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Contraviento

Yo acuso

25 marzo, 2023

Escribe Dardo Gasparré*

Cual enseñara alguna vez Émile Zola, que en 1898 en su artículo de primera plana ‘J’Accuse …!’ defendió tras un fallo injusto y cruel al militar Alfred Dreyfus, condenado arbitrariamente por el colectivo antisemita como traidor, guardar silencio empieza a parecerse a la cobardía.

Hay momentos liminares. Cuando alguien que tiene la posibilidad de escribir en medios de prestigio, de ser leído y considerado por muchos y de tener un espacio que lo cobija y una trayectoria que lo avala, se pregunta si tiene que usar esa posibilidad de la que pocos gozan para limitarse a comentar lo que ocurre como quien comenta un partido de fútbol, o simplemente a hacer exégesis del accionar de los políticos, una manera de convalidar la corrupción del poder, o a vaticinar los desastres evidentes que se perpetran contra la sociedad.

También es posible preguntarse si no se debe utilizar semejante herramienta en las instancias cruciales para alzar la voz en nombre de los que no tienen la posibilidad de hacerlo y hacer oír una advertencia para lo que creen que están librando una lucha que no están librando, pero que se les hace creer que libran. Y lo que es peor, luchan contra quienes no deben luchar.

Hasta es factible cuestionarse si al contentarse con ser un simple comentarista, un relator de la realidad o un profeta de los resultados de un accionar desquiciado, no se está siendo cómplice de una trampa fatal que terminará atrapando a todos los ciudadanos, masificados definitivamente en la condición unificadora de mendigos vasallos de la maldad. O si simplemente no se está siendo un cobarde.

Por todo eso esta nota está escrita en primera persona.

Sabotaje

Yo acuso a Cristina Fernández viuda de Kirchner de sabotear deliberadamente a la Nación, a su sociedad, a la Patria, a su economía, a su bienestar, su seriedad, su institucionalidad, su respeto, su futuro, sus oportunidades, a las familias, a cada uno de sus habitantes, sin diferencias de ningún tipo. Y muy en especial a los mismísimos seguidores de su partido, que aún creen que es la defensora de los ideales que sostienen. 

Paso por alto su historial personal de despropósitos en la conducción de los asuntos del país, porque simplemente han reflejado la ignorancia que ella y sus equipos -llamémoslos así- han cultivado desde siempre, porque guste o no, forma parte del concepto democrático del derecho de las mayorías a elegir, sufrir y soportar a sus gobiernos.

También paso por alto en este alegato sus delitos por lo que ha sido condenada y aquellos por los que no lo ha sido -aún- porque tengo claro, como lo tienen muchos, que la corrupción es multipartidaria, y que no ha sido ella la inventora de la complicidad proteccionista y delictiva con las empresas privadas, las estafas al estado, los juicios perdidos deliberadamente, las licitaciones amañadas, ni siquiera son exclusividad del peronismo y sus conductores. Esto, a pesar de que perfeccionó el sistema y transformó la simple coima en sociedades de testaferros con las empresas amigas, que estallaron (algunas) escandalosamente. Y en otros casos van a estallar tarde o temprano. 

Ni siquiera la estigmatizo por las prebendas que ha otorgado al sindicalismo ladrón y billonario, porque existen desde el mussolinismo de Perón, y porque hasta los gobiernos golpistas los protegieron, incluyendo el nosindicalismo de piquetes y organizaciones sociales, un lamentable avance sobre la renta universal que también ha sido compartido en varios mecanismos por otros gobiernos igualmente facilistas y buscadores de complicidad, si bien no con las características alevosas a que se ha llegado ahora. 

La acuso por haber torpedeado a la Justicia, en el clásico formato que ya se ha sufrido tantas veces de atacar a la Corte, pero también de manosear irrespetuosamente al Consejo de la Magistratura, trampear vilmente su sistema de elección y su funcionamiento, burlándose de la sociedad, de la ley, de la Constitución, del Derecho. De prepo, dirían en la esquina. Es sabido que la Justicia tiene fallas graves que vienen dándose en el tiempo, crecientemente. Pero no sólo la forma en que se pretende resolverlo es una grosera excusa para lograr su impunidad que nunca conseguirá, sino que detrás de esa excusa (el peronismo, en especial el kirchnerista, siempre tiene un dorso) busca la destrucción del sistema de contralor de tres poderes, esencial al republicanismo y al sistema democrático, lo que para ella es irrelevante.

Subversión mapuche

La acuso por haber cultivado la subversión mapuche y originaria, que además de ser un negocio compartido con las satrapías provinciales, lleva directamente al camino de destrucción de la Soberanía, y de la integridad misma de la nación. Quienes tengan alguna duda sobre la naturaleza pueblista (Del tratado del mismo nombre) de este organizado ataque contra la integridad del país, y del punto anterior sobre la bastardización y devaluación del Poder Judicial, baste leer el proyecto de Constitución chilena de inspiración similar, rechazado por la población, que ahora se intenta imponer de prepotencia por encima de la propia ley, y que trata de imponer palabra por palabra ambos conceptos. San Martín, odiado obviamente por la acusada, haría tronar el escarmiento (No, no lo dijo Perón, lo dijo el gran héroe).

La acuso porque deliberadamente está promoviendo vía su ejército de títeres un país imposible, sin solución, sin posibilidad alguna de crear un sistema de oportunidades y de seriedad de ninguna clase en ningún tema, partiendo del económico. El trágico concepto dejémosle tierra arrasada a los que vengan o pateemos el problema para que lo resuelva el próximo es simplemente criminal. No solamente bombardea la democracia, sino que quita toda posibilidad de mejora. Sólo deja el camino de la protesta irracional, la protesta interesada, la protesta subversiva y la miseria. Desde el crédito interno y externo hasta la educación, desde el sistema jubilatorio devastado hasta millones de rentas universales que son futuros apedreadores. Todo eso oculta a los verdaderos ladrones propios y concesionados. 

La acuso por la destrucción sistemática de la moneda, del ahorro y del salario de los argentinos, que aún hoy continúa, y que se originó en la ignorancia y el deliberado populismo de arrojarle a la población toneladas de la famosa “platita”, como ella misma le denomina cada vez que puede. Esa pérdida de confianza se refleja y se reflejará en cada una de las instancias que deben recorrerse para tener una mínima chance de salvación, si la hubiera. Esa inflación estallará en múltiples vértices como los fuegos de artificio de fin de año. Pocas decisiones son más nocivas que la creación sistémica de inflación, que ni aún como un acto de benevolencia se puede adjudicar a la ignorancia. Se incluye en esta acusación la destrucción del sistema de precios relativos, cuya restauración causa y causará estragos, y cuya corrección será luctuosa.

La acuso por haber destruido con sus medidas muchas veces psicopáticas a miles de familias que han perdido su seguridad, sus hijos emigrados, su modo de vida, su esfuerzo de muchos años, su paz, su razón de ser misma no sólo por efecto de las medidas populistas, resentidas, revanchistas y sobre todo inútiles e ineficaces, sino, más que por su política, por su filosofía y la de sus asesores despreciables de garantismo, abolicionismo y prodelito que ha destrozado el sistema inmune de Argentina. 

Acuerdos malévolos

Los acuerdos secretos y malévolos con China y Rusia, el manoseo con y el FMI, otro antro cómplice, la ruptura fatal de la seguridad jurídica, que culmina con la farsa de la recompra de bonos en dólares, una impericia además de una imprudencia, la mafia de la droga que ya era floreciente, pero que ahora tiene cómplices y hasta jefes en el gobierno. La pauperización de las capas más bajas de la sociedad, a la que le sigue mintiendo, garantizan una desilusión y una ira con cualquier medida que se interprete como ajuste, aunque no lo sea. Asegura la reacción violenta, al estilo francés y de toneladas de piedras sobre la seriedad.

La acuso por la destrucción de las Pyme, de las pequeñas empresas y empresarios, del concepto de oficio, de la dignidad del trabajo, y haber roto la relación entre el campo y la Patria, paradigma fundacional de la sociedad nacional.

El otro objetivo perverso: “Les estalla todo entre 2025 y volvemos de nuevo como redentores”, también es falso. El país no se repondrá en uno o dos turnos de gobierno, aun cuando se acertará con rigurosidad los diagnósticos y las medidas para encararlos. La deuda en pesos terminará en algún plan Bonex o blanqueo a mano armada,  la inflación crecerá porque crecerá la emisión, además del año de arrastre desde la hiperemisión.

Hay un 40, tal vez un 50 por ciento de la población, a la que se le ha hecho creer por vía del relato, del fanatismo, de la ignorancia, de la ideología barata ancestral, del choriplaneo, de lo que fuere, que sus problemas tienen una solución inmediata y mágica, sacándole impuestos a la clase alta, al ahorro, al capital o a quien fuera. Se llama la lapicera. Esa creencia, que la acuso de fogonear en cada charla, en cada una de sus tiradas contra la Corte, contra sus propios títeres, contra Macri o contra cualquiera que no se pliegue a su voluntarismo, es un polvorín que también integrará la herencia mortuoria que le deja al país.  Del mismo modo que el sistema de inútiles conque ha poblado la administración pública desde hace 20 años, una resistencia pasiva saboteadora, huevos de la serpiente que están para siempre en el sistema. El fracaso de quien asuma está garantizado. De quien lo continúe también. Del país también. De eso la acuso.

También la acuso por haber sembrado el odio y la división entre compatriotas, aunque debo reconocer que en eso supo copiar a Juan Perón, que sembró esas semillas de odio que germinan en cada nueva franquicia. Es la misma división que crea ahora en su partido, si sigue siendo su partido,
En nombre de la búsqueda de impunidad, de que hay otros que cometieron sus mismos o parecidos delitos pero no son ni juzgados ni condenados, de que quiere autosucederse de algún modo, o por interpósita persona como es su estilo (y el del peronismo, para ser sincero) ha destruido el sistema político, económico y social. No sabe que el argumento de que “los otros también lo hicieron”, no vale en derecho ni ante ninguna justicia. Tampoco en una discusión de café, siquiera.

Ese formato y ese comportamiento ha hecho creer a sectores políticos de débil decencia y débil patriotismo y talento, de que para reemplazarla hay que imitarla. De eso no tiene la culpa ella, pero colabora con firmeza.

Usted es la grieta

Un mensaje personal a la vicepresidente, para seguir imitando a Zola: toda esta enumeración macabra parte de lo que acaso sea su concepto más errado: los argentinos no somos como usted. Por encima de todos los juicios y de todos los fallos, por encima del resultado electoral, por encima de todo, necesitamos volvernos a sentir compatriotas, aunque suene romántico y pasado de moda.

Usted lo impide: usted es la grieta, señora. Que Dios y la Patria os lo demanden.

Zola tuvo que exiliarse luego de su artículo. La Justicia reivindicó a Dreyfus y le restituyó sus cargos y honores.