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Contraviento

Mea culpa

17 septiembre, 2022

Por Pablo Vierci

-Señora presidenta, señores miembros de este (¿rejunte de fachos? ¿formalismos de la democracia burguesa que tenemos que tolerar hasta que llegue la revolución? ¿cretinos útiles?) noble cuerpo, el Senado de la República. Quiero explicar, con ejemplos, el mensaje de paz y amor de nuestro presidente, el compañero Fernando, de “respeto, educación y sin ira”, como bien señaló. Algunos dirán que parezco otra persona, pero no, es una nueva era, tiempo de reconciliación, de pensar en un país con diferencias, sí, pero sin “palos en la rueda”, “troncos en la rueda”, en verdad (¿soy yo quien está hablando? ¿no me habrán instalado un chip oficialista en el cerebro?) para el bien de todos los ciudadanos, dentro de la democracia y la libertad.

-¡Apoyado! – grita un colega del oficialismo.

-Gracias (¿reaccionario? ¿oligarca?) senador oficialista, muy amable de su parte. Decía que para poner en los hechos lo que exhortó el compañero Fernando, de “bajar la pelota al piso”, debemos comenzar por un (¿una manifestación? ¿otro paro general? ¿una asonada? ¿una ocupación del Palacio?) un mea culpa. Y qué mejor manera para ambientar este nuevo clima en la República, que referirme a nuestra (¿heroica? ¿revolucionaria?) campaña contra la LUC.

-¡Traidor!- le grita un correligionario

-¡Alcahuete!-, le aúllan desde la barra.

-Sí, estimados colegas, la guerra contra LUC fue una fantochada, todo lo que dijimos que sucedería, la privatización de la enseñanza, el desmantelamiento de las empresas públicas, lo inventamos, había que trancar todo, incluso intentar voltear al gobierno sea como sea, revertir el resultado de las urnas porque “lo político estaba por encima de lo jurídico”. Pero llegó la hora de la verdad (¿me habrán puesto una droga en el café? ¿el suero de la verdad?) porque no vamos a sustituir la democracia representativa por movilizaciones en la calle, que no se sabe a quién representan, no nos opondremos a todo, sin ton ni son, ni andaremos todo el día provocando para que la represión actúe, salteando las normas legales, no, nunca más. Haremos propuestas constructivas, viables, y si en las próximas elecciones nos elige el pueblo, esperamos que los que hoy son gobierno tengan para con nosotros la misma actitud, la misma lealtad.

-¡Este hombre es un impostor, le cambiaron la cara, pídanle la cédula!- exclama un correligionario.

-No queremos más el “cuanto peor, mejor”. No nos cegará más el resentimiento, la frustración, la bronca, el odio hacia el que piensa diferente. No creemos más en la supremacía moral de la causa progresista, revolucionaria y socialista. Todas las personas “son iguales ante la ley, no reconociéndose otra distinción entre ellas sino la de los talentos o las virtudes”, como dice el artículo 8 de nuestra Constitución.

-¡Bravo!

Acá se me acerca un colega de otro partido para darme un abrazo y lo que yo quiero es (¿golpearlo? ¿estrangularlo?) estrecharlo muy fuerte, como símbolo de un nuevo tiempo, para volver a hacer de este país un modelo, social, económico, de ideas, de respeto mutuo, de igualdad de oportunidades para todos. Lo voy a decir sin medias tintas: nos opusimos a la reforma educativa porque queríamos seguir controlando los gremios, porque la revolución, creíamos (¿creemos?) se hace desde la niñez, como enseñó Gramsci.

-¡Vendepatria!

-Incluso invito a mis compañeros del Partido Comunista, que con el MPP formamos la gran mayoría de nuestro partido, a un mea culpa similar al que estoy haciendo. Que reconozcan que pregonan la falta de libertades, que esperan desde hace 100 años el momento para asaltar el poder con la huelga insurreccional, que creen, todavía, en la dictadura del proletariado, en una sociedad sin clases, donde todos sin iguales salvo los miembros del Partido, que son un poco más iguales que los otros…

-¡Contrarrevolucionario!

-Sin libertad y tolerancia, no hay democracia, señora presidenta, (¿soy yo el que está hablando? ¿estas palabras brotan de mi boca? ¿hay algún ventrílocuo en la sala?) con mucho gusto le doy una interrupción al señor senador.

-Para felicitarlo, estimado colega, y decirle que nosotros también haremos nuestro mea culpa, no bien el senador culmine su memorable pieza oratoria. Adelante, senador.

-¡Arrastrado!- le grita otro correligionario al orador principal.

-Prefiero arrastrarme en el sendero de la verdad, que permanecer erguido en el camino de la mentira… creo que una colega se ha desmayado, señora presidenta.

-Que un médico atienda a la desmayada, por favor. Sin duda ha sido la emoción. Continúe, senador.

-Me cuesta, sí, señora presidenta, me cuesta reconocer tantos errores, aprendimos la lección, la democracia es más humana, más justa, ambienta la superación de todos, sin distinciones…

-¡Rompehuelga, carnero! –le gritan desde la barra.

-A sincerarse, señora presidenta. A los compañeros moderados de nuestro Frente Amplio, a quienes hemos aplastado, les hicimos juntar firmas contra la LUC de artículos que ellos mismos habían redactado, los humillamos, y ellos siempre callaron, (¿porque solos no son nadie? ¿porque son unos piojos resucitados? ¿porque también aman el poder por encima de todas las cosas?) en aras de la unidad.

-¡Vendido! – le grita otro correligionario-. ¡Tabaquista de cajilla blanda! ¡privatizador!

-No, no me han privatizado el cerebro, amables colegas. Esto no es un repliegue táctico como hace Putin (¿mito? ¿héroe?), ese genocida, ese invasor.

-¡Entreguista! ¡Cipayo!

-No tenemos el monopolio de la sensibilidad, como tanto creíamos (¿creíamos o creemos?). De ninguna manera. Ese no es el camino. El “hombre nuevo” en el que ciframos tantas esperanzas resultó ser un asesino. Lo mismo el MLN-Tupamaros, ese (¿portento?) esa pesadilla, que alfombró el camino de la dictadura (¿la CIA me está manejando por control remoto, y me hace decir lo que no quiero? ¿esto es el famoso Plan Atlanta del que hablaba Sendic?). El Foro de San Pablo, que quiere igualar para abajo a nuestras sociedades, con la libreta de racionamiento a lo cubana como modelo, con un puñado de arroz y una pata de pollo por mes por persona, para regocijo de la casta de tiranos de turno, no es la solución: es la tragedia.

-¡Bravo!

-Lo confieso, pido perdón. Perdón por lo de Pascasio Báez, perdón por la cruenta “Toma de Pando”, perdón por la Cárcel del Pueb…

-¡Charles, despertá!, ¡estás con pesadillas!

-¡La p.m.q.l.p! ¡ya me parecía que no podía ser verdad!