Saltar al contenido
Contraviento

Espejos rotos: el narcisismo colectivo como combustible populista

28 marzo, 2025

Beatriz López López (@belolo22)

Los populismos no planifican ciudades, planifican la toma del poder. Mientras
prometen paraísos de justicia social o recuperación de grandezas perdidas, estos
movimientos resultan en la conquista y retención del poder más que en la
construcción de infraestructuras y capacidades para futuros sostenibles.
Por otro lado, la psicología ha observado un incremento preocupante en los trastornos
narcisistas que trascienden lo individual para manifestarse colectivamente,
especialmente en aquellos países donde la autorreflexión crítica ha sido reemplazada
por narrativas de victimización y “amiguismo crónico”, donde se requiere un saber
hacer para que el país o las instituciones prosperen.
El narcisismo como fenómeno social produce sociedades que:  Rechazan sistemáticamente la autocrítica.  Buscan explicaciones externas para problemas internos.  Construyen narrativas históricas donde son en su discurso perpetuamente víctimas. (Adicción al trauma y drama).  Evitan la responsabilidad individual y colectiva.  Idealizan figuras salvadoras que refuerzan la idea que poseen de su autoestima
colectiva.  Tienen apego y fanatismo a la “causa mayor”. “Ponen heladeras de presidentes” ante la ceguera popular. (Dichos del exvicepresidente Sendic).  Tienen elevada voz del cinismo.  Niegan mejoras actuales para mantener narrativas de agravio.  Aplazan acciones haciendo comisiones.  Aparecen personas que dicen que van a matar a todos porque “alguien” le hizo daño.

Cuando cultivas chivos expiatorios abres un espacio para que esto suceda.
Este patrón se evidencia en la tendencia a responsabilizar exclusivamente a Estados
Unidos, el «imperialismo», las «potencias extranjeras» o las «élites» de todas las
dificultades internas, ignorando incluso que las intervenciones externas requieren
habilitación nacional.

Las raíces de la evasión del autoconocimiento: Rechazamos el autoconocimiento porque priorizamos proteger nuestra autoestima, aun distorsionando la realidad.
Nuestras sociedades cargan con traumas históricos derivados de la conquista,
colonización y dictaduras que, en lugar de procesarse constructivamente, se han
convertido en puro discurso. La vida sucede en la experiencia no en el discurso.
Este narcisismo colectivo sucede en los contextos que lo hacen posible tales como:
a) Sistemas educativos deficientes: Privilegian la ideologización y memorización
sobre pensamiento crítico, produciendo ciudadanos con datos pero sin
herramientas que cultiven la capacidad de cuestionamiento analítico profundo y
por ende no tomarán riesgos.
b) Cultura de inmediatez: La «macdonalización del pensamiento» ofrece soluciones
simplistas para problemas complejos, impidiendo análisis de los subyacentes.
c) Tecnología deshumanizante: Nos aleja de interacciones humanas genuinas,
debilitando el sentido comunitario fundamental para sociedades saludables.

La socialidad” (1) presencial genera el sentido comunitario fundamental para una sociedad saludable y según lo que cultivamos es lo que tendremos en la convivencia ya que es allí donde se expresa la democracia.

El vínculo entre narcisismo social y populismo.

El líder populista funciona como proyección narcisista colectiva, donde los ciudadanos
se ven reflejados, generando la ilusión de «yo podría ser presidente». Esta identificación trasciende la mera simpatía ideológica; constituye un mecanismo psicológico donde la compasión se transforma en voto, revelando un electorado que valora más la conexión emocional con figuras que no desafían su
autocomplacencia.
José Mujica es Embajador de este punto. Su imagen de austeridad y sencillez durante
su presidencia (2010-2015) fue internacionalmente interpretada como humildad admirable, mientras localmente se reconocía como su modo habitual de vida,
caracterizado por cierta desidia. Sus declaraciones coloquiales —incluyendo frases
como «para que me respeten me gusta entrar con una 45 a un banco» o «no se
pongan delante de las tanquetas»— reflejaban una arrogancia pasiva y gusto exacerbado por el poder.
La preferencia por candidatos con quienes «se sienten iguales» en la sociedad uruguaya, históricamente sofisticada y vanguardista, revela una paradoja neurobiológica del populismo: la apariencia de cercanía al pueblo operó como mecanismo de desactivación del pensamiento crítico, mientras su
comportamiento proyectaba un mensaje subliminal “me visto como quiero porque yo
hago lo que quiero”, manifestación que al tiempo de ser infantil disfraza la arrogancia
pasiva con ropajes de austeridad.
Encontraron en Mujica un reflejo que lejos de interpelarlos hacia la excelencia o el
crecimiento, les permite permanecer en su zona de familiaridad sin el incómodo espejo de la superación personal o la exigencia intelectual. Esta afinidad con lo conocido y previsible representa no tanto un acto de identificación positiva sino una evasión tácita del desafío transformador que implicaría reconocer y aspirar a algo más allá de sus propias limitaciones autoimpuestas.
La evasión de mirarse al espejo es el rechazo al autoconocimiento, lo que trae de la mano la ira y el resentimiento a largo plazo, que el populismo sabe aprovechar y lo
hace también a través de los sindicatos. En la paradoja sindical hay un conservadurismo exacerbado bajo un discurso progresista. Algo muy populista poner títulos que son opuestos al hacer. Los sindicatos educativos uruguayos ilustran perfectamente el narcisismo
institucional: mientras enarbolan la bandera de derechos laborales, sabotean sistemáticamente reformas educativas necesarias. ¿Quiénes pierden 10 a 0? Los niños y los jóvenes que dicen defender. Esta sacralización de estructuras obsoletas se replica en sindicatos empresariales que paralizan operaciones enteras por motivos triviales —como la falta de mayonesa— mientras los trabajadores pierden salarios diarios. Ambos casos revelan la misma patología: gestos simbólicos de poder
priorizados sobre resultados tangibles, externalización de costos (los dirigentes
mantienen sus ingresos durante paros) y ceguera ante la totalidad sistémica. Estas
estructuras, originalmente protectoras de derechos legítimos, han mutado en
mecanismos narcisistas de autopreservación que, rechazando toda evaluación crítica,
terminan socavando precisamente los intereses que declaran defender.

El aspecto más insidioso del populismo es su promesa de reparación narcisista sin
exigir transformación profunda, fomentando una ciudadanía infantilizada. Ofrece
restaurar grandezas perdidas o alcanzar justicias postergadas sin demandar la
reflexión dolorosa o los cambios culturales que toda evolución genuina requiere. La
verdadera transformación ocurre solo cuando tomamos consciencia de nuestros puntos
ciegos y actuamos desde ese nuevo entendimiento—imposible sin «tirarse al agua».

Conclusión: el espejo detrás de la cortina de humo.

Las bombas narcisistas del populismo trascienden lo metafórico, evidenciadas en las
recientes amenazas a universidades y centros comerciales. La ausencia de una voz
ministerial tranquilizadora plantea interrogantes: ¿es la amenaza interna o externa?
¿Quién habita dentro o fuera del sistema? Estas preguntas nos invitan a examinar
capas más profundas en nuestra dinámica social.
El uso del miedo como herramienta revela una patología narcisista profunda—ya sea
de grupos específicos o potencialmente institucional, como sugiere la declaración
derrotista del Ministro sobre «la batalla perdida contra el narcotráfico.» Las incongruencias temporales y procedimentales en estos incidentes abren grietas en nuestro espejo colectivo, exponiendo distorsiones que preferimos ignorar.
El verdadero desafío no está en prevenir amenazas físicas sino en cuestionar las
estructuras internas que perpetúan estos ciclos. La bomba más devastadora no
apunta a edificios, sino a nuestra consciencia colectiva: ese silencioso autoengaño que,
al elegir narrativas convenientes sobre verdades incómodas, condena nuestra
sociedad al estancamiento perpetuo.

1.- Socialidad es uno de los elementos fundantes de lo humano (Neurobiología del conocer y la comunicación humana)