Una Maniobra para Engañar a la Ciudadanía
Arturo De León
En los últimos años, ha emergido una narrativa que sitúa la figura de José Batlle y Ordóñez como fuente de inspiración para sectores progresistas, especialmente dentro del Frente Amplio. Desde la campaña de 2019, candidatos como Daniel Martínez, Carolina Cosse y ahora Yamandú Orsi han buscado apropiarse de elementos del Batllismo para conectar con votantes moderados, estableciendo un paralelismo entre las ideas del viejo Partido Colorado y los principios de justicia social que promueve el Frente Amplio.
La estrategia intenta vincular el legado de Batlle y Ordóñez —con su énfasis en derechos sociales y la construcción de un Estado de bienestar— con los ideales de izquierda que hoy predominan en el Frente Amplio, especialmente aquellos influenciados por corrientes marxistas. Sin embargo, cabe recordar que el batllismo histórico, aunque se puede considerar de izquierda en términos de su enfoque progresista y reformador, no era marxista. La ideología de Batlle se enfocaba en un Estado interventor que promovía derechos y servicios públicos, pero siempre en el marco de la democracia liberal, rechazando las ideas revolucionarias y colectivistas del marxismo.
La Distorsión del Legado Batllista
El Frente Amplio ha tratado de construir una narrativa que reivindica la tradición batllista, reinterpretándola desde una óptica más alineada con ideas socialistas y progresistas actuales. El Batllismo original defendía un Estado fuerte, pero respetuoso de las libertades individuales y con una economía orientada al libre mercado con intervención limitada, mientras que la izquierda contemporánea promueve un Estado más intervencionista y una economía orientada al colectivismo.
Esta reinterpretación del Batllismo ha sido utilizada por ciertos políticos que, enfrentando la pérdida de relevancia dentro de sus partidos tradicionales, han migrado hacia la izquierda para mantenerse vigentes. A menudo, la invocación al Batllismo se hace de forma superficial, destacando solamente aspectos populares de su legado, como la expansión de derechos sociales, pero ignorando su rechazo a ideologías radicales. En muchos casos, se trata más de una estrategia de supervivencia política que de una convicción genuina en los principios batllistas.
¿Batllismo Progresista o Marxismo Ligero?
Es crucial destacar que el Batllismo de José Batlle y Ordóñez era una forma de socialismo democrático que no buscaba la abolición de la propiedad privada ni la lucha de clases, elementos fundamentales del marxismo que sí están presentes en las corrientes de izquierda dentro del Frente Amplio, como el Partido Comunista o sectores influyentes del MPP y MLN . Por el contrario, Batlle y Ordóñez defendía una visión de modernización del país a través de reformas sociales, educación pública y la creación de un Estado protector, pero siempre bajo un marco capitalista moderado.
Una Estrategia de Supervivencia Política
La apropiación del «batllismo de izquierda» busca captar a un electorado nostálgico de la vieja política socialdemócrata uruguaya, que ve con escepticismo las políticas que apuntan a la libertad. Sin embargo, este discurso es visto por muchos como oportunista. En lugar de ofrecer una propuesta coherente de políticas públicas, se apela a un electorado que añora los tiempos de un Estado benefactor sin considerar los cambios socioeconómicos y la evolución ideológica de los partidos.
El fenómeno también evidencia la descomposición de los partidos tradicionales, especialmente el Partido Colorado, que ha perdido relevancia y presencia electoral. Ante este panorama, algunos políticos han optado por migrar hacia el Frente Amplio, justificando su cambio con argumentos de evolución ideológica, pero que en realidad parecen responder más a la necesidad de mantenerse en el juego político.
Conclusión
La utilización del batllismo por parte del Frente Amplio revela una mezcla de pragmatismo político y una estrategia de captura de votos. Sin embargo, esta narrativa distorsiona el verdadero legado de José Batlle y Ordóñez, un líder de izquierda pero no marxista, cuyo enfoque progresista se enmarcaba dentro de una democracia liberal. El uso del «batllismo de izquierda» para legitimar posiciones de izquierda radical es, en el mejor de los casos, una simplificación histórica, y en el peor, una manipulación de los principios batllistas para obtener réditos electorales, engañando así a una ciudadanía que busca coherencia y honestidad en sus líderes políticos.