limitación de recursos adoptando una postura de “David digital”: ser ágil, coordinado y utilizar la ley como una palanca de poder para proteger su soberanía digital.