Escribe Silvio Moreira
Especial para CONTRAVIENTO
Casi 10.000 años antes de la construcción de las pirámides de Egipto, floreció en Turquía una civilización que asombra por lo avanzado de su arte y su tecnología. Un notable hallazgo arqueológico en Anatolia sigue deparando enormes sopresas
Hace muchos años, en una revista humorística, apareció un dibujo de media página donde se veía a un arqueólogo que había hecho pozos profundos, equidistantes, en secuencia. Y no había encontrado nada. Pero el dibujante mostraba que en las “columnas” que habían quedado entre pozo y pozo estaban todos los tesoros magníficos que el hombre procuró. Suele suceder; encontrar algo que se busca también implica suerte. Y que alguien vea donde los demás sólo miran.
La historia comienza más o menos por 1987 en un pedazo perdido de tierra en la meseta de Anatolia, en Turquía. Un campesino viejo se prepara para comenzar a arar nuevamente su hacienda, retomando el ciclo ancestral de siembra y cosecha. Ara sólo con la ayuda de un burro que a paso lento rompe nuevamente el surco centenario. Y todos los años, en determinada porción del terreno, el burro se tranca con algo debajo de la tierra. El viejo, cansado ya de este problema, llama a su hijo y le pide que lo ayude a, de una vez por todas, intentar sacar ese estorbo del paso de su arado. Padre e hijo se ponen a excavar, y encuentran una piedra que pueden remover, y que sin duda alguna tiene dibujos en su superficie.
El hijo convence al padre de subir la piedra a la carreta, enganchar el burro y llevarla 30 kilómetros a un pueblo que tiene un museo arqueológico, con la sospecha de que podría ser algo interesante, ya que siempre se dijo que esa zona estaba plagada de cementerios medievales a los cuales no se les daba importancia. Pero esta piedra podría hacer la diferencia. Quizás hasta le dieran dinero por ella.
Pero no fue así. La piedra no cautiva ni causa ninguna emoción, y por eso la dejan en el museo con tal de no cargarla de regreso. La piedra duerme el sueño de los justos hasta aproximadamente 1994, cuando un arqueólogo alemán, Klaus Schmidt, que ya se venía arrimando a la zona con sospechas varias, la encuentra y pregunta enfáticamente de dónde vino, quién la trajo. Apenas recuerdan quien fue, y con dificultad llegan al sitio. Los ojos del alemán y su expedición brillan. Reescribieron la historia de la Humanidad. En medio de esas colinas que -para ojos expertos no podían ser hechas por la naturaleza- encontraron Gobekli Tepe, la “colina panzona”. Y comenzaron a excavar. Y encontraron templos enterrados artificialmente por la misma civilización que los construyó. Y dataron todo y hay desde 6.500 años antes de Stonehenge hasta 9.500 años antes de las Pirámides de Egipto. Y hay artesanía, grabado, estatuaria, canales de riego, templos circulares, todo en una época en que hasta ahora la historia creía que los seres humanos apenas podían golpear una piedra contra otra. Estructuras perfectas. Y de las muchísimas cosas que día a día llaman la atención es la ausencia de fogatas con restos de comida, lo que hace pensar que eran lugares sagrados, templos donde se iba a hacer algo y luego se volvía a casa.
Y siguieron explorando y encontrando una pléyade de estructuras enterradas. La segunda más importante y desafiante es Karahan Tepe, que llega a los 16.000 años de antigüedad. 160 siglos; estamos dejando a egipcios, asirios, griegos, fenicios, chinos como nenes de pecho en la historia. Y lo más interesante: la tecnología de hace 16.000 años no es en absoluto la esperada: es una tecnología y un arte mucho más desarrollado que el esperado.
Así como el arqueólogo de la historieta del comienzo, creo que estas cosas nos tienen que hacer pensar acerca de cuán hilvanado con fibra fina está todo lo que sabemos y damos por sentado. Esta reescritura de la historia obliga a una pausa para reflexionar. El gobierno turco, consciente de la monumental importancia de esta región -porque ya es una región arqueológica- está dedicando recursos para hacer aflorar un capítulo apasionante de la historia, escrito por quienes vivieron con un sentido religioso, artístico y científico muy avanzado, y luego decidieron enterrar lo que habían hecho y desaparecer de la historia.
Googleen Gobekli Tepe y Karahan Tepe. En Youtube hay mucho material. El objetivo de esta nota era simplemente agitar la bandera de que ahí afuera, en la meseta de Anatolia, a un avión de distancia, hay un nuevo viejo mundo hablándonos de cosas increíbles, llenándonos de por qués, desafiándonos a encontrar una respuesta.