El diario Folha de S. Paulo publicó a fines de marzo una extensa entrevista a nuestro compañero Pablo Vierci (en la foto junto a José Bayona, director del film) autor de «La Sociedad de la Nieve» y del guión del film del mismo nombre que se estrenará en Netflix este año. En la introducción de la nota, el periodista Reinaldo José Lopes escribió: «Para Pablo Vierci, el accidente con el equipo de rugby hace 50 años mostró que la cooperación y la compasión fueron fundamentales para la sobrevivencia».
Sigue la traducción del artículo de Folha de S. Paulo, firmado por Reinaldo José Lopez.
Hace 50 años, un grupo de 16 jóvenes uruguayos protagonizó una historia de sobrevivencia que todavía parece orillar lo increíble. Después de que el avión militar fletado por el equipo de rugby se estrelló en las laderas de la cordillera de los Andes, en la frontera entre Argentina y Chile, los muchachos y sus colegas y familiares fueron dados por muertos, pasando 72 días en medio de la nieve de las montañas, hasta ser rescatados por militares chilenos. Una nueva edición del único libro que reúne los testimonios de todos los sobrevivientes del desastre acaba de llegar a Brasil, retratando desde dentro los meses vividos por ellos en la montaña.
El aspecto «interno» de la narrativa es resaltado por el autor de «La Sociedad de la Nieve», el escritor uruguayo Pablo Vierci. En cierto sentido, él pasó la mayor parte de su vida preparándose para escribir la obra. Él es de la misma generación de alumnos del colegio Stella Maris-Christian Brothers, en Montevideo, que participaban del equipo de rugby y sobrevivieron a la tragedia.
Entre los miembros del grupo estaba Nando Parrado, amigo con el que él conviviera durante diez años de escuela primaria y liceo. «Durante todo ese tiempo, fuimos compañeros de banco con Nando», contó Vierci a Folha. Como era uno de los pocos ex alumnos del colegio con deseos de volverse escritor, Nando lo buscó para que intentaran contar juntos aquella historia. «Pero yo percibí que aquello era demasiado grande para alguien de 20 y pocos años, que aún no había publicado ningún libro», explica él. Además de eso, muchos de los sobrevivientes aún no querían volver a las heridas dejadas por el accidente, incluso porque los 16 que descendieron de las montañas con vida eran menos de la mitad de los 45 pasajero y tripulantes que estaban en la aeronave en el momento del impacto. Muchos de los muertos también eran amigos cercanos e incluso vecinos de Parrado y Vierci, lo que dificultaba enfrentar el tema.
Décadas después, y con la experiencia adquirida al escribir diversos artículos sobre el tema, esas barreras disminuyeron, y Vierci pudo sentarse a conversar con cada uno de los sobrevivientes. Los capítulos de «La Sociedad de la Nieve» entremezclan una narrativa general del accidente, del tiempo transcurrido a casi 4.000 metros de altitud en los Andes y del rescate con testimonios en primera persona de Nando Parrado y de sus compañeros.
«Fueron años conversando y grabando. Cada uno de los testimonios daría para un libro de 200 páginas», explica Vierci. «Mi trabajo fue transformar eso en pequeños capítulos. Y lo más interesante es que, cuando les muestro el texto, inmediatamente se reconocen allí, aunque el texto sea una condensación mía. Es casi casi si fuéramos una sola persona».
De las 45 personas a bordo en el momento del impacto (causado por un error de ruta en el cruce de los Andes), 33 sobrevivieron al primer impacto, y cinco murieron en la primera noche. Otros ocho murieron como consecuencia de una avalancha que cubrió todo el fuselaje del avión, donde habían improvisado un refugio, días después.
Sin prácticamente ninguna comida, presos en un ambiente de temperaturas perpetuamente negativas donde sólo había nieve y roca, el grupo se vio forzado, no sin mucha resistencia inicial, a alimentarse con la carne de los muertos, preservada por el frío. El «canibalismo de sobrevivencia» fue el aspecto más explotado por los reportajes sensacionalistas sobre el episodio, pero Vierci resalta que el «pacto de solidaridad» entre los miembros del grupo fue mucho más profundo.
Para Pablo Vierci, el accidente con el equipo de rugby hace 50 años mostró que la cooperación y la compasión fueron fundamentales para la sobrevivencia».
«Da para pensar en aquello como un experimento», compara el escritor. «Qué pasa si usted arroja decenas de personas, muchas de ellas heridas gravemente, en uno de los ambientes más inhóspitos del mundo? Será que , como dicen muchas historias post apocalípticas, como Mad Max, va a surgir una fiera? Al menos en este caso la respuesta fue no; ocurrió todo lo contrario», resume Vierci.
Al descubrir que el contacto físico era una de las pocas cosas capaces de mantener algo de calor en aquel ambiente extremo, los sobrevivientes llegaron a pasar horas masajeando manos y pies de os amigos heridos para evitar la gangrena. O, durante las caminatas en busca de una salida, cuando no tenían el abrigo del avión para pasar la noche, se golpeaban la espalda unos a otros durante la madrugada para hacer circular la sangre.
Muchachos en primero o segundo año de facultad de medicina hacían todo lo posible para curar fracturas, o incluso practicaban pequeñas cirugías simples en los heridos. Otros consiguieron improvisar anteojos y calzado para la nieve, cosían sacos de dormir impermeables con los ductos del avión, aprendían cómo usar la luz reflejada del sol para derretir nieve y producir agua. Antes del accidente, muchos ni siquiera habían visto la nivel alguna vez en su vida.
«En lugar de un sálvese quien pueda, fue la cooperación y la compasión lo que permitió que ellos sobreviviesen tanto tiempo», dice Vierci. Aprendiendo con los desastres de dos expediciones anteriores, Nando Parrado y Roberto Canessa consiguieron atravesar una montaña de 4.600 metros (bautizada como monte Seler por el propio Parrado, en homenaje a su padre), y después de una travesía de diez días, consiguieron pedir ayuda a un arriero chileno.
A pesar de los horrores del desastre, varios sobrevivientes recuerdan el aspecto transformador de la experiencia. Muchos mencionan la transformación espiritual por la cual pasaron en los Andes, ligada a la capacidad de entregarse a los oros en forma absoluta. «Algunos hablan del Dios de la Montaña, que es completamente diferente a cualquier experiencia religiosa que podrían tener en el llano», dice el escritor.
Para Vierci, la historia del desastre no será olvidada tan pronto. «Lo que sucedió es tan exorbitante, tan fuera de serie, y al mismo tiempo con un potencial tan grande para ser aplicado en la vida de las personas que terminan conociendo aquellos hechos, que la historia seguirá siendo siendo contada en el futuro».