El «caso Olesker»: un hito histórico

Escribe Graziano Pascale

La sesión del lunes 6 de marzo, en la que el Consejo de la FCEA recibió un certificado enviado por su ex profesor Daniel Olesker sobre sus estudios en Lovaina, 38 años atrás, es un hito histórico. En esta columna explicamos las razones.

El pasado 6 de marzo no fue un día más para la Universidad de la República. Esa noche, el Consejo de la Facultad de Ciencias Económicas se reunió para considerar la situación de su ex docente Daniel Olesker, cuya falta de grado académico local,  y la ausencia de registros sobre sus estudios de posgrado en la Universidad de Lovaina, estuvieron en la consideración pública, especialmente en el ámbito de las redes sociales.

LOS HECHOS

Todo comenzó un año atrás, cuando el abogado y panelista de televisión Juan Rodríguez Puppo advirtió públicamente que Daniel Olesker, quien hasta entonces se presentaba públicamente como «Economista», en obvia alusión a un título universitario, y como tal firmaba documentos oficiales, no estaba afiliado a la Caja Profesional, como es obligación de todos los egresados universitarios del Uruguay, y de todos quienes han revalidado títulos  obtenidos en el exterior. Tampoco figuraba en el padrón de egresados de la FCEA en las elecciones universitarias.

Poca atención se prestó entonces al hecho, a pesar de la condición de Senador que entonces ostentaba Olesker, y de su extensa carrera política como Ministro de Salud Pública y de Desarrollo Social, en cuyo desempeño siempre se presentó y firmó documentos como «Economista».

Si bien hoy el título universitario para esa especialidad es «Licenciado en Economía», en la época en la que Olesker realizó sus estudios existía en el país una carrera con el nombre de «Economista», y, junto con Licenciados en Economía, en total suman casi 1.500  afiliados a la Caja Profesional.

La insistencia, entonces solitaria, de Rodríguez Puppo con el tema, llevó a que a mediados de enero, luego de renunciar el mes anterior al Senado, Olesker publicara un largo hilo en Twitter, aceptando que efectivamente no era egresado como Economista de la Udelar -como figuraba en la web oficial del MIDES cuando fue ministro-  pero que tenía un «título superior», y en virtud del mismo era correcto ser presentado y presentarse como Economista. En una entrevista periodística que siguió a esa declaración, sostuvo que esa «Maestría» de Lovaina le había servido en los concursos en su carrera docente para «compensar» los puntos que dejaba de tener por carecer del título de grado local.

Simultáneamente, en diferentes instancias, varios colegas economistas de Oleskder, entre ellos el propio Rector Arim, sostuvieron que el título universitario de «Economista» no es un requisito para ejercer esa profesión, y que es perfectamente legítimo y legal ejercer tareas en ese campo sin tener el título y sin estar inscripto en la Caja Profesional. Para decirlo en un lenguaje simple, Olesker es economista como otras personas son mecánicos, jardineros, electricistas, carpinteros o futbolistas, que pueden cumplir tareas en esos campos sólo basados en sus conocimientos, reconocidos por quienes los contratan.

Perfectamente claro y entendible. Pero lo cierto es que luego de esta polémica, Olesker corrigió sus redes sociales, y donde decía «Economista» pasó a decir «Magister», que es la denominación de quienes han completado un curso de posgrado conocido como Maestría, que es una especialización dentro de la disciplina en la cual se posee un título de grado.

Subsistía, sin embargo, un asunto sobre el cual hasta ese momento no se había profundizado: la carrera docente de Olesker, basada en sus trabajos académicos, en la experiencia acumulada a través de los años, y en los respaldos académicos debidamente registrados y reconocidos de manera formal.

A mitad de enero, CONTRAVIENTO consultó drectamente a la Universidad de Lovaina para conocer los detalles de la Maestría y el título obtenido, y la respuesta fue evasiva. Se limitó a afirmar que efectivamente había estudiado allí entre los años 1984 y 1985, pero se excusó de brindar más detalles por la reserva de datos personales. También se supo entonces que en la Oficina Nacional del Servicio Civil Olesker figuró con un cargo interino en la Udelar, hasta que se jubiló, luego de una carrera docente de 34 años, hecho por demás curioso y excepcional.

El tema había ingresado en un callejón sin salida. Salvo la declaración del propio Oleskder, no constaba en ningún otro lado el título de Magister otorgado por Lovaina. En ese momento, el Coronel (R) Mag. Roque García elevó un pedido de acceso a información pública, solicitando información sobre el título alegado por Olesker. En una respuesta ajustada estricamente a la ley, sin eludir ninguna pregunta ni apelar a retórica política -hechos de por sí destacables en el Servcio Jurídico de la Udelar- , se afirmó que no había registro o constancia de ese Título, ni en el momento del ingreso a la carrera docente, ni en los concursos que fue dando para llegar a grado 5. En el primer caso se adujo que la ley obliga a resguardar por diez años los documentos físicos, como posible explicación a esa falta. Pero esa explicación no sería aplicable a los últimos concursos.

Ese documento, que sólo publicó Contraviento y que fue ignorado por el resto de los medios de prensa, llevó a la representación de los egresados de la FCEA electos por las listas de la CGU a presentar el tema en el ámbito del Consejo de la Facu.ltad, que hasta ese momento había ignorado el tema.

Y en ese momento, lo que Olesker nunca había presentado antes, ni en la prensa ni en la Udelar, apareció en forma de certificado de estudios fechado en la Universidad de Lovaina en febrero del corriente año, donde se establece que había aprobado las materias correspondientes a Licenciatura y Maestría en Economía (traducción libre del original en francés e inglés) en el año académico 1984-1985, pero sin adjuntar título alguno ni constancia de haber expedido el mismo.

LAS CONCLUSIONES

La apretada síntesis anterior, en la que seguramente faltan otros detalles que los lectores podrá ncomplementar, permite extraer algunas conclusiones preliminares, todas muy interesantes.

La primera es la comprobación del peso de las redes sociales en el debate público. Lo que antes solía discutirse entre cuatro paredes, aunque fueran asuntos de interés público, hoy sale a la luz. Y esto es particularmente destacable en un ámbito como la Universidad de la República, sometida a un régimen de cogobierno de profesores, estudiantes y egresados, donde raramente quienes financian con sus impuestos esa casa de estudios pueden acceder a lo que sucede en el ámbito de su gobernanza.

Lo segundo, es la parálisis de las entidades que de alguna manera están relacionados con el tema, como la Caja Profesional y el propio Colegio de Contadores y Economistas, que asistió en silencio a un asunto que los atañe, como es el ejercicio liberal de la profesión de economista, que entre otras cosas trae aparejada la obligación de aportar a la Caja de Jubilaciones de Profesionales Universitarios.

El tratamiento periodístico en los medios de mayor alcance y difusión también ha sido muy pobre y desbalanceado. Las voces y los argumentos de quienes reclamaban transparencia en el asunto nunca tuvieron espacio ni lugar, y sólo las «explicaciones» de Olesker y de sus colegas eran tenidas en cuenta. La respueta oficial de la Udelar, admitiendo que no tenía constancia del título de Magister, sólo fue registrada por CONTRAVIENTO.

Por último, el sistema político, o lo que comunmente se entiende como tal, observó en silencio todo este tema, en parte por la consideración personal que Olesker se ganó entre sus colegas del Parlamento, y en parte quizás también por no queren «comprarse» un problema mayor, como es el de cuestionar a la propia Universidad y sus a veces oscuros mecanismos en la gestión de las carreras docentes, como claramente ha mostrado en el caso de Olesker.

Las redes sociales asumieron el protagonismo en este caso. Ignorar su peso en la consideración de los asuntos públicos es un error que va a costar cada vez más caro a quienes no asuman esta nueva realidad.