La caída de la CELAC

Por Pablo Vierci

En su búnker de verano, el Jefe sabe que están de retirada, pero también es consciente de que tiene todavía algunas balas en el revólver. Una, la principal, está en Buenos Aires: destruir la OEA y potenciar la CELAC, sin los yanquis imperialistas y los canadienses capitalistas, para priorizar un Foro oscuro donde “todos los gatos son pardos”, a efectos de potenciar a las naciones con “democracias diferentes”, comandadas por el Tridente Revolucionario de la Posverdad: Venezuela, Cuba y Nicaragua. Los otros, amedrentados como siempre, se someterán al rumbo que marquen los más iluminados.

Rodeado por sus lugartenientes más dilectos, el Jefe los escucha sin atención, en torno a un plano de Buenos Aires, con círculos rojos en todos los ámbitos en donde se realizarán reuniones o eventos de este Foro revolucionario que puede ser el último vestigio del régimen popular y bolivariano.

Interrumpe el devaneo de sus lugartenientes, timoratos que siempre buscan excusas, y toma la palabra, con voz firme y esperanzada:

-Quiero a la OEA destruida hasta en sus cimientos, y a la CELAC creciendo también en Europa, Asia y África. Quiero ver a Lula bailando un tango con Cristina Kirchner en el Teatro Colón, a Maduro y a Díaz Canel recibiendo a los invitados, con Alberto haciéndoles payasadas para entretenerlos. A Evo Morales gritando consignas antisistema en aimará y a Ortega manténganlo alejado de las menores. Cuando hable el Surfista, como sabemos que se va a referir a las dictaduras y a los violadores de los derechos humanos presentes, quiero que en el momento que le pasan la palabra, ingrese al salón una murga compañera con altavoces y la atención de todos se focalice únicamente en los cuplés altamente politizados de los artistas compañeros, de modo que al discurso del Surfista solo la escuche el pelado que está atrás y su Canciller. Ya hablé con Alberto para que su Ministro de Economía, que es muy bueno para estas cosas, aunque no sabe un joraca de economía, babosee al gobierno y al país y nos deje a la altura de un felpudo donde se quitarán el barro de las botas los soldados revolucionarios. Y cuando Lula venga a Uruguay, quiero que le enseñe al Surfista de una vez por todas que el mundo del futuro se hará sin TLC, sin Internet y con “democracias diferentes”, sin elecciones, con mano firme para los disidentes que se atreven a pensar por sí mismos.

Los lugartenientes se entremiran, angustiados. No quieren interrumpirlo porque adivinan las consecuencias, pero si lo dejan continuar, la reprimenda, cuando venga la hora de la verdad, será peor. Gotitas de sudor recorren sus rostros abotagados, en un ámbito que se tornó doblemente claustrofóbico.

Fernando Pereira se atreve a hablar primero.

-Mi Jefe… las cosas no han salido tal cual lo previmos… usted está leyendo el diario del día anterior…

Se le traba la lengua, por lo que Pacha asume la difícil tarea de relatar lo sucedido.

-Mi Jefe… es duro decirlo, pero la ultraderecha fascista logró que Maduro no concurra a la CELAC.

Continúa Asti, porque Pacha parece desfallecer, ante la mirada del Jefe, como un disparo de mortero.

-Lula no recibió a Cristina por cuestiones de agenda, Alberto cometió un furcio atrás del otro, la baboseada de Massa cayó mal incluso en nuestras filas, y el Surfista lo sobró con lo de Disneylandia. La murga compañera se equivocó y fue a cantar a La Cámpora, el Surfista habló, efectivamente, contra los países de la CELAC que no son democráticos, que violan los derechos humanos y carecen de instituciones confiables, lo que fue recogido por la prensa de todo el mundo. Díaz-Canel parecía un pollo mojado. Y para peor, Lula vino al día siguiente a Uruguay y dijo, sobre los TLC, que “los reclamos de Lacalle son más que justos”, solo le faltó subirlo a sus hombros para que pasee alguna copa imaginaria de la integración luso-oriental. Y al día siguiente Maduro confesó que no fue a la CELAC por causa de la movida de Pato Bullrich, no de la derecha fascista: podían llevarlo preso por narcotraficante. O por violador de los derechos humanos. … los tiempos están cambiando.

Al Jefe le tiemblan las manos y los pensamientos se le quieren saltar de la caja craneana, como si tuviera un corto circuito encefálico. Se quita los lentes despaciosamente y los deja sobre la mesa, con los mapas del Teatro Colón, de la Casa Rosada, de la revolución redentora que sufrió, nuevamente, un traspié.

-Que salgan todos… que solo se quede Pereira, Abdala, Pacha… y el que tiene cara de moderado…

-¿Yamandú?

Los lugartenientes se van retirando en silencio. La tensión se corta con cuchillo. Cuando cierran la puerta, el Jefe se sale de sus casillas.

-¡SON TODOS UNOS TARADOS! ¡LES DIJE QUE NO PODÍAN DEJAR QUE TOMARAN LA INICIATIVA LOS PAÍSES SERIOS! ¡LE ORDENÉ A DIAZ-CANEL QUE LLEGARA ANTES CON SUS PTERODÁCTILOS Y SU LEGÓN DE DINOSAURIOS PARA QUE TOMARA LOS PUNTOS ESTRATÉGICOS! ¿MADURO SE ASUSTÓ? ¿PERO SI HASTA HACE MUY POCO TIEMPO SE PODÍA PASEAR POR TODOS LOS FOROS INTERNACIONALES Y ATRAÍA A LA PRENSA MÁS QUE NADIE? ¡USTEDES VAN A VOLVER TODOS A LAS 8 HORAS SI SE TERMINA LA RETÓRICA REVOLUCIONARIA, MANGA DE INEPTOS! LOS DEBERÍA FUSILAR A TODOS, SIN EXCEPCIÓN, EMPEZANDO POR USTEDES 4! HASTA HACE POCO FIDEL CASTRO ERA COMO MARILYN MONROE EN CUALQUIER EVENTO INTERNACIONAL ¿Y AHORA SE ASUSTAN POR LA PATO BULLRICH?

Afuera, los militantes con sus banderas escuchan el trágico desahogo del Jefe. Las mujeres lloriquean, y se consuelan entre ellas. Sienten que un tiempo se termina. Como una glaciación, que se llevó puesta a los dinosaurios. En ese momento vuelve a aparecer el enfermero.

-Bueno, chicas y chicos, por hoy terminó el juego. Todos al comedor a tomar la sopa, a lavarse los dentursis y a la cucha a hacer nono que mañana tenemos un paseo muy divertido.

-¿A dónde iremos?- pregunta el que hacía de Jefe.

-A una visita guiada al Palacio Legislativo.

-Yo fui cuando era niño, pero me olvidé de todo- responde, camino al comedor, relamiéndose con la sopa que imagina calentita.

-Por eso mismo, hay muchas cosas que reaprender antes de volver a reinsertarse en la sociedad- remata el enfermero.