Con la muerte ayer en Moscú a los 91 años de Mijail Gorbachov, víctima de una larga enfermedad, se fue el último protagonista de primera línea de la «Guerra Fría», que enfrentó a la extinta Unión Soviética y Estados Unidos, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Su memoria choca hoy en Moscú con el intento del nuevo «zar» ruso, Vladimir Putin, de restaurar la hegemonía que ese gigante encerrado en la geografía mantuvo en el este europeo hasta la frontera con Asia. Su ostracismo histórico se ve reflejado incluso en la ceremonia de su sepelio, a realizarse en el cementerio moscovita de Movodevichy, sin los honores reservados a un jefe de Estado.
El respeto que Gorbachov se ganó en Occidente por haber puesto fin a la experiencia comunista en Rusia, comenzada en 1917 con la Revolución Bolchevique y finalizada al cabo de un rápido proceso que se inició con la caída del Muro de Berlín en 1989, contrasta con la frialdad que su memoria despierta en los círculos de poder de Moscú.
En ese sentido, su memoria corre la misma suerte que la de Boris Yeltsin, su sucesor al frente de la Federación Rusa, la entidad política creada luego de la extinción de la Unión de Repoúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Ese papel en la historia, que despierta tanto admiración como odio en la propia Rusia, fue sintetizado or el diputado Leonid Slutski, líder del Paratido Liberal-Democrático, al señalar que «para todos los nacidos en la URSS, Gorbachov sigue siendo una figura histórica compleja y controvertida».
Entre los países que fueron dominados por la extinta urss, como por ejemplo la actual República Checa, su figura despierta admiración y gratitud. El ministro de Relaciones Exteriores de ese país, Jan Lipavsky, dijo que Gorbachov fue «clave» por su papel en abrir espacio a la libertad tanto en la vieja URSS como en los estados satélites de la misma. y sostuvo que «su aportación a la historia es en líneas generales positiva».
En una línea similar se expresó la excanciller alemana Angela Merrke, quien al enviar sus condolencias a Moscú, señaló que Gorbachov fue «un estadista excepcional», cuyo desempeño en aquelloos años «cambió para bien el mundo».
Merkel, nacida en la ex República Democrática Alemana (RDSA), bajo dominio soviético, agregó al referirse al papel de Gorbachov en aquellos años, que «sin su coraje, su su disposición a la apertura, a la glasnost y la perestroika, no hubiera sido posible la revolución pacífica en mi país».
Por su parte, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, también tuvo palabras de elogio para la figura del ex hombvre fuerte de Moscú. En un mensaje conocido anoche, poco después de la noticia, Biden elogió «el coraje y «la imaginación» que a su juicio Gorbachov demostró durante su mandato, y muchos años después.
Más moderada fue la reacción de Pekín. El portavoz de Exteriores chino, Zhao Lijian, sostuvo que Gorbachov tuvo «una contribución positiva» en las relaciones entre ambos países, al impulsar la «normalización» en ese vínculo.
Más lacónico fue el propio Vladimir Putin, que se abstuvo de valorar en su mensaje de condolencias el papel de Gorbachov, limitándose a decir que «influyó enormemente en la marcha de la historia mundial».