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Contraviento

Argentina: ¿a favor o en contra del gobierno?

23 octubre, 2023

Por Graziano Pascale

Toda elección, cualquier elección, siempre es, en primer lugar, a favor o en contra del gobierno. Esto vale tanto para los sistemas en los que hay reelección presidencial como para aquellos que no la admiten. Si el votante considera que el gobierno hizo las cosas más o menos bien, suele acompañar con su voto al candidato que lo representa en las elecciones. En caso contrario, lo sanciona votando por el candidato opositor.

Traslademos este concepto a la elección argentina de ayer. La sorpresiva votación del candidato oficialista, y al mismo tiempo ministro de Economía del desborde inflacionario y el dólar sin techo, se alzó con el 36% de los votos, y se convirtió en el ganador claro de la primera vuelta. Resulta difícil entender ese resultado como un voto de apoyo al gobierno y a su gestión como ministro de Economía. Por tanto la explicación hay que buscarla en otro lado.

Lo primero que debe decirse, entonces, es que el candidato oficialista se benefició por la división del voto opositor. Un candidato que hubiera sido capaz de unificar a la oposición ayer se hubiera consagrado vencedor en la primera vuelta. Sin embargo eso no ocurrió, y aquí tenemos una de las razones del resultado de anoche.

Este aspecto se ve con más claridad en el resultado en la provincia de Buenos Aires, donde el oficialista Axel Kiciloff, cuyo jefe de gabinete Martín Insuarralde quedó envuelto en un escándalo sexual y de corrupción gigantesco a pocos días de las elecciones, salió airoso con el 45 % de los votos frente a una oposición dividida que si hubiera concurrido con un candidato único hubiera triunfado con casi el 55% de los votos.

La segunda explicación tiene que ver con la utilización hasta extremos increíbles del aparato estatal para torcer la voluntad de los votantes. Eso se observó tanto a nivel de la publicidad, utilizando los monitores de las estaciones de trenes para exhibir una supuesta tarifa sin subsidios en contraste con la tarifa subsididada, más ventajosa para el viajero, como en el de las medidas concretas de gobierno, como fue el reparto de dinero llamado «plan platita», que fue la expresión más descarnada de la compra de votos con dineros públicos.

Las explicaciones pueden seguir por el análisis de las equivocadas estrategias políticas de los comandos de las candidaturas opositoras, en especial las de Patricia Bullrich, que se centró más en el ataque al otro candidato opositor que al propio candidato del gobierno. En este rubro merece también considerarse la agresiva campaña de Milei, plagada de insultos, descalificaciones y propuestas estrafalarias, que sus candidatos a diferentes cargos debían luego explicar, justifcar o desmentir, según fuera el caso.

Massa se las ingenió par que la economía colapsada, y el gobierno casi vacante por la desaparición del escenario tanto del presidente Alberto Fernández como de la vice Cristina Kirchner, no fueran parte determinante del debate electoral, que tampoco pareció verse afectado por los escándalos de corrupción conocidos en las últimas semanas.

La batalla decisiva es el próximo 19 de noviembre. La oposición ahora quedó con la única opción de Javier Milei, cuya campaña previa pareció diseñada para un balotaje con Patricia Bullrich en lugar del candidato del gobierno. Ahora deberá tratar de cicatrizar en pocas semanas las heridas que dejó en sus adversarios, y tender puentes con sus adversarios. Los grandes números parecen favorecerlo a priori, porque la oposición sumada supera con holgura el 50%.

Sin embargo, para poder capitalizar todo el voto opositor Milei deberá dar un giro drástico a su campaña. Es probable que en esa tarea, así como en la de dar un nuevo aire a su relación con Juntos por el Cambio, tenga un lugar de destaque Mauricio Macri, el ex presidente que supo llevar en su momento al triunfo a las fuerzas no peronistas del país.