A diferencia del ex Vicepresidente de la República, Raúl Sendic, que se jactaba de haber alcanzado -con medalla de oro y todo – el título de «Licenciado en Genérica Humana», luego de cursar una carrera inexistente en la Universidad de la Habana, el ex Senador Daniel Olesker sÍ estudió Economía, tanto en Uruguay como en Bélgica, y es reconocido por sus pares como «Economista». Sin embargo, el hallazgo hace once meses por parte de Juan R. Rodríguez Puppo de la falta de inscripción de Olesker como «Economista» en la Caja de Profesionales Universatarios, pese a ser una profesión existente en Uruguay, y su ausencia en el padrón de egresados de la Facultad de Ciencias Económicas, instaló la duda sobre su condición de graduado de la Udelar, a pesar de que se presentaba como tal en la página del Ministerio de Desarollo Social, cuando ocupó su titularidad.
Cada cierto tiempo, Rodríguez Puppo insistía desde las redes sociales, que lo tienen como un protagonista muy activo, sobre la extraña ausencia de Olesker tanto en la Caja Profesional como en el padrón de egresados de Ciencias Económicas. Nadie respondía. Ni la Caja Profesional, ni la Universidad de la República, ni la Facultad de Ciencias Económicas. Ni el propio aludido, dos veces Ministro de Estado y Senador por el Frente Amplio. Tampoco el tema mereció la atención de los medios de comunicación, que en otras oportunidades, ante la comprobación de hechos similares, se hacían eco de las denuncias, e incluso profundizaban la noticia investigaciones propias.
Sin embargo, el tema no «murió». Y aquí nos encontramos con la primera lección que deja este caso: las redes sociales hoy ocupan un lugar central en la comunicación pública, y el monopolio que hasta hace poco tenían los medios traadicionales (prensa, radio y televisión) ha caído definitivamente. El «caso Olesker» lo demuestra de un modo claro y rotundo.
La insistencia, primero de Rodríguez Puppo, y luego de otros usuarios de las redes que se hicieron eco de su inquietud, produjo una primera reacción. Ocurrió el pasado 12 de enero. Entonces, y sólo entonces, tras haber ignorado el tema durante once meses, algunos medios se hicieron eco de las «aclaraciones» de Olesker, pese a que habían silenciado la inquietud planteada en las redes.
Segunda lección: los medios tradicionales ahora «corren de atrás» en algunas noticias, lo cual hace más sugestivo el silencio previo. Si antes no habían considerado relevante la denuncia, ¿por cuál razón ahora consideraban de interés las «explicaciones» de Olesker? Misterio. Y ese misterio es aún más profundo tras la propia confesión de Olesker en el sentido de que, como sostenía Rodríguez Puppo, no era egresado de la Universidad de la República. La acusación no era falsa, estaba bien fundamentada, pero no había merecido consideración alguna hasta que habló el propio Olesker.
Pero aún hay más sorpresas. En sus declaraciones públicas, que llevaron a los medios a romper -al igual que Olesker- su prolongado silencio, el ex Ministro y Senador sostuvo que si bien no era egresado de la Udelar, sí tenía un título «superior», esto es , una Maestría obtenida en la Universidad de Lovaina en el año 1985, cuando perfectamente podía haber retomado entonces sus estudios en Montevideo para culminar su carrera de grado y obtener el título, como hicieron casi todos sus compañeros de generación que estuvieron presos junto a él en el año 1977. Sin embargo, no mostró el título, ni tampoco los medios le solicitaron que lo hiciera. Eso hubiera sido suficiente para clausurar el enojoso episodio.
Ante ese hecho, nuestro portal se puso en contacto con la Universidad de Lovaina, para recabar la información que el propio Olesker no había brindado. Y allí nos topamos con la negativa a brindar información, por tratarse de datos personales, que sólo podían difundirse con autorización firmada de Olesker. Extraña respuesta, ya que no solicitábamos las calificaciones obtenidas sino la confirmación de algo que debe ser público -como lo es en Uruguay y en cualquier país- como es la obtención del grado académico que el interesado dice poseer. Ante nuestra insistencia, volvieron a negar la información, aunque aclararon que, dependiendo del status del estudiante, esa Universidad admite en los cursos de Maestría a estudiantes no graduados.
Ampliamos nuestra investigación, pese a la parquedad de la Universidad, y encontramos en el sitio un trabajo de tesis firmado por Olesker en 1985, con el título «La Reinserción Internacional de Amíerca Latina. Un ensayo frustrado». Con esa nueva información, tratamos de obtener la confirmación del título académico obtenido por Olesker gracias a ese trabajo, pero esta vez el silencio fue la respuesta.
Si bien en los últimos años la normativa que rige la expedición de títulos académicos en Europa se ha ido unificando, y lo que habitualmente se conoce como «Máster» es un título de posgrado, al que sólo se puede acceder luego de haber obtenido el primer grado universitario (equivalente a Licenciatura), en la época en la que Olesker cursó sus estudios algunas universidades expedían lo que se conocía como «Máster propio», es decir, un diploma sólo reconocido por la Universidad que lo extendía, pero sin validez internacional.
Los hechos hasta aquí reseñados dejan varios puntos en la oscuridad, que deberían ser tomados como otras tantas lecciones del «caso Olesker». En esa lista debe incluirse el silencio de la Universidad de la República y de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración, en la cual, usando entre otros méritos su «Maestría» (que aún nadie vio) en Lovaina, Olesker llegó al pináculo de la carrera como docente universitario, el grado 5. Pese a que este hecho ha tomado estado público, ni la Universidad ni la Facultad se dignaron dar explicaciones.
Y esa omisión es muy grave porque este episodio abre muchas interrogantes sobre cómo se construyen las carreras docentes en la Universidad de la República. ¿Cuál es el nivel de discrecionalidad que puede alcanzarse para reconocer méritos y antecedentes que, para decir lo menos, resultan dudosos?
¿El diploma de Oleskder era un «Máster propio», sin valor fuera de Lovaina y que por tanto no puede ser revalidado en Uruguay? Esta es una pregunta legítima, porque si es así, entonces es probable que se hayan cometido arbitrariedades en la construcción de la carrera docente de Olesker, y hayan resultado postergados otros profesores con mejores títulos que el ex Ministro y ex Senador.
El país está maduro para revisar la ley del año 1958, que consagró el «cogobierno» de la Universidad, y cerró las puertas a los representantes de quienes la financian en la administración de los recursos. Es perfectamente posible (más aún, es deseable) que junto a profesores, estudiantes y egresados, que deben ser escuchados en varios temas, participen también del gobierno de la Universdad – sin interferir en cuestiones académicas- representantes de la ciudadanía como mandatarios de quienes pagan los impuestos que la financian.
La «cuestión universitaria» tiene que estar en el centro del debate público. Esta es la gran lección que deja, junto a las otras ya comentadas, el «caso Olesker».