La reforma del balotaje del año 1996 estuvo motivada por el triple empate de la elección de 1994, y la necesidad de los dos partidos fundacionales de «frenar» el inminente triunfo electoral del Frente Amplio. La aprobación de aquella reforma fue una victoria pírrica, porque si bien logró impedir la victoria de la izquierda al final del segundo mandato de Sanguinetti, creó las condiciones para que el Frente Amplio triunfara con mayoría parlamentaria absoluta en las tres elecciones que siguieron a la de 1999.
Los balotajes del 2009 y del 2014 apenas disimularon la mayoría parlamentaria obtenida en las urnas por el Frente Amplio, pero sirvieron para demostrar algo que volvió a ocurrir en el 2019: la «lealtad» de los votantes no frentistas a un candidato surgido del Partido Nacional no puede darse por segura de antemano en un 100%.-
El Uruguay de 1999 no existe más. Aquel país, dividido en tres tercios electorales casi idénticos, no existe más. Luis Lacalle Pou lo entendió cabalmente, pero para llegar a la Presidencia de la República fue necesario que surgiera un nuevo actor político, como Cabildo Abierto, para no quedar supeditado a la decisión única del electorado del Partido Colorado, como le pasó a Jorge Larrañaga en el 2009, y a él mismo en el año 2014.
Su «coalición multicolor» hoy ha adquirido entidad propia, y aquel acuerdo electoral en torno de un programa de gobierno elaborado entre octubre y noviembre del 2019, hoy es una realidad que supera la fronteras partidarias. Creer que en el 2024 se va a repetir la misma «magia», que consiste en que el Partido Nacional pone el candidato, y los demás ponen los votos, es un profundo y peligroso error, que le va a costar muy caro a los que secunden ese plan.
Si la Coalición República es hoy -como sin duda lo es- una realidad propia, diferente a la de los partidos que le dieron nacimiento, lo lógico es que se constituya en un lema único de cara al 2024, y elija a través de una elección interna la fórmula que la habrá de representar en las próximas elecciones.
Sólo ese mecanismo permitirá que los diferentes partidos y sublemas internos que integran la Coalición puedan competir en forma cooperativa, hasta desembocar