Por Graziano Pascale
Los ciudadanos que en las últimas elecciones votaron a alguno de los partidos que integran la actual coalición de gobierno sólo pueden ver con preocupación y angustia los últimos hechos vinculados a una adjudicación irregular de vivienda por la Ministra Irene Moreira, a los desencuentros políticos que la precedieron, y a los que la seguirán.
Si bien era esperable, en el año previo a las elecciones, un «reacomodo de piezas», el modo en el que se está procesando no está a la altura del mandato recibido en las urnas.
La falta de un lema común para albergar a todos los partidos de la Coalición no hace más que agravar el actual panorama. Al carecer de la posibilidad de actuar como «sublemas», atados a un destino común, la fuerza centrífuga del conflicto político hace tambalear a toda la Coalición.
En los últimos años, y por diferentes medios, este columnista ha sostenido en forma pública y reiterada la conveniencia del lema común. A regañadientes, se aceptó para Montevideo. Ahora es necesario llevarlo al plano nacional, con convicción y firmeza.
Esta aspiración su sustenta en el convencimiento de que el sistema político uruguayo, por imperio de la reforma constitucional del año 1996, ha virado hacia un nuevo “bipartidismo”, que requiere por tanto que la oferta electoral se ajuste a esa nueva realidad.
Los partidos que adhieren al sistema democrático republicano de gobierno; respetan la primacía de la ley sobre el capricho de los gobernantes; practican la tolerancia con quien piensa distinto; defienden la economía libre y abierta que permite a las personas alcanzar sus propias metas; creen en la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos, y rechazan cualquier forma de gobierno dictatorial que viola los derechos humanos y las libertades básicas, están llamados a unir sus fuerzas en el futuro inmediato, para preservar esos valores y principios consagrados en nuestra Constitución.
Este llamado no implica abdicar de las tradiciones y los sentimientos de quienes adhieren a los partidos fundacionales, columnas de nuestro sistema democrático, ni tampoco promover su fusión en un partido nuevo. Por el contrario, se trata de adaptarse a la nueva realidad electoral, en la que uno de los polos del nuevo “bipartidismo” actúa claramente bajo las nuevas reglas, mientras que el otro polo sigue actuando conforme a las reglas que la reforma de 1996 dejó obsoletas.
El lema común, además, es la herramienta que permite a los partidos actuar en pie de igualdad en la selección y elección la formula electoral que los representará en la elección nacional. El actual formato otorga clara ventaja al partido mayor de la coalición, lo cual termina conspirando contra la chance de toda la Coalición, operando como un obstáculo para quienes no se identifican con esa colectividad, como claramente lo demuestran los resultados de los últimos balotajes. Un lema común permitiría que la fórmula presidencial reflejara la diversidad de partidos de la propia Coalición.
Desde aquí, llamamos a los votantes de todos los partidos de la Coalición a adherir a esta convocatoria, para que esta aspiración se acerque más a convertirse en realidad. En esa tarea nos empeñaremos en los próximos meses.