En la parte 1 de este artículo, les contaba cómo el correo electrónico como lo conocemos nos detiene en poder obtener más resultados, ya que es una forma de comunicación desestructurada que se basa en aprovecharse de nuestro cerebro y no de la inteligencia que el humano pueda crear. También decía que los intentos de la industria, como el de Google, han sido dar más espacio y repensar el correo electrónico como cuando crearon Wave. Lamentablemente, Wave no fue un intento claro ya que seguía siendo correo electrónico. Quizás llegó muy temprano y no fue lo suficientemente grande y peludo como para conquistar corazones.
¿Cómo debemos evolucionar los homoemailosapiens, a un siguiente estadío evolutivo en la mejora de nuestros procesos cognitivos apoyados por herramientas informáticas?
Mi postulado va a que la gente no quiere manejar correo electrónico. Hay casos extremos. Gente que lo usa para mandar mensajes a otra gente y gente que lo usa para hacer negocios. El caso de negocios es el más complejo, pero el más fácil de ver que se necesita un cambio. Por suerte la gente ya dejó de enviar cadenas por email. Incluso creo que ya se han dejado de enviar hasta por WhatsApp. Pero hay casos muy extremos, como el de gente que tiene el correo porque alguna vez se lo hizo o porque seguramente algún gobierno propuso el programa “One Email Per Child”.
Alguien que quiso intervenir en esta evolución de paradigma fue Mark, el de Facebook. En Facebook se necesita una cuenta de correo para poder registrarse, porque es lo mínimo que se necesita para poder recuperar la contraseña. Pero Facebook se convierte en una plataforma de comunicación y de gestión de proyectos muy completa. Y las notificaciones son un circulito pequeñito, que incluso están separadas en dos: las de tus amigos y las de los otros. Quizás tú ni siquiera sepas que tienes mensajes de otras personas que no son tus amigos y que caen en esa otra bolsa.
Facebook trajo al mundo una estructuración de la vida a un nivel que ninguna red social pudo hacerlo. Ni ninguna aplicación de productividad tampoco pudo. Allí todos estructuramos nuestra historia, mantuvimos las comunicaciones como secundarias a las cosas y ahí adentro, nadie necesita un correo electrónico. Aunque lo tenga. Facebook te permite no recibir nada por correo electrónico, porque, de todas formas, entrarás a la plataforma y verás tus notificaciones y tus intereses. Y podrás crear eventos, grupos y páginas, y hasta anuncios.
Hay gente que obtuvo un correo electrónico porque la única razón que persiguió fue entrar a Facebook. Y con Facebook, se obtiene acceso a una enorme cantidad de servicios gracias a que Facebook se convierte en una entidad confiable de autenticación.
¿Se imaginaron alguna vez hacer todo su trabajo desde Facebook?
Ahora imagínense una persona que vende por MercadoLibre. ¿Realmente necesita algo más que la plataforma de MercadoLibre? Tiene su gestión de clientes, su inventario y con poco más podría tener su planificación empresarial. Y si le sumamos Facebook, ya no necesita nada más. Y si esa macro plataforma comercial la mejoramos un poco, tenemos lo que cualquier vendedor necesitará para trabajar: presupuestar, prospectar, cotizar, ordenar, cobrar, enviar, entregar y hacer seguimiento. Le agregamos gestión de reclamos y está listo.
Quizás muchas de esas funcionalidades envíen un correo electrónico. Quizás muchas de esas no lo necesitan. En el mundo viejo, un posible cliente le enviaría un correo electrónico a un vendedor para aclarar una duda. En el mundo MercadoLibre, existe la pregunta al vendedor que no genera un correo electrónico con la pregunta. No se necesita. Claro, en un mundo imperfecto como el actual, MercadoLibre les manda un mail a las partes para que una entre a responder y la otra sepa que le respondieron; pero el mensaje de verdad va dentro de la funcionalidad de pregunta. Y esos dos mails que se enviaron a las partes fueron netamente transaccionales. Podrían eliminarse. Pueden evitarse si la plataforma normal de uso despliega la notificación de nueva pregunta.
Esos correos transaccionales son los primeros que hay que evitar y los primeros que hay que eliminar. Una vez que se tomó conocimiento, no son necesarios. Los correos transaccionales son redundantes, ya que su objetivo ya se cumple con una funcionalidad de la aplicación, solo que la gente chequea el correo antes que sus aplicaciones.
Desde el punto de vista del consumidor hogareño, él debería poder organizar su heladera, conocer cuánto dinero tiene en su poder y cómo es mejor gastarlo sin tener que estar mandando y recibiendo correos electrónicos. ¿Y para hablar con sus seres queridos? Que los llame por teléfono, que los llame o les mande un mensaje de voz por WhatsApp. ¿Acaso vieron en las películas de ciencia ficción (sí, Star Trek) que la gente se mande correos electrónicos? No. Se mandan mensajes de video. Y las bitácoras de las naves espaciales las escriben hablando. ¿Y no era que uno se siente como medio bobo hablándole a una computadora? Eso primero se maneja y después se pasa. No es lo mismo hablarle a la computadora cuando uno está solo que cuando está rodeado de gente. Y, sin embargo, la gente graba mensajes de voz de WhatsApp cuando va por la calle o incluso tiene largas conversaciones con el manoslibres. Y las señoras mayores piensan que están locos porque hablan solos.
Son modas, son hábitos. Ya pasarán.
Así que esa nueva plataforma debería permitirnos eliminar las comunicaciones transaccionales, permitirnos acceder a las funciones que necesitamos para desempeñarnos y hacer que la comunicación sea menos escrita cuando no se necesita un registro y se necesita expresar emoción. Eso es algo que en lenguaje escrito es muy difícil de lograr.
Por lo cual, extrapolándolo al mundo de los negocios, cualquier trabajador de la información (Information Worker, le dicen en inglés a quienes trabajan en una PC produciendo, ingresando o analizando datos), como se lo conoce en la literatura técnica, no necesitará jamás una aplicación de correo electrónico, porque simplemente necesita realizar su trabajo y cumplir el viejo sueño de colaborar. Claro, los fabricantes de software nos venden la idea de que tenemos un montón de herramientas de colaboración, pero seguimos pensando en correo electrónico, y muchas veces no usamos otras herramientas porque no nos atrevemos a vivir sin el correo electrónico y ser más productivos que sin él.
Trabajadores industriales, de servicios, etc., ¿para qué necesitarán correo electrónico? Para nada. Un trabajador normal no necesita tener esa herramienta para comunicarse de forma tan estructurada, si no que necesita poder saber su tarea asignada por su superior, reportar que la cumplió, buscar apoyo en sus compañeros y enterarse de cuando es la capacitación en tornería de aluminio o la fecha de la fiesta de fin de año. Todo eso se puede hacer sin correo electrónico. ¿Y si quiere renunciar? Que vaya y le patee el escritorio a su jefe. ¿Y si necesita colaborar con gente de fuera de la organización? También lo puede hacer sin depender del correo electrónico. Hoy para eso usamos Teams.
¿Y qué pasa con los newsletters? Hubo una época en que nadie los leía. Luego empezaron a transformarse y hoy en día son un valor muy apreciado en los medios de noticias. Tanto que hoy en día hasta se paga por ellos. Es que en una era donde hay inundación de información, nunca está de más un buen periodista que sepa resumir la información importante, necesaria: separar la paja del trigo, o en tal caso, el clickbait de la noticia.
Esa plataforma que me imagino quizás no sea una única aplicación. A lo mejor son muchas. Puede que sea una forma de interconectarlas. O termine siendo una nueva Internet. Seguramente será un poco de todo eso. Pero si hay algo que no debe integrar a nivel característica, es el correo electrónico desestructurado como lo conocemos hoy. Debe ser una plataforma que permita armar procesos, que permita generar conocimiento y que sea suficientemente inteligente para mostrarnos la información que necesitamos en el momento justo. Que sea una plataforma que nos permita hacer dos cosas: trabajar más eficientemente y tener más tiempo libre.
Los LLM nos han traído a nuestras manos el poder interpretar y clasificar información de una forma muy precisa. Si alguien me leyera todos los mails que recibo (manejo diariamente unas 10 cuentas de correo) y me organizara toda esa información en cajitas, seleccionando lo que tengo que hacer, priorizando, guiando, apoyando, resolviendo cosas, sin duda que podría hacer mucho mejor mi trabajo y tendría un valor que se pagaría solo.
El día que nuestras herramientas sean mejores, nuestro trabajo de ocho horas se podrá hacer en seis horas o incluso cuatro. Y podremos dedicar esas cuatro horas restantes para desarrollar más nuestra humanidad, como con artes, filosofía, superación personal y apoyo a quienes nos importan.