
En el Congreso Internacional de la Lengua Española llevado a cabo en Cádiz a fines de marzo, el escritor argentino, Martín Caparros, propuso cambiar el nombre del idioma español a “americaño”, idea secundada por su colega mexicano, Juan Villoro.
En la mesa “El español, lengua común. Mestizaje e interculturalidad en la
comunidad hispanohablante”, Villoro definió como un arcaísmo el nombre del idioma, «cuando la quinta parte de sus hablantes son sus compatriotas”. Asimismo, el escritor mexicano propuso llamarlo “hispanoamericano”.
Caparrós, hizo declaraciones un tanto provocadoras para algunos miembros que participaron del Congreso y que no compartían su línea de pensamiento: “quizá llegó la hora de buscarle un nombre a esa lengua que se impuso a sangre y fuego, que no se atribuya a ninguna nación o reino”. Además, agregó que americaño, “preserva la originalidad de la virgulilla de la ñ”.
Lugar para la indignación también hubo. Antonio Pérez Henares, escritor, periodista y ahora presidente de la Asociación Escritores con la Historia, consideró “un disparate” la idea planteada por el escritor argentino, y enfatizó en que “mal que le pese a Caparrós, el idioma que habla es el español”.
El escritor Xosé Carlos Caneiro tampoco compartió la propuesta del cambio de nombre entendiendo que es un idioma que según él, “se desarrolló en España”, y agregó que no entiende como dos intelectuales hayan propuesto semejante idea.
Sin embargo, Caparrós ante las críticas hacia su propuesta, sostuvo que sí hay que buscar otro nombre para enriquecer una lengua, la que se ha formado “con la respiración de muchas lenguas”.
Por su parte, Pérez Henares también planteó las siguientes preguntas: «¿Cómo
llamaríamos a Cervantes?,»americaño antiguo?, ¿y al de Vargas Llosa?, ¿»americaño moderno?».
El presidente de la Asociación Escritores con la Historia admite que le cuesta tomar en serio estos planteamientos, como también al escritor Fernando Sánchez Dragó, quién hizo su descargo en twitter: «¿Congreso de la Lengua en Cádiz o del Linguicidio? Chirigota va, chirigota viene. He aquí el tinglado de la nueva farsa”.