Por Pablo Vierci
Según Marx y Lenin, el comunismo era la fase superior del socialismo, pero como el
comunismo se descalabró (quedan dos vestigios testimoniales, Corea del Norte y Cuba,
donde en uno te fusilan por ver series de televisión, y en el otro te encarcelan por
hablar), Uruguay se salteó a los teóricos del materialismo dialéctico para crear sus
propias categorías: la fase superior del socialismo es la Revolución Infantiloide, en su
acepción etimológica, de “actitud infantil de un adulto”.
Tómese lo que sigue como un humilde aporte de quien suscribe a la siempre exuberante
doctrina de la revolución.
Como casi todo en la progresía vernácula, los vecinos argentos funcionan como un
espejo que adelanta, del que se abreva con fruición. El 1º de noviembre de 2019, el
“Presidente Clase A” Alberto, tal vez sin saberlo, plantó lo que sería la semilla de la
nueva doctrina, en la Universidad Tres de Febrero, en una reunión con José Mujica.
Posiblemente iluminado por los presentes, y acicateado por el ambiente académico de la
jornada, explicó que “Los dibujos animados son una forma de control social y Bugs
Bunny es un gran estafador”. Para él, como consigna toda la prensa de la época, con la
llegada de Warner Bros en la Segunda Guerra Mundial “empezó el modernismo”.
“Todos los dibujos animados de la Warner, como Bugs Bunny, el Pato Lucas, Elmer, el
Gallo Claudio, son ejemplos de una disputa entre un tonto y un vivo, donde siempre
gana el vivo”.
Sentadas las bases en el vecino país, Uruguay comenzó con su propia Revolución
Infantiloide, a su manera. Como corresponde a una teoría de esta naturaleza, en este
estudio se la divide en fases, en este caso seis: Halloween, El Berrinche, La Pataleta,
Los Dibujitos, La Merienda Compartida y El Paraíso Infantiloide, es decir, la
utopía inalcanzable. Como siempre, todas las fases tienen el viejo objetivo de quebrar la
sociedad moderada.
1) Halloween
Haollween y sus disfraces de fantasmas, como expresión revolucionaria, hizo su
presentación en sociedad en Uruguay en la asunción del nuevo gobierno, el 1º de marzo
de 2020, cuando el diputado Gerardo Núñez no vino ataviado con corbata ni de sport,
sino disfrazado con una camiseta con la bandera cubana. En su momento pasó
desapercibido, pero con el diario del lunes se puede considerar que fue el iniciador de
una nueva era, mérito que lo acompañará siempre, a pesar de eventuales tropiezos.
A partir de entonces, los disfraces tipo Halloween mutaron y surgieron las “camisetas
parlantes”, que rápidamente se generalizaron, con legisladores en ambas cámaras. Una
conspicua representante de esta fase fue y es la senadora Amanda Della Ventura, que
incluso tuvo una disputa con la presidenta de la sesión cuando quiso asumir la
vicepresidencia de la cámara con un tapabocas rosado y un elocuente SÍ estampado en
la boca, en tiempos de lucha contra la LUC.
El “trick-or-treat” (“dulce o travesura”) del Halloween originario se generalizó y pudo
visualizarse en Uruguay en el tema de las pintarrajeadas a edificios públicos de la
enseñanza: como las autoridades no les daban “dulces”, o sea no atendían sus
variopintos reclamos, les “arrojaban huevos”, es decir se grafiteaba; las autoridades lo
blanqueaban, los revolucionarios volvían a pedir “dulces”, las autoridades se negaban,
se grafiteaba “con huevos” de nuevo y así sucesivamente.
2) El Berrinche
El berrinche tradicional, bastante común en infantes y preescolares, tiende a disminuir
una vez que los niños desarrollan el lenguaje y pueden expresarse mejor. La fase El
Berrinche de la Revolución Infantiloide tuvo un lanzamiento estelar con el cacerolazo
que promovió el PIT-CNT y el FA el 25 de marzo de 2020, a doce días de iniciada la
pandemia. A una tragedia universal, que tenía en jaque a todo el mundo, se la enfrenta
con bochinche, golpeando cacerolas: no hay forma más infantiloide de expresar lo que
no se sabe expresar. El propio Lenin no lo hubiera imaginado mejor.
El Berrinche consiste básicamente en oponerse a todo lo que propone quien ganó las
elecciones, en este caso el gobierno, desde la intervención en Villa Española hasta el
TLC con China, pasando por el avión chavista-iraní, al que no se permitió aterrizar en
nuestro país como parte de la “paranoia de la derecha”, como bien lo expresó el ex
canciller Nin.
También se vio en todo su esplendor cuando el Frente Amplio luchó contra los artículos
de la LUC que ellos mismos habían votado en el Parlamento.
3) La Pataleta
La Pataleta es una fase superior al Berrinche, porque implica una acción, una
movilización. El mejor ejemplo de Pataleta se dio en las manifestaciones de la
pandemia, cuando el gobierno exhortaba a evitar las aglomeraciones. Porque qué mejor
forma de patalear que convocar a cuanta aglomeración se les ocurriera, y no bien
aumentaban los contagios, surgía otra buena excusa para renovar los bríos del
Berrinche y la consecuente Pataleta, con nuevas aglomeraciones.
Hay una relación dialéctica entre El Berrinche y La Pataleta. Siempre que hay
Pataleta hay un Berrinche previo, pero puede haber Berrinche sin pasar a la fase
superior, La Pataleta, cuando no se logra la movilización de las masas.
Ejemplo de esta dialéctica es la lucha contra la LUC. La razón por la que se oponían
obedecía al Berrinche, pero la acción de juntar firmas para el referéndum respondía a
La Pataleta, aunque esta proviniera del Berrinche. Como bien enseña el materialismo
histórico, las fases no son compartimentos estancos, sino que frecuentemente conviven
diferentes fases durante un mismo período, hasta que la sociedad decanta hacia la fase
superior, en el incontenible camino al socialismo, en este caso la Revolución
Infantiloide.
Ocupar centros de estudio, hacer piquetes para impedir la entrada al puerto, a sabiendas
de que es ilegal, es una forma clásica de La Pataleta, en su formulación pura y dura,
porque se sabe que terminará no bien llegue la policía o la autoridad, los “adultos”.
4) Los Dibujitos
El dibujito, en la infancia, es un momento de solaz y descanso, para el niño y sus
padres. Si a los niños les seduce la fantasía de La Vaca Lola, Peppa Pig o La Guardia
del León, el revolucionario infantiloide tiene su propia programación de Dibujitos,
comenzando con los clásicos de la Pantera Rosa y el Gaucho Gadea en la campaña
contra la LUC, u otros personajes, como Nicolás Maduro con sus divertidas ocurrencias,
cuando adelanta la Navidad, charla con Chávez a través de un pajarito o encuentra
pócimas mágicas contra el covid, como la bruja de Blancanieves, pero en este caso la
bruja es buena, popular y progresista.
Ver a Díaz-Canel en televisión explicando a Lacalle Pou cómo debe hacerse un
referéndum, fue un hit de fantasía que solo encuentra parangón en los estudios de
Disney.
5) La Merienda Compartida
La Merienda Compartida es, en la Revolución Infantiloide, un paseo a las fuentes,
para retroalimentarse, lo que los capitalistas llaman “benchmarking”: ir a bañarse a las
playas de Varadero, a Nicaragua a mamar en ese manantial de fraternidad universal, o,
tal vez, recorrer los territorios que fueron de la Unión Soviética, ahora que el ex director
de la KGB, Putin, se puso las pilas.
Esta fase, en Uruguay, todavía no culminó y está muy lejana la fase superior, El
Paraíso Infantiloide, la utopía. De La Merienda Compartida lo mejor está por venir:
el tour que planean José Mujica y Yamandú Orsi a los “referentes de izquierda”. Como
lo expresó el propio Orsi al semanario Brecha: “Pepe puede atar estas piolas en la
región, juntar lo diverso y proponer un rumbo. Él me dijo que quiere hacerlo y me pidió
que lo acompañe”. La idea de Mujica, sigue explicando Orsi, es llevar adelante una
articulación del “nuevo ciclo progresista” para que América Latina supere la
“irrelevancia internacional”, porque “la derecha no tuvo proyecto para la región y
destruyó lo poco que se había construido”.
La Merienda Compartida, según anunciaron, se hará antes del Mundial de Qatar, por
el “Disneyworld progresista”, con los tres sobrinos del Pato Donald: Hugo, Paco y Luis
(Petro, Boric y Lula).