El Uruguay es un mágico país en el que todos nacemos con derechos. No importa que
ya nazcamos con una deuda externa de 16 mil dólares por cabeza. Nadie…ni siquiera la
Ley de Educación General nos va a recordar que tenemos la obligación de pagarla.
Cantaba don Alfredo Zitarrosa
“Y me habló de obligaciones, de trabajo y la nación.
A mí que sembré en su campo mi pobreza y mi sudor”.
Don Alfredo y su voz inigualable nos deleitaba con esta chamarrita que dejaba un
mensaje muy sesentoso y dialéctico sobre buenos y malos, oligarquía y pueblo, el
estanciero y el peón. Lo cierto es que los dos tenían razón según mi criterio. No dudo
del esfuerzo ni de la pobreza del peón. ¡Vaya cuanto lo siento! Pero el esfuerzo es la única manera que conozco para salir de la pobreza. (también está el 5 de Oro).
Y ¿qué otra cosa puede pedir el patrón? Que no sea que se cumpla con las
obligaciones. Vivíamos y vivimos en un país en el que se respeta la propiedad privada y
el poder de dirección del empleador.
En fin…mi apelación a tan recordada canción no es bardear al inolvidable don Alfredo.
En todo caso la recordé el otro día cuando al debate en la tele asistí a una muy positiva
iniciativa de un grupo de personas que piensan en la educación de nuestros niños.
Su propuesta supone modificaciones en la ley General de Educación. La 18.437 del
2008. Una ley que entre otras definiciones orienta la educación general del país hacia
objetivos diversos, pero con una mirada recurrente a los derechos de todos, hacia el
respeto a lo diverso, hacia la solidaridad, etc etc. Todos objetivos a los cuales nos
podemos sumar personas de todas las corrientes del pensamiento en Uruguay.
Estos educadores, sociólogos, psicólogos y profesionales del derecho que quieren
introducir addendas a la ley apuestan a una educación basada en el correcto manejo de
las EMOCIONES ya desde niño. No hay dudas que están inspirados en la revolución del conocimiento que supuso el avance de la Inteligencia Emocional.
No es otra cosa que educar en la introspección para conocer fortalezas y debilidades del educando ya desde edades muy tempranas, y también conocer las necesidades de las personas que nos rodean para lograr un mejor control y eficacia en nuestra interacción con los demás. Aprender a vivir en sociedad. Básicamente es eso. Y tiene
mucho que ver –también- con la apuesta de nuestro sistema educativo a combinar la
enseñanza curricular de contenidos con la enseñanza de COMPETENCIAS.
La idea de estos agentes de cambio es colocar en nuestra ley general de Educación la palabra EMOCIONAL para que entre los objetivos de nuestros educadores esté la Inteligencia Emocional presente en su agenda. En otras palabras: la educación uruguaya debería contemplar fines de desarrollo humano, de solidaridad y de respeto
al diferente y también propender a la educación en emociones.
Clap clap clap…..pero hete aquí que allí se me planteó el recuerdo a la Bailanta con
Acordeón. “El patrón me habló de obligaciones…” ¡Todo bien! Pero la que nomenciona la palabra OBLIGACIONES es la ley de Educación. No sé si no lo hace por imprevisión o por omisión voluntaria. Pero sé que no lo hace. Y creo entender el ¿por qué?
El Uruguay es un mágico país en el que todos nacemos con derechos. No importa que
ya nazcamos con una deuda externa de 16 mil dólares por cabeza. Nadie…ni siquiera la
Ley de Educación General nos va a recordar que tenemos la obligación de pagarla.
Nadie nos recuerda que a pesar de los Derechos Humanos que están presentes en
cuanta declaración de derechos, instituciones del Estado, etc, etc también tenemos
obligaciones para con la sociedad.
¿Cómo va a extrañarnos que haya 970 mil personas en el Clearing en un país que no
habla de OBLIGACIONES su ley general de Educación? (por supuesto que no estoy
culpando a esas personas…por dios). Pero no me sorprende.
¿Cómo puede extrañarnos que por donde hurguemos el Uruguay lo debe todo?
No es solo Casa de Galicia. Es el Fonasa y su agujero negro anual. Es el sistema
jubilatorio en general. Es la cultura de si no tengo que comer igual tengo el Iphone o la
antena satelital. Existen los derechos y no existen las obligaciones.
Se inculcan los derechos y está bien. Me gustaría que se enseñaran los límites y los
deberes para con uno mismo y los demás. La palabra obligaciones en esa ley solo
aparece para con los padres del educando y también está bien. Pero me gustaría que,
así como algunos impulsan la educación emocional alguien recuerde que al uruguayo
le está haciendo falta “hacer planillas” con la palabra OBLIGACIONES.
Es la bailanta con acordeón…de Don Alfredo. Até la Luna con el sol y gracias a dios
tengo el fiado en el almacén. Hasta que me cobren todo lo que debo o hasta que cierre
el almacén.