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Contraviento

Al gran pueblo argentino, salud

16 diciembre, 2022

«…por el Messi y la selección argentina menos maradoniana que imaginarse pueda, les deseo lo mejor. Ojalá ello contribuya con el pueblo argentino a sacudirse de encima la fatídica “mano de dios” para que sea un punto de partida de una resurrección de un pueblo que supo ser campeón en todos los órdenes de la vida…»

El sueño quiere final

Apenas a tres días de la hora señalada para que la albiceleste intente llegar a lo más alto del fútbol mundial, desde esta Banda Oriental -futbolísticamente devaluada- debemos desear que el domingo sea con triunfo, que lo será si este se obtiene jugando mejor fútbol que el temible adversario. Que no vale ganar de cualquier manera -los goles con la mano no son goles, no deben validarse, y mucho menos, festejarlos-, ni perder por otra cosa que no sea circunstancias de juego.

Es un deseo sincero de un uruguayo de a pie, que estoy seguro es compartido por buena parte de los uruguayos, a pesar de la consabida rivalidad y, en muchos casos animadversión oriental respecto de la -esa sí- maradoniana manera de festejar los triunfos conseguidos, y aún los por conseguir, que olvida fácilmente que todo éxito es transitorio, y que quien compite debe estar preparado para lo uno como para lo otro, sin por ello, dejar de ser quien es.

Todo el pueblo, que es todo o no es

Un deseo que homenajea al “gran pueblo argentino” que habita todo el inmenso territorio y no solo la ciudad puerto. Ese pueblo que, sin micros ni choripanes, sale a la calle a festejar, olvidados por un momento de grietas y mezquindades, imbuidos del espíritu de hermandad que hace grande a las naciones. Pueblo que desde hace más de siete décadas ve cómo en el ranking que importa, el del desarrollo y bienestar, pasó de competir con Canadá y Australia, a disputar el descenso con Venezuela o Pakistán.

Un pueblo que se siente identificado con un seleccionado que aparece como una mosca blanca en medio de la negrura de una realidad de pesadilla. Casi no parece argentina una Empresa (porque un Seleccionado es eso) gestionada profesionalmente, que apuesta a los mejores, que reconoce méritos y no solo nombres, que se equivoca y rectifica errores, que posee la resiliencia necesaria para enfrentar y derrotar a los contratiempos, los fantasmas y las presiones de los de siempre. Una Empresa donde se privilegia el trabajo en equipo y donde el liderazgo lo asume el más capaz y no el que más grita.

Hablemos de Messi

Un párrafo aparte para Messi. Un Lionel Messi maduro, fuerte y seguro de sí mismo, que no se deja encandilar con el endiosamiento fácil en el que suele caer ese pueblo argentino que vive de sus falsos íconos. Ni se deja usar por la máquina de picar carne que es el ámbito público argentino, capaz de endiosar al autor de una trampa mundial a la par de conducirlo a la muerte.

No jugando Uruguay, tiendo a ser neutral y deseo que gane quien mejor juegue. Siendo el fútbol un deporte con mucho de arte, al que la FiFamafia no ha podido arruinar aún del todo, festejo que el éxito esté del lado de los Mbappés, Messis, Neymars y Modrics del juego, esos que rozan la genialidad y regalan talento.

Sin embargo, estando Messi en cancha en su último Mundial y con posibilidad de obtener un triunfo para el que ha trabajado y hecho méritos harto suficientes, me costaría no desear que lo consiga.

Porque el triunfo de Messi y su equipo, sería el éxito de todo lo que está bien, lo que merece ser festejado, el premio al esfuerzo y el talento, la humildad para afrontar las dificultades y la fortaleza para superarlas. Exactamente los valores que a los argentinos, como a su papel moneda, parece habérseles esfumado.

La persona Messi que explica al crack Messi

Y sería justicia además con un chico rosarino que desde su infancia lo tuvo todo en contra, un David que debió enfrentarse con diversos Goliats, por empezar por su propio organismo empecinado en que no creciera. Un pequeño gigante que se abrió camino, no gracias a ser argentino sino a pesar de serlo, porque fue Europa y el Barcelona quien supo ver el diamante dentro de la roca invirtiendo para sacarlo y pulirlo.

Si a la admiración de su arte, algo le faltaba para que lo valorara y respetara aún más, ese algo fue la forma como recibió y contribuyó con nuestro ídolo Luis Suarez, para formar una de las duplas atacantes más letales del fútbol mundial de las últimas décadas. Eso decía mucho más del Messi persona que del futbolista.

Y si alguien tiene alguna duda sobre sus merecimientos, le sugiero que lea el Capítulo titulado “Jugárselo todo” que le dedica el gran escritor italiano Roberto Saviano en su libro “La belleza y el infierno” que es, a mi modesto entender, lo más humano, lleno de ternura y conmovedor que alguien haya escrito sobre un deportista al que la vida le ha puesto un desafío tras otro sin nunca haber podido quebrarlo.

Por todo ello, por el Messi y la selección argentina menos maradoniana que imaginarse pueda, les deseo lo mejor. Ojalá ello contribuya con el pueblo argentino a sacudirse de encima la fatídica “mano de dios” para que sea un punto de partida de una resurrección de un pueblo que supo ser campeón en todos los órdenes de la vida. El de la educación y el trabajo, antes que nada.

Y si no toca ganar, ganaron ya. Perdedores, pero no vencidos.

Salud, hermanos argentinos.