Graziano Pascale
La reforma electoral de 1996, con la introducción del balotaje, fue la semilla de un nuevo sistema bipartidista bajo el ropaje de las coaliciones. Cuando hay un único cargo en disputa, como la Presidencia de la República, es esperable que en el largo plazo se formen dos partidos (o coaliciones) para competir con igualdad de condiciones. Cuando ello no sucede, estamos ante un sistema de partido hegemónico, como fue el Uruguay con el Partido Colorado mientras duró la división del Partido Nacional en dos lemas, o México, con el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
En el caso de los gobiernos departamentales, la mayoría automática en la Junta al partido de mayoría relativa es un freno a un modelo de alternancia democrática, ya que frustra las posibilidades de la oposición, especialmente cuando está dividida en varios partidos.
Esta realidad es comprobable en todos los departamentos, pero especialmente en Montevideo, donde la histórica hegemonía colorada fue sustituida por la del Frente Amplio, básicamente por las mismas razones. El triunfo en Montevideo de la coalición de izquierda en 1989 fue el primer paso para llegar al gobierno nacional, en el cual, además, hubiera permanecido por varias décadas de no haberse introducido el balotaje en 1996.
Los partidos fundacionales entendieron tardíamente que la única forma de competir en Montevideo era a través de una alianza electoral. Así se forma, luego de frustradas iniciativas en las dos últimas elecciones, el lema Coalición Republicana (CR) para los comicios del próximo año.
Llegados a este punto, sólo el Partido Nacional se preparó para esta instancia, pero la falta de una estrategia similar en el resto de los partidos de la CR puede volver a frustrar el intento de una alternancia democrática en la capital del país, que la realidad reclama a gritos.
La reforma del 96, para evitar el «cambio de camiseta» de los candidatos entre las elecciones internas y las nacionales, prohibió a quienes competían en las primarias por un partido, poder hacerlo por otro en la elección nacional o departamental siguientes.
Esta prohibición limitaba la creación de nuevos partidos, porque es natural que los aspirantes a los gobiernos departamentales también pretendan acceder a un cargo de representación parlamentaria.
Así las cosas, el propio sistema era una valla contra la rotación de los partidos en los gobiernos departamentales, especialmente en Montevideo.
El Partido Nacional, luego de la frustrada experiencia de Laura Raffo, entendió a fondo el sistema y «reservó» el nombre del ex ministro Martín Lema para competir en Montevideo. Pero la estrategia puede quedar trunca sin el compromiso a fondo del resto de la CR para intentar el relevo en la capital, luego de siete victorias consecutivas del Frente Amplio.
En Cabildo Abierto parecen haber entendido la nueva realidad que trajo aparejada la creación del nuevo lema, y ha trascendido que piensa impulsar a la Intendencia de Montevideo a un dirigente particularmente activo en las redes sociales, como es el coronel Roque García.
En este escenario, la candidatura de Pedro Bordaberry resultaba «cantada» porque, además de su popularidad, tenía el plus de no haber competido en la interna, lo cual le permite ser candidato al Senado por el Partido Colorado,y a la Intendencia por la CR. Así lo entendió Andrés Ojeda, cuando propuso días pasados su nombre para competir en Montevideo.
La negativa inicial de Bordaberry es una mala noticia para la CR, y es al mismo tiempo un error político del ex senador, que parece haberse concentrado en la lucha interna colorada, relegando el objetivo de conquistar Montevideo, luego de 35 años de gobierno frentista. A una edad en la que la aspiración a volver a competir por la Presidencia de la República no puede descartarse, la posibilidad de intentarlo desde el ejercicio de un cargo ejecutivo como es la Intendencia de Montevideo, que concentra algo menos de la mitad de todo el electorado nacional, amplía las posibilidades de ganar.
El error también perjudica al Partido Colorado, pues al tener concentrado en Montevideo a la mayor parte de su electorado, lo priva de poder competir de igual a igual con Martín Lema en las próximas elecciones.