Saltar al contenido
Contraviento

La noche que vio nacer a la Coalición Republicana

28 octubre, 2024

Graziano Pascale

«Adviene otro tipo de lucha… No será más entre blancos y colorados, sino entre nacionales, quienes  quieran y merezcan serlo, y los que no quieran, o porque no lo sienten o porque no les conviene”. Luis Alberto de Herrera, 1/3/1959.

A 65 años del profético anuncio del viejo caudillo blanco, miles de personas hicieron realidad la visión del bisabuelo del presidente Luis Lacalle Pou, seguramente sin saber que ese destino estaba ya escrito en la historia del Uruguay, y sólo aguardaba el momento propicio para concretarlo. Aunque en el estrado el candidato del Partido Nacional había convocado a todos los líderes de los partidos que habían llevado a la victoria a Lacalle Pou cinco años atrás, sólo blancos y colorados llegaron al Senado de la República, y con ese mandato sellaron en la noche del domingo 27 de octubre su compromiso de lucha unidos en procura de mantener el gobierno del país.

En la plaza Varela de Montevideo, mientras por el sistema de sonido se escuchaba la voz de Chano cantando «me quedo con vos, yo sigo de largo voy a buscarte», el público asistía a una puesta de escena que simbolizaba el nacimiento de una fuerza política llamada a darle un nuevo contenido a las viejas divisas partidarias que, entre luchas y acuerdos,  se fueron alternando en el poder mientras construían en conjunto el Uruguay que conocemos.

Como todo parto, el nacimiento de esta nueva fuerza política estuvo precedida de dolores y miedos, nacidos en gran medida de los prejuicios de una historia cuyas lecciones deben asumirse desde la perspectiva del tiempo de las luchas y los desencuentros. La Coalición Republicana, fruto de una legislación electoral que al establecer la regla mayoritaria para la elección del Presidente de la República conduce inevitablemente a la formación de dos bloque antagónicos, es no sólo una alianza electoral sino también el punto de encuentro de las fuerzas que creen en la primacía del individuo sobre el Estado, y en el rechazo a los dogmas políticos que los partidos nacidos de una matriz totalitaria y colectivista buscan imponer en las instituciones de la República, en una nueva versión del viejo proselitismo religioso en el sistema educativo que dio nacimiento al principio de laicidad.

Hay más: la defensa de una economía abierta, que confía en las fuerzas de los individuos y las familias que buscan satisfacer sus intereses mediante intercambios libres; la apertura comercial sin depender de las decisiones de los vecinos poderosos, que buscan mercados cautivos para sus empresas; la independencia de los poderes del Estado como garantía de los derechos y libertades de los ciudadanos; la confianza en la empresa privada como factor dinamizador del mercado de trabajo; y una educación de calidad , que garantice a los más desfavorecidos la posibilidad de un crecimiento personal, que muchas veces se ve entorpecido por las dificultades de un entorno familiar o social adverso.

En tiempos de redes sociales, en los que el pueblo llano hace oír su voz sin intermediarios, este reclamo se hizo evidente en el último año y medio, como lo documentan diversas columnas y sondeos de opinión publicados en CONTRAVIENTO. Vale la pena repasarlos en estos días para encontrar todos los argumentos esgrimidos en su momento, y que fueron plenamente ratificados por los resultados electorales.

Es tiempo de escuchar a todos. Especialmente a aquellos que fueron ignorados, sin acusar siquiera recibo de una prédica racional y persistente. No es el camino aconsejable en tiempos de cambios políticos. La sociedad hoy miran con un sentimiento de distancia y lejanía lo que sucede en las cúpulas políticas. El sorprendente éxito electoral de Salle así lo demuestra.

Es necesario abrir las puertas a quienes vienen atrás, a los que están en el llano asistiendo al espectáculo a través de la televisión.Es demasiado lo que está en juego como para que los líderes sigan encerrados en su despachos, creyendo únicamente en el poder mágico de las tijeras que cortan cintas. Además de obras, la gente reclama ideas nuevas y un sistema político que se ajuste a esta nueva realidad.