Un sombrío panorama sobre la situación de la industria pesquera nacional, que tiene como resultado la virtual paralización que vive el sector desde fines de diciembre pasado, trazó el presidente de la Cámara de Industrias Pesqueras, Juan Riva Zuchelli, entrevistado en el programa Otra Mañana, de Radio Oriental por el periodista Francisco Morales.
La situación afecta a una docena de armadores, que manejan 54 barcos, y a seis plantas de procesamiento de pescado, que en total generan más de 5.000 puestos de trabajo en forma directa o indirecta- A lo anterior hay que agregar las pérdidas que por la paralización de actividades registra el propio Estado, por la abrupta disminución de ingresos al Banco de Seguros del Estado, la Dirección General Impositiva y el Banco de Previsión Social, entre otros organismos que están directamente vinculados a la marcha del sector.
De los 54 barcos actualmente en servicio, 33 están afectados a la pesca costera, y 21 a la pesca de altura. A mediados de la década pasada, el total de barcos ascendía a 150, lo cual da la idea de la pérdida de dinamismo de la industria y del descenso del volumen de pescado destinado a la exportación, que supera el 90% del total producido. Actualmente se exportan 130 millones de dólares anuales, mientras que hace 10 años ese monto llegaba a los 250 millones.
Riva Zuchelli ratificó el comunicado emitido por las cámaras del sector a comienzos de mayo, en el que se calificaba de «catástrofe» el panorama que vive actualmente la pesca. «Para dar una idea de la magnitud del problema, basta decir que en Solís de Mataojo, a 30 kilómetros de Minas, hay 250 personas sin trabajo que estaban empleadas en la planta de procesamiento de pescado que existe allí. El país esta impactado por la posible pérdida de 150 puestos de trabajo en la planta cervecera de Minas, que obviamente es un problema serio y preocupante. Pero de la situación de Solís de Mataojo no se habla», dijo.
«La actual situación nos muestra un panorama en el que todos pierden. Los trabajadores pierden millones en salarios, las empresas pierden millones porque deben atender costos fijos sin recibir ingresos, y el Estado deja de percibir una fortuna si se suma todo lo que dejan de percibir la Impositiva, el BPS y el Banco de Seguros», afirmó Riva Zuchelli.
Consultado sobre el retiro del sector empresarial en las negociaciones por un nuevo convenio salarial, dijo que no tenía sentido negociar salarios si de antemano se sabe que no se podrán pagar en el actual estado de cosas. «Sabemos que se están haciendo esfuerzos y hay preocupación a nivel oficial por encontrar soluciones, pero en la medida en que aún las mismas no se han adoptado, sería irresponsable entrar en una negociación sin conocer el marco en el que se va a desarrollar nuestra actividad en el futuro», explicó el dirigente empresarial.
Una década de retroceso
Al ser preguntado sobre las razones que llevaron al actual estado de situación, Riva Zuchelli dijo que el sector está viviendo las consecuencias de una década en la que se fueron tomando decisiones que afectaron negativamente la ecuación económica de la pesca, al tiempo que se desatendía o no se cumplían compromisos para fomentar el desarrollo del sector. En este sentido mencionó la ausencia de investigación de los recursos pesqueros («el barco de investigación Aldebarán está parado hace seis años»), y la inexistencia de un Instituto Nacional de Pesca, tal como existe en otros sectores productivos como la carne, la leche y la vitivinicultura, que pueda establecer políticas nacionales para el sector a través de un Fondo de Desarrollo a nutrirse con los recursos que percibe la actual Dirección Nacional de Recursos Actuáticos (DINARA).
En el rubro estrictamente económico, mencionó las normas que bonifican los años de trabajo para los operarios del sector, que rigen desde el gobierno del presidente Vázquez, ampliados a los oficiales de los barcos por un decreto del presidente Mujica. «Se comenzó estableciendo a los efectos jubilatorios tres años por dos de trabajo real para los marineros, y de cuatro por tres para los oficiales, aportando por los ingresos reales. Eso se hizo en el supuesto de que la vida laboral se acortaba en la pesca con relación a otros sectores, pero sin base a estudios reales. De hecho el promedio de edad hoy de quienes trabajan en la pesca como patrones, es decir, como capitanes de barcos, es de 56 años, llegando a tener algunos patrones con 70 o más años de edad», señaló.
Todos estos factores, a juicio del dirigente empresarial, obstaculizan el crecimiento del sector, que a su juicio tiene un enorme potencial. «La pesca está en condiciones, no bien se eliminen algunas de las trabas y obstáculos que tiene, de duplicar su producción, generando alrededor de 300 millones de dólares de exportación, lo cual además redundará en más puestos de trabajo directos e indirectos, mejores ingresos para los trabajadores y para el propio Estado», señaló.