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Contraviento

Volviendo a las antiguas costumbres

20 marzo, 2025

Luis Carlos Silva 

A raíz del artículo que Jorge Martínez Jorge (@jmartinezjorge) escribió en
@Contraviento_uy, titulado “La verdadera Eutanasia uruguaya”, Denise Ain (@AinDenise) se declara deprimida porque las perspectivas para sus hijos y nietos en el futuro son pésimas. Comenta inclusive que antes existía la posibilidad de emigrar a tierras europeas. Pero parece que eso ya no sería una opción viable.
Eso me hace reflexionar. Allá por la década de los 90 leí un libro de Gustavo Ekroth que
se llamaba “El evangelio según San Dinero”. Una de las cosas que me quedó grabada fue
el concepto, según Ekroth, de que aquellos que creen que cambiando de país, en forma
mas o menos mágica, cambiarán su situación económica están errados. Que los que le
echan las culpas al lugar donde viven (normalmente al país como un todo) y tienen la
certeza de que en USA o algún país de Europa o el sudeste asiático, encontrarían la
fortuna que en, vamos a suponer, Uruguay, les es esquiva están equivocados. Nunca
estuve entre esos que creen en la mágia de la geografía. Y eso lo pude comprobar en el
correr de los años, ya que a principios de los 90 había vivido en Chile; en el 2000 me fui a
vivir a España y en el 2011 me mudé a Brasil. En ninguno de esos lugares vino un duende
y me mostró donde estaba el fin del arcoiris para que me apropiara del oro. Tuve que
trabajar y sudar como cualquier nativo de esos países.
El tema es que a partir del 11/9/2001 el mundo se empezó a achicar en términos de
movilidad para el común de los mortales que quería cambiar de lugar donde vivir, trabajar, desarrollarse y, probablemente, criar una familia. Se empezaron a poner más trabas de
las que ya había y uno tuvo que empezar a acostumbrarse a tener que revolverse en
donde le había tocado en suerte venir al mundo. Pero eso no ha hecho más que
empeorar. Sea porque la economía mundial está cada vez mas interligada. Sea porque
empiezan a aparecer conflictos en lugares que durante décadas se tenían como seguros.
Sea porque muchos jóvenes ya no tienen ese impulso de aventurarse a nuevos horizontes a ver si las cosas son mejores lejos de la familia y los amigos de toda la vida.
A medida que pasa el tiempo el panorama va empeorando. En Europa los musulmanes
crecen a niveles nunca vistos. Y no hablamos del “turco comerciante” que aparecía en
tierras americanas a intentar vivir de su negocio. Sino de hordas de radicales que
pretenden que una sociedad basada en la cultura judeo-cristiana se convierta al Islam de
la noche a la mañana bajo pena de castigos físicos.
En USA, desde la elección que llevó al gobierno por primera vez a Donald Trump, o quizas
desde antes de eso, las cosas van dejando de ser tan atractivas para un extranjero.
Deuda cada vez mayor. Pérdida del poder adquisitivo del dólar cada vez myas acentuada.
Ahora, en este segundo gobierno de Trump, esa locura de «pongo impuestos a tal país, le
saco impuestos a tal país» que ha hecho que haya pérdidas millonarias en la Bolsa de NY. Los cambios de actitud a respecto de alianzas, aliados, enemigos, respeto por los tratados firmados en gobiernos anteriores y todo el circo que se vió en lo que tiene que ver con la guerra Rusia-Ucrania que hacen temblar a los
mercados, a los antiguos aliados de USA y a los que solo consiguen “mirarla desde
afuera” como los países de América Latina. Por no mencionar la actitud del gobierno de
USA de hacer practicamente imposible que un emigrante pobre o clase media pueda entrar y quedarse en ese país.
Todo eso a donde apunta?
A que el mundo sigue quedando cada vez mays reducido. Y eso nos trae a una conclusión
que cada vez parece más inevitable: vamos a tener que aprender a hacer como nuestros bisabuelos y conseguir salir adelante sin depender de nadie (o dependiendo de la menor
cantidad de entidades posible). Por lo menos sin depender de gobiernos de ningún nivel.
Ni municipal, ni departamental, ni nacional.
Aqui llegamos al punto de partida: el artículo de Jorge Martínez Jorge. La democracia en
Uruguay está en estado terminal. El Estado uruguayo, como el de cualquier otro país, vive
de chuparle la sangre a un moribundo. No se puede pretender que quien te roba te
mantenga. Hay que volver a tener independencia y a hacer lo posible para no depender de lo que cualquier organización gubernamental esté dispuesta a proporcionar a los que van a mendigar. Se ha perdido la costumbre de salir adelante solos. O como familia. Como hicieron los orientales mientras el gobierno no tenía cómo llegar a todo el país e
imponerse a la fuerza. No se puede emigrar porque no hay lugar seguro o tranquilo? Pues habrá que quedarse, ponerle el pecho a las balas y echar para adelante como muchos abuelos o bisabuelos inmigrantes hicieron al llegar a tierras americanas.