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Contraviento

No se olviden de la AMIA, ni del avión iraní

18 julio, 2022

“…Los argentinos tienen hoy, tantas causas y excusas como nunca antes, para practicar lo que ya es deporte nacional: hacer que las causas judiciales se pierdan en la eternidad del olvido. Interesados en que eso pase, sobran…”

“y en verdad os digo
que morir no muero,
con el cuerpo muerto
sino muerto de olvido”

El 25 de enero de 1997, en el exclusivo balneario argentino de Pinamar, apareció el cadáver del fotógrafo de la Revista “Noticias” José Luis Cabezas, dentro de un auto incendiado. Era él, el que había puesto cara y portada a Alfredo Yabrán, el hombre sin rostro, el poder detrás del poder de la década menemista.

Desde entonces y por años “No se olviden de Cabezas” se convirtió en el lema, repetido hasta el infinito, de todo reclamo de justicia y desesperado clamor contra el olvido, al que los pueblos, lamentablemente, suelen ser tan permeables. Nadie recuerda nada para siempre. Pasó con Cabezas. Veinte años después, solo era material para Netflix y, como todo lo importante en la Argentina, relacionado con el poder, se perdió en la impunidad. La embajada de Israel, la AMIA, Nisman, una larga lista posterior de horrores, siguieron el mismo derrotero. Tanto así que hoy, 18 de Julio, se cumplen 28 años del horror de AMIA y ya sabemos, porque justicia que tarda no es justicia, que tal no habrá y a lo sumo se podrá esperar que impunidad, en este caso al menos, no haya.

En 2007 un avión de ENARSA con varios funcionarios argentinos y un venezolano, llegó a Argentina. Entre muchas, una valija -que como tantas otras antes- no debía ser revisa, fruto de algún cambio inesperado, sí se ordenó abrir. Dentro de ella, 800.000 dólares en efectivo, transportados por quien fue identificado como Antonini Wilson, personaje cercano a Chávez y figurita repetida en círculos kirchneristas. Pasaron 15 años, mucho ruido y de nueces casi nada. Un escándalo, fruto de la casualidad, que parió un ratón de justicia y un elefante de impunidad.

Traigo a colación este hecho, porque tiene muchas similitudes con el del Boeing YV3531 retenido en Ezeiza desde el 6 de Junio pasado. Lo que estaba destinado al mayor de los silencios, por problemas climáticos no pudo seguir su curso. Un desvío a Córdoba, un intento de volar a Uruguay en pos de repostar combustible que las petroleras argentinas le niegan, y tras casi dos días de imposible silencio, la bomba que explota en plena pista. Nada de lo que parecía, terminaba siendo. Ni venezolano, sino iraní. Ni autopartes ni vuelo de instrucción. Ni el homónimo era tal, ni el copiloto era dueño de su cara. El modus operandi de Al Quds volviendo a Buenos Aires, donde 26 años antes, habían dejado una estela de muerte y destrucción, faltaba más, aún impune.

Argentina se debate al borde de la hiperinflación, la gente “trabaja de planero”, es más fácil ir al baño con un fajo de billetes de 100 pesos que con un rollo de higiénico, tienen un Presidente que ya no es y una Vice que sí es y revolea Ministros a piacere, mientras los camiones esperan por gasoil.

Los argentinos tienen hoy, tantas causas y excusas como nunca antes, para practicar lo que ya es deporte nacional: hacer que las causas judiciales se pierdan en la eternidad del olvido. Interesados en que eso pase, sobran. Es que si se sigue tirando la piola del avión, cada vez más embarrada, capaz que más de uno se encuentra entendiendo lo del vergonzoso y vergonzante “Pacto con Irán”, o el oportuno “suicidio” del Fiscal Nisman, o vaya uno a saber, cuántos Cabezas más guardan los K en sus roperos y cajas de seguridad.

Lo que sí está claro, es que a los propios argentinos -porque los muertos de AMIA eran judíos, sí, pero también y antes, argentinos, como los de la Embajada, y como el propio Nisman- así como a sus vecinos cercanos, nos conviene que no se olvide, que la “Terro-cracia” iraní, Al Quds y Hezboláh, sepan que la vía blanca no es campo de flores, y como Uruguay y Paraguay, estamos dispuestos a mantenerlos lo más lejos posible de nuestras casas y edificios, de nuestra gente y de nuestras sinagogas, nuestras iglesias y si cabe, también de nuestras mezquitas.

La cuestión es no olvidar. Y a la Justicia, respaldo y resultados.

Jorge Martinez Jorge

TW @jmartinezjorge