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Contraviento

Medios, auto-censura y la espiral del silencio

10 agosto, 2022

Es la necesidad de aceptación la que hace que nos amoldemos a opiniones y comportamientos
previamente aceptados.

Especial para CONTRAVIENTO por Florencia Pinazo*

¿Qué sucedería si en lugar de leer una noticia contada por “A” (con «x»ideas) la hubiera
leído, del puño y letra de “B” (con «y» ideas)? Probablemente no llegaría a igual conclusión sobre el
tema.

Cuando un medio de comunicación transmite una noticia, necesariamente elige imágenes,
videos, palabras, y música (acción de framing). Cada uno de estos factores influye psicológicamente
en nuestra percepción sobre la noticia (efecto priming).

Hoy día es sencillo identificar medios de comunicación con determinada ideología. Lo
realmente difícil es encontrar ideas discordantes con la opinión políticamente “correcta”, respecto
de temas que se han vuelto incuestionables. Con seguridad alguno llegue a tu mente ahora mismo.
El fenómeno de la cancelación con su propósito de bloquear presuntos “discursos de odio»
que parecen afectar frágiles personalidades, continúa absolutamente vigente.

El hombre como animal social teme el aislamiento, y, a su vez, existe una reconocida tendencia en
adherir a la opinión mayoritaria, aunque esta sea contraria a la evidencia empírica.
Entonces, sea porque el medio de comunicación se apega a una corriente ideológica
determinada o, porque el periodista teme a la cancelación, se señala a una opinión como la
“correcta”.

El asunto, es cuando la opinión propia va en sentido contrario a la opinión “correcta”
percibida como mayoritaria, el exteriorizarla tiene un costo social.
Presentar la opinión diferente generaría enfrentamientos con nuestros allegados, por lo que es
habitual decidir callar.

Esta popular elección, potencia la percepción sobre que dicha opinión es la “correcta”, la
cual se torna aplastante, generando un efecto conocido como “espiral del silencio”, término
acuñado por Elisabeth Noelle-Neumann, quien explica cómo las voces que no se perciben
mayoritarias comienzan a auto-censurarse.

Es la necesidad de aceptación la que hace que nos amoldemos a opiniones y comportamientos
previamente aceptados.

El efecto de la espiral del silencio recae sobre receptores y redactores de noticias, teniendo
aún mayores consecuencias para estos últimos. Es sólo lógico que la opinión periodística se apegue
en su mayoría, a la opinión “correcta”.

Cabe por tanto, al menos, cuestionarse si las opiniones manufacturadas por los medios de
comunicación masivos son realmente espontáneas, como nos gustaría pensar, debido a la gran
influencia que tienen en nuestras relaciones interpersonales.

Con motivo de bajar a tierra el contenido del presente artículo, utilicé el recurso que ofrece
Instagram para realizar una pequeña encuesta 1 :
1. ¿Alguna vez tu opinión, no coincidió con la opinión popular y decidiste auto-censurarte?:

a) 82% respondió que sí. b) 18% respondió no (a esos valientes, mis felicitaciones).

2. ¿Cuándo consideras que una opinión es “popular”?:

a) Cuando los medios la validan, 57%.

b) Cuando la comparte mi círculo, 43%.

3. ¿Es usual que la opinión de tu grupo, coincida con la de los medios de prensa?

Un 47 % respondió que sí, mientras un 23% dijo no haber prestado atención a ello.

1 Muestra de la encuesta, 50 personas.

En conclusión, la manera en que los medios presentan las noticias, innegablemente e
inconscientemente sesga nuestras opiniones. En virtud de lo masivo de su alcance, determinan cuál es la opinión correcta y por ende, cuál no será aceptada.

La tendencia a auto-censurarnos cuando nuestra opinión no coincide con la popular, es real, porque
el miedo al rechazo lo es. Tendemos a legitimar intrínsecamente lo que vemos en los medios de comunicación,
especialmente si un “experto» o un determinado colectivo la suscribe.

Y así vemos, como la opinión “correcta” pone en marcha la espiral del silencio, dotándola de una
falsa representatividad social. Sea por: a) el inevitable sesgo de los medios al formular la noticia, b) por la línea ideológica del medio de comunicación, o bien, c) por la calidad de “incuestionable” que revisten ciertos temas,
se vuelve apremiante la necesidad de exponernos a conocer la otra cara de la moneda, si queremos
considerarnos un individuo pensante y no un mero receptor de opiniones ajenas.

El hecho de que una opinión resuene en los medios y en tu círculo cercano no implica que
sea la opinión mayoritaria. Además, a menudo las mayorías se equivocan.

La verdadera diversidad, descansa en la multiplicidad de opiniones y en la discusión crítica,
no en la censura hacia “discursos de odio”.

Que el cambiar de opinión sea un motivo de orgullo. Revisar una opinión propia, requiere
auto-cuestionarse y por tanto, valentía. Nos lleva a ser objetivos, a investigar y aprender, en lugar de conformarnos con lo primero que llega a nuestros oídos.

 

* Dra. en Derecho y Ciencias Sociales (Udelar) Mg. en Economía Política (Universidad Franbcisco Marroquín y OMMA Business Scholl Madrid)