«La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa»
(Karl Marx, «El 18 Brumario de Luis Bonaparte)
Por Graziano Pascale
Las revueltas estudiantiles del pasado, que formaron parte de la agitación social que convulsionó al país a fines de los años 60, ocurrían en un contexto geopolítico en el que América Latina era parte de la «Guerra Fría», y escenario de la «revolución mundial» anticapitalista y prosoviética. Ese detalle clave sería el equivalente a la «gran tragedia», en la cita de Marx. Medio siglo después, caímos en la «miserable farsa» de una revuelta para impedir que se construya una rampa en el IAVA, liderada por un chico que utiliza una jerga incomprensible y un discurso vacío y sin sentido.
El IAVA es un instituto emblemático. El imponente edificio, la enorme cantidad de estudiantes, y el prestigio que aún rodea su nombre, junto a su ubicación estratégica en la manzana contigua al edificio central de la Universidad de la República, hacen de esa casa de estudios el lugar ideal para concentrar el foco en caso de una «movilización estudiantil».
Y, en efecto, la agitación desatada por la negativa a acatar una decisión que implicaba reubicar un espacio destinado al «gremio estudiantil» escaló al primer plano de la agenda informativa. A diferencia del pasado (y también de lo ocurrido en países de la región en los últimos años), esta vez no hubo hechos de violencia, propiedades destruidas, edificios incendiados.
Ocupación, marchas, paros. El clásico combo que acapara portadas de diarios y noticieros de radio y televisión. Esta vez, aunque no se lo diga expresamente, forma parte de la campaña política del Frente Amplio y su rama sindical pars oponerse a la Reforma Educativa, que se puso en marchs este año, en cumplimiento del compromiso asumido por el gobierno de la Coalición durante la campaña electoral.
Ese es el verdadero trasfondo del conflicto de hoy, que forma parte de la ya desatada campaña electoral rumbo a las elecciones del próximo año. Se agrega al anuncio de una campaña ñara derogar la reforma jubilatoria aún a estudio del Parlamento, en caso de que finalmente resulte aprobada.
El gobierno ha eludido la «fórmula Vázquez» del desalojo empleando las fuerzas de choque de la policía. Aunque con la parsimonia y el tacto desplegados deja insatisfechos a sus partidarios, la otra opción era claramente peor.
El único error -que quizás pudo preverse- fue haber designado al frente del IAVA a un director que en lugar de hacer cumplir las normas y reglamentos y directivas de sus jerarcas, se plegó a la «revuelta». Un error muy grande, por cierto.