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Contraviento

Inmunidad moral de rebaño

1 septiembre, 2022

La renuncia de Calabria supone para muchos de nosotros el último
vestigio de dignidad. Una toma de conciencia para el que comete un error
y lo asume. No es para felicitar. Es para valorar y punto.

¿Qué es un rebaño?
Es un grupo numeroso de una misma especie animal que van siempre juntos.
¿Qué es la inmunidad de rebaño?
Es toda aquella población que se vuelve inmune a un determinado
problema, enfermedad etc. (Este concepto fue muy manido durante la
pandemia).

Por tanto, mi tesis sobre la Inmunidad Moral de Rebaño (IMR)  reposa en la idea
que después de un cierto tiempo (corto o largo) un segmento de
población de una misma especie consigue un estado de impermeabilidad
que lo protege frente a la penetración de algunos valores morales, que
slo permean en otras sociedades o en otros segmentos de esa misma
sociedad.

Los supremos valores universales se tuercen y trastocan en
favor de cuestionables solidaridades corporativas que emergen.
Imaginemos un ejemplo cualquiera:
Las comunidades uruguayas de delincuentes callejeros tienen inmunidad
moral de rebaño al valor ético de denunciar un delito que está
cometiendo un colega. O sea, esa colectividad que pueden ser en este país
10 mil personas no les entra en la cabeza denunciar a un colega que
comete un delito. Son impermeables a ese valor por un tema de códigos
de conducta delictiva. En la jerga popular ninguno quiere ser ´»buchón».
Para ellos lo ético es no “buchonear” al colega. Y “les resbala” si su colega
le quitó la vida a un rapiñado en la calle.

Vayamos a un segmento más amplio de la población y salgamos del
mundo delictivo por un rato. Los formadores de opinión frenteamplistas.
O sea, todos aquellos dirigentes o funcionarios de jerarquía en
intendencias frentistas, gente de comité de base, comunicadores afines,
parlamentarios, agitadores de colectivos, sindicalistas etc. No sé calcular,
pero supongo grosso modo no hay menos de 15 mil personas que revisten
esta calidad en Uruguay. Analicemos como actúan.
En estas dos semanas en las que el tema Charles Carrera y Cristina
Fernández han ocupado buena parte de las noticias en informativos no he
encontrado voces provenientes de la izquierda que se animen a condenar sus actos.

Es cierto que son casos distintos y de distinta magnitud. Es
cierto también que tienen en común que no hay condena definitiva. Pero
en el más generoso de los casos estamos hablando de apartamientos
visibles al más escrupuloso manejo de los bienes públicos.

Lo de Argentina es escandaloso. En Uruguay y con Carrera es muy
preocupante. Es algo que amerita -al menos- alguien de su propio entorno
muestre “una mueca” de desagrado. No lo pude encontrar. Apenas al FA tratando de no hacer un
pronunciamiento colectivo con CFK. (pero sí, la han respaldado de manera
individual). Insólito.

La lógica es “si es compa es intocable”. Y por lo visto es una conducta más
contagiosa que el propio covid19 porque varios líderes de América Latina
con la Sra. Fernández han hecho exactamente lo mismo. Allí todo se lo
achacan a la “judicialización de la política”. En Uruguay le llaman distinto.
El FA ha encontrado una excusa original y ya recurrente para zafar del
debate incómodo. Dicen: “No nos prestamos al circo mediático”. Y con eso zafan de tratar temas
urticantes en investigadoras. Todo supone una operación de la derecha. El
Plan Atlanta de Raulito vive y lucha.

La renuncia de Calabria supone para muchos de nosotros el último
vestigio de dignidad. Una toma de conciencia para el que comete un error
y lo asume. No es para felicitar. Es para valorar y punto.
En la cabeza de Carrera, Fernando Pereira o el Pacha es acto de dignidad
es una boludez.
Inmoralidad moral de ese rebaño.

A diferencia del efecto de las vacunas donde el rebaño se vuelve inmune a un mal,

el IMR opera a la inversa. El rebaño se vuelve inmune a que lo inoculen con una virtud. La
de ser transparente y cumplir con tus obligaciones como servidor público.
Un fenómeno nuevo a estudiar por sociólogos y politólogos. Una porción
importante de la población inmune a los valores éticos. Impera la lógica de
no distinguir entre el bien y el mal. Todo lo que hagan los «compas» está
bien y si estuviere mal: “por algo lo habrán hecho”. O “afanan sí. Pero dan vida”.

La biblia junto al calefón. Da lo mismo si es Petro, Olesker o López
Obrador. Cristina puede vivir en la impostura de ser acusada por los más
horrendos crímenes administrativos y fraudulentos en licitaciones y
maletines cargados de dinero huyendo del país. Igual tendrá cómplices y
protectores. Internacionales y locales.

Carrera puede ser presunto responsable de tapar fiestongas de polis y
narcos con humildes tickets alimentación e internaciones durante 3 años.
Repito: No es lo mismo que la “doña allende el charco”. Pero la
complicidad sí, es la misma. Tendrá igual gente que lo ayude a esconderse
detrás de un supuesto “circo mediático”.
¿Dónde habrá quedado aquello «del que mete la mano en la lata”?
Es probable que hoy ya no quede ni la lata.
Calabria se la cortó a sí mismo. Aleluya.
Gesto que aún nos hace creer en la dignidad.