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Contraviento

La falsa ignorancia de Cosse

19 diciembre, 2023

 

La justificación de la jerarca para firmar el pedido de llamado a plebiscito no es fruto del desconocimiento, sino de la hipocresía y el intento de engaño sistemático a la población

 

 La explicación de la Intendente de Montevideo para fundamentar su firma en el pedido de plebiscito por la trágica reforma jubilatoria merece ocupar un lugar destacado en el Manifiesto del FAPIT, cuando se escriba.

Antes de entrar en el análisis del contenido de su declaración explicativa o exculpatoria, vale comprender que su primera intención es convencer al propio Frente Amplio, (ahora súbdito velado del trotskismo o del marxismo del Pit-Cnt) de que obedece su decisión de no acompañar el plebiscito de los mismos autores del referéndum antiLuc, ya que dada su importancia -merecida o no- dentro de su alianza, firmar el petitorio es sinónimo de estar de acuerdo con él, lo que se choca con la decisión partidaria.

Una hipocresía

Decir que firma para dar la oportunidad de que se debata el tema es una hipocresía para dejar contentos a sus mandantes gremiales de izquierda pura y dura y al Frente, que al menos posa como si fuera de izquierda algo moderada.

Cuando luego pasa a explicar lo que según ella serán los pasos y las opciones que se plantean en el delirante e irresponsable articulado de la propuesta sociocomunista, intenta hacer creer, tanto a los partidarios propios como al resto de la sociedad que efectivamente se trata de un debate, de una discusión pública en el Parlamento, de una posibilidad de negociación en la Asamblea, de la posibilidad de un proyecto consensuado.

La Constitución es simple y clara. Nada de todo eso existe. Si se obtiene la cantidad necesaria de votos para el llamado a plebiscito, se someterá a votación el texto que se conoce, sin alteración alguna. La única opción posible es que los legisladores presenten un proyecto alternativo, de modo que en vez de votar sólo por el sí, el electorado vote por una u otra propuesta.

Un referéndum derogatorio encubierto

Y justamente, el Parlamento ya ha votado recientemente y aprobado una reforma, cumpliendo todos los requisitos para sancionar una ley, incluyendo un largo debate, sin caer en el error de usar la Constitución para incluir dádivas, privilegios, instantaneidad de cumplimiento, déficits ruinosos y garantías imposibles de cumplir. Este es un plebiscito derogatorio, una suerte de referéndum, que anula una ley que se acaba de dictar y que además perpetúa un sistema jubilatorio obsoleto con parámetros inviables que no se aplican prácticamente en ningún país más o menos serio en el mundo.

Como ya se ha dicho aquí, se trata de forzar la mano de cualquier gobierno futuro para obligarlo a aplicar impuestos que graven especialmente el ahorro y el capital, propósito único del marxismo con cualquier apodo. Coronado con la confiscación lisa y llana de bienes de empresarios y de trabajadores, lo que tendrá un duro efecto en el crecimiento y el bienestar orientales.

Cosse, pese a su pose de panelista de farándula desconectada de la realidad, no ignora lo que dice la Constitución, ni el contenido del plebiscito, ni los mecanismos sucesivos para su tratado y aprobación, ni sus efectos sobre los trabajadores, sus propios partidarios y la población entera. Ni los efectos económicos, ni los efectos legales.

En ese último aspecto, no desconoce que un articulado así incorporado puede ser inconstitucional aunque sea introducido en la Constitución. Además de que puede ser de cumplimiento imposible. Como si se introdujese un artículo que permitiese matar a cualquiera, o robarlo en la vía pública. O simplemente un articulado que obligase al estado a pagar cada año a cada ciudadano 50,000 dólares, en un ejemplo tan descabellado como el plebiscito en cuestión.

Una farsa para propios y extraños

De modo que cuando la mandamás de Montevideo dice lo que dijo, no está haciendo gala de su ignorancia, sino que está engañando a sus socios no evidentes y a sus socios evidentes, además de a toda la población.

Seguramente el número de firmas para incluir la obligatoriedad de votar el plebiscito se alcance, y hasta es bastante probable que logre imponerse, siendo como es una maniobra populista de manual, y versando sobre un tema que resultará muy atractivo para una sociedad que tiene vocación de dádiva y de esperar que alguien rico le solucione sus problemas y le arregle su vida. Finalmente, el populismo nunca es un fenómeno unidireccional, sino que es de una correspondencia biunívoca entre pueblo y políticos.

Es posible que ese fin le haga creer a la Intendente de Montevideo que alcanzarlo justifica los medios, y hasta le haga considerarse una estratega del marxismo que tanto y tan generosamente le ha dado.

Pero en este tema, donde para vender un atropello a la Constitución, a la seriedad económica, a la sociedad y a la seguridad jurídica adopta la misma pose de inocencia y simpleza que le sirvió para explicar o no explicar tantos desaguisados, está maliciosamente regando fuera del cantero, como dice el dicho popular, o tirando la basura fuera del contenedor, para ser coherente.