Escribe Giuliano Giupponi
El mundo lleva semanas viviendo nuevamente bajo la amenaza de guerra nuclear. Los constantes reveses desde finales de Agosto han desnudado lo peor del sistema corrupto del ejército ruso. Antes del 25 de Agosto pasado el mundo observaba cómo el ejército ruso avanzaba, lentamente, pero aparentemente de manera inexorable rumbo al Oeste de Ucrania y luego de allí, quién sabe.
Pero el 26 de Agosto se desató una operación militar en los tres frentes que nos ha llevado hasta hoy, el día en que Rusia anexó, para sí y ante sí, parte de 4 óblast ucranianos, Zaporizhie, Kherson, Luhansk y Donestk y que en respuesta Ucrania cerró el cerco a miles de soldados rusos en Krasny Lyman que llevó a su rendición el sábado 1º de Octubre y una nueva humillación del otrora segundo Ejército del Mundo.
Todo Setiembre fue una calamidad para Putin y el Kremlin, el avance de Kyiv en territorios de Kharkiv para liberar hasta el 98% del Óblast, que Moscú llegó a controlar hasta en el 40%, siguió la caída de ciudades como Balakliya, Izium, Kupyansk, Lyman y el frente norte ruso con dos grandes grupos de ejércitos, el Central y el Oeste se desmoronaron, cayendo en el camino unos 20.000 soldados rusos entre muertos y prisioneros que coronan con la rendición en Lyman de más de 5.000 soldados rusos según las informaciones preliminares, una derrota sin medias tintas, una más.
Lamentablemente con la liberación de esta ciudad veremos nuevamente las huellas del horror ruso: ejecuciones, salas de torturas, cadáveres desmembrados, testimonios de violaciones, exhumaciones de fosas comunes y todo tipo de crímenes de guerra que nos llevan inmediatamente a los horrores que ejecutaron los nazis hace tan poco tiempo.
El 21 de Setiembre se decreta una movilización “parcial” de entre 300.000 y 1.000.000 de civiles para cubrir la pérdida de 6.000 soldados rusos muertos en Ucrania, y en esto no hay un chiste, solo una mentira… El resultado fue que inmediatamente hubo un éxodo masivo de rusos pasibles de ser reclutados a la fuerza. En la primer jornada se registraron más de 240.000 salidas, y ese ritmo continuó en los días siguientes, provocando caos en las fronteras y la ira de funcionarios y propagandistas. Al día de hoy se estima que son más de 1.4 millones de personas las que se fueron de Rusia debido a la movilización forzada, de los cuales, mucho más que la mitad son hombres “reclutables” entre 18 y 35 años.
Y como nada se detiene, sendos referéndums a punta de pistola se “celebraron” entre el 23 y el 27 de Setiembre, con soldados recolectando los votos y tropas Spesnatz revisando casa por casa para que los olvidadizos ucranianos recuerden que quieren ser rusos. Los ansiados resultados no sorprendieron a nadie. Y en una ceremonia en la que los Gauleiters de Putin estuvieron presentes el viernes 30, para evocar así la Sudetenkise de 1938, en la que otro führer, con iguales intenciones, se anexó Bohemia, Moravia y Silesia oriental. En su discurso de anexión, el homofóbico y ultraconservador Putin hizo una gran conmemoración de los discursos de Adolf Hitler en los que proclamaba el espacio vital que llevó al holocausto europeo y a la muerte de 48 millones de personas en Europa y un éxodo masivo.
Hoy la amenaza es nuclear y la lleva adelante Putin, pero contrario a 1938, la tecnología no está del lado del agresor, y no hay enfrente ningún Lord Chamberlain ni Edouard Daladier, sino que hay una alianza entre Ucrania y su Pueblo con el mundo libre occidental liderado por la OTAN y Volodimir Zelensky que prometió que, a pesar de las lágrimas, el sudor y la sangre, van a liberar todos los territorios de Ucrania ocupados desde 2014.
El desafío entre las partes fue lanzado y la escalada verbal puede llegar a extremos inconfesables, y también el tipo de guerra que veremos en las próximas semanas. Nuevas amenazas nucleares fueron hechas y la respuesta de OTAN fue lacónica. Jens Stoltenberg dijo “El uso de un arma nuclear es un acto de guerra contra toda la alianza y tendrá una respuesta adecuada al tipo de ataque”.
Esa es una partida que analizaremos en la próxima entrega.