“Es fatal entrar en una guerra sin la voluntad de ganarla».
Gral. Douglas MacArthur.
Escribe Giuliano Giupponi
Especial para CONTRAVIENTO
Han sido tres meses muy duros para Rusia. Desde el inicio de la contraofensiva de Ucrania, los avances rusos han sido rumbo a sus fronteras, y es un proceso que no parece poder detenerse. Y no solo en el
ámbito militar, sino también en lo político.
Primero abordaremos el tema militar.
En los frentes de combate Rusia no ha podido ni estabilizar las líneas, ni romper las de Ucrania.
Al inicio de la guerra vimos a Rusia con sus interminables formaciones blindadas
avanzando lenta y constantemente hacia sus objetivos. Esa imagen duró 3 semanas, para
desmoronarse hasta hoy, en que vemos que Rusia regresa a las tácticas de hace 120 años con
ataques frontales de infantería que le han costado casi 17.000 muertos en toda la zona de
contacto desde el 10 de Octubre, cuando se intentó revitalizar los frentes Norte, en el eje
Svatove – Kremmina, y en el Centro en los intentos de Pavlivka y fundamentalmente en
Bakhmut. Allí solo pudo lograr avances efímeros que fueron perdidos en horas posteriores
dejando los campos regados de cadáveres, la mayoría de ellos de soldados recientemente
movilizados, esos que se comprometió a no usar como carne de cañón, cosa que
efectivamente se hizo.
Pero no fueron las pérdidas humanas las únicas, ya que en ese tiempo
al menos 500 blindados y tanques quedaron destruidos o fueron capturados, y mucha de la
artillería quedó también fuera de servicio en los duelos artilleros que parecen inexplicables
debido a la mayor densidad rusa, pero que se entienden cuando se suma la tecnología de
radares, drones de observacion e inteligencia recogida por ciudadanos y partisanos ubicando
exactamente los emplazamientos rusos para ser atacados.
Kherson fue el mayor logro militar ruso en toda la guerra desde Febrero hasta ahora, y lo fue
no sólo por ser la única capital de Óblast capturada, sino porque se tomó casi intacta y en
medio de una desbandada general del ejército ucraniano en las primeras horas de ésta etapa
de la guerra. Pero además se suma que su aeropuerto y aeródromos fueron tomados intactos,
y se aseguraba desde allí el abastecimiento seguro de agua para Crimea.
Pero eso ya cambió. Los esfuerzos militares y el sacrificio ucraniano al final han cristalizado en la mayor derrota rusa, en la que es la primer orden sensata desde el punto de vista militar que toma el Kremlin desde Febrero: abandonar ordenadamente Kherson y establecer las posiciones otoñales y de invierno
en la costa este del Dnièper. La acción partisana y el uso preciso de la artillería OTAN de
Ucrania lograron lo impensado: hacer indefendible la ciudad de Potemkin.
Por ahora hay cautela en las tropas ucranianas temiendo una posible trampa rusa para atraerlos hacia un campo de exterminio, y por ello los avances sobre la ciudad se centran en los poblados
aledaños, limpiando los zapadores los cientos de miles de trampas y minas quea los artificieros
rusos dejaron atrás. Y aunque se reclame mayor velocidad para avanzar sobre la ciudad y
sobre Nova Kakhovka, las tropas ucranianas parecen querer evitar bajas innecesarias dejando a
los rusos retirarse solo bajo el fuego de la artillería y la aviación, que vuela increíblemente a
sus anchas sobre toda la zona sin que la superior fuerza aérea rusa tome cartas en el tema.
Otro aspecto a resaltar es la incidencia que están tomando las tropas privadas de Putin en los
mandos y en el comando de la guerra. Hoy la función del PMC Wagner y los Kadyrovitas no se
limita a operaciones especiales, en dónde sustituyeron a las Spesnatz por completo, sino que
ocupan hoy los lugares de decisión, sobre toda la operación, menos, públicamente, en el
Estado Mayor del Kremlin. La historia indica que las tropas como las PMC Wagner y los
Kadyrovitas cuando toman el control de las operaciones pierden la perspectiva racional de
toda acción militar, para sustituirlo por un empuje voluntarista y poco o nada profesional que
conduce invariablemente al fracaso inconducente. Lo vimos hace 80 años en Stalingrado,
cuando las SS tomaron el control sobre el Heer alemán y terminaron con la rendición
incondicional alemana, y su país devastado mientras movían en mapas unidades inexistentes o
suicidas en muertes sin sentido. Parece que la historia, como siempre es circular.
La campaña de bombardeos masivos a ciudades e infraestructura civil despertó una hola de
horror e indignación en Occidente y empujó a los gobiernos más remisos a cumplir lo
prometido desde hace meses en el envío de defensas antiaéreas hacia Ucrania, tal el caso de
Alemania, Italia, España y Francia que lograron sumar una densidad antiaérea que permitió
terminar la campaña de bombardeos con un porcentaje de derribos inimaginable hace
semanas enatrás.
Pero también ésta campaña confirmó el ingreso de Irán en la contienda con
el envío de drones y misiles a Rusia, lo que además de confirmar la debacle de la industria rusa
empujó la colaboración de Israel con Ucrania en inteligencia y en instrucción de como
combatir los enjambres de Shahed-136 de manera más efectiva con los medios disponibles.
Israel y Turquía temen la mejora de la capacidad iraní, y pasaron de meros observadores y
mediadores ocasionales a posicionarse como fuertes aportantes para Ucrania.
El ataque a Sebastopol trajo la retirada del acuerdo de granos de Rusia y que el mundo temiera
por hambre en algunas regiones, pero la intervención de Erdogan y la presencia de la marina turca, que es la mayor flota del Mar Negro, como custodia y garante de la seguridad de los navíos y de la vigencia del acuerdo, puso en vereda al Kremlin en otro episodio que termina como una derrota política rusa más.
“EL ARTE SUPREMO DE LA GUERRA ES SOMETER AL ENEMIGO SIN LUCHAR”
Sun Tzu.
En el frente político Rusia tenía más expectativas puestas en sus aliados económicos para que
lo fueran en toda regla, cosa que no sucedió ni parece que vaya a suceder. India, Pakistán y
China parecían los aliados más lógicos en un primer punto de vista, pero finalmente no han
intervenido y se han servido de Rusia con precios promocionales de las materias primas que
pagan como máximo en un 30% y que drenan las ya debilitadas arcas rusas.
Otro de los aliados políticos en los que Putin tenía centradas sus esperanzas era en Donald
Trump. Las elecciones de medio término auguraban una “marea roja MAGA” y un huracán de
votos para Trump que no ocurrió. Ron DeSantis fue el gran ganador y las esperanzas de
bloquear en el Congreso de EEUU la ayuda militar, financiera y material a Ucrania se esfumó a
fuerza de uno de los mayores enemigos del Kremlin, la Democracia occidental. Y teniendo en
cuenta que el Complejo Militar apoya a la mayoría de los aliados de DeSantis, resulta imposible
que Trump pueda alinear a los congresistas detrás de su posición aislacionista que beneficia al
buen Vlad.
Y aunque se sabe que la solución al conflicto es negociada, y tal vez con un cambio de régimen
en Moscú, la posición de Kyiv en esa negociación luce mucho más sólida que la del Kremlin,
tanto desde el punto de vista político, en dónde Rusia no pudo obtener ni una sola victoria,
cómo en el militar, en dónde Rusia apuesta a una guerra de trincheras y estabilizar los frentes
para confirmar las anexiones. Mientras tanto Zelensky ya puso las condiciones de esa
negociación sobre la mesa, volver a las fronteras de Febrero 2014, retirada de la flota de
Crimea, retirada de todas las tropas rusas de Ucrania, zona desmilitarizada sobre toda la
frontera de Ucrania con Rusia y Bielorrusia, pago de Rusia de toda la reconstrucción y
reparaciones de guerra. Y aunque esas condiciones lucen a priori leoninas e inaceptables para
Rusia, es un paso importante porque es la primera vez que Ucrania acepta sentarse a negociar
una salida al conflicto.
Veremos qué sucede en las próximas semanas, si Rusia logra estabilizar el frente para tener la
pausa que necesita para recomponerse militar y económicamente y si Ucrania, que recibe
miles de soldados frescos de recambio y entrenados en OTAN semanalmente, le permite esa
pausa. Por ahora la Raspustitsa, el legendario barro ucraniano, ya se hizo presente y ralentizó
todas las operaciones, pero la llegada del invierno y el hielo luce hoy mucho más favorable
para Ucrania que para Rusia, que en 9 meses de guerra se agotó totalmente y necesita un
descanso para un segundo round, que de producirse promete ser mucho más sangriento que lo
visto hasta hoy.