Graziano Pascale
Corría el mes de agosto del año 2014. La entonces senadora Lucía Topolanski, uno de los puntales del gobierno de su esposo, José Mujica Cordano, tomó nota del bajón que las encuestas mostraban en la intención de voto hacia la fórmula Vázquez-Sendic, y pronunció una frase que hizo historia: «el susto despertó al mamado». El conocido dicho popular refería en este caso al temor que la mala gestión de Mujica, las desavenencias internas del Frente Amplio, y el avance de la oposición encabezada entonces por el ascendente senador Luis Lacalle Pou, pudieran erosionar a tal punto las chances electorales del Frente Amplio (el «mamado» en la frase de Topolanski), que pondrían en riesgo su victoria en las elecciones de aquel año.
La advertencia surtió efecto, y todo el aparato militante de la coalición de izquierda se puso a trabajar con intensidad, al punto de que finalmente logró retener el gobierno, aunque por una escasa diferencia no pudo alcanzar el triunfo en el primer intento de octubre, como si había ocurrido en la elección del año 2004, cuando Vázquez llegó a la presidencia en primera vuelta con el 51,7% de los votos.
La necesidad de un cambio de rumbo ya se vislumbraba en el país, aunque el peso del aparato del gobierno -Giulio Andreotti decía que el poder desgasta al que no lo tiene- postergó la rotación en el poder durante un período más, cuando Lacalle Pou alcanzó la Presidencia al frente de lo que entonces denominó la «Coalición Multicolor», que logro mantener unida durante los cinco años de su mandato, y dejarala en condiciones de retener el gobierno en manos de su delfín y mano derecha durante todo el quinquenio, Álvaro Delgado.
La experiencia de la pasada campaña electoral así como el ejercicio del gobierno de la alianza de blancos y colorados, junto a Cabildo Abierto del general Manini Ríos -un partido de aluvión alimentado por blancos, colorados y ex votantes de Mujica en su gran mayoría- y al disminuido Partido Independiente de Pablo Mieres, crearon las condiciones para que el movimiento popular que alcanzó el triunfo en el 2019 se transformara en la Coalición Republicana, que fue inscripta este año en la Corte Electoral como lema para competir en las elecciones departamentales del próximo año en Montevideo, Canelones y Salto.
El antecedente ineludible de la creación de ese espacio político fue el llamamiento realizado en junio de año 2023 por medio de centenar de ciudadanos activos en las redes sociales, del cual dimos cuenta en su momento en este mismo portal, haciéndonos eco de aquel manifiesto que hoy puede leerse en la cuenta @coalicionrep en la red social X.
Aunque ignorado en su momento tanto por los líderes políticos como por los medios de prensa (con excepción de CONTRAVIENTO), aquel manifiesto se anticipó con claridad a lo que ocurriría al año siguiente, cuando por la miopía de la dirigencia política, el 48% de los votos que obtuvieron los partidos de la Coalición que votaron separados, impidieron que alcanzara la mayoría en el Senado, que hubiera sido la consecuencia natural de haber concurrido a las urnas con un lema único, como planteaban aquellos ciudadanos un año atrás.
Un anuncio esperanzador
Aunque aquel manifiesto sigue siendo el gran ignorado tanto por los líderes como por los medios de prensa, la realidad fue más fuerte que el ninguneo, y hoy se abre camino la idea de concurrir a las próximas elecciones con un lema único, como el sentido común y la lectura correcta del proceso político aconsejaba hacer ya en esta elección.
Se trata del comienzo de una nueva etapa en la historia política del Uruguay, y así debemos entenderlo. Las viejas divisas, que como un sendero abierto a campo traviesa durante la creación del Uruguay y su consolidación como Estado independiente nos lleva al origen mismo de nuestra patria, son hoy las depositarias de los valores y los ideales que hicieron brillar al Uruguay en el concierto de los países del continente. División de poderes que impiden el desborde del Ejecutivo sobre la justicia y el Parlamento; separación de la Iglesia y el Estado como piedra angular del respeto a todas las creencias religiosas y la neutralidad del Estado con relación a ellas; supremacía de los derechos individuales tanto políticos como económicos sobre los de las corporaciones, los partidos y el propio Estado; libertad de expresión y elecciones libres y justas sin posibilidad de fraude, conforman las bases de ese acuerdo político destinado a preservar los valores esenciales de la República en el Uruguay.
La terquedad de los hechos y la voz libre de los ciudadanos que ahora pueden hacerse oír a través de las redes sociales han llevado al país hasta este punto. Ahora corresponde llenar el nuevo instrumento de contenido que ponga al país nuevamente a la vanguardia del continente. Las nuevas generaciones están llamadas a dejar atrás el pasado y a construir ese futuro que llega cargado de esperanza.