Un edulcorado y castrado debate, que no movió la aguja, como todos los debates
El debate entre los candidatos presidenciales argentinos no provocó ninguna estampida de votantes que corrieran a munirse de la boleta de un candidato, embelesados por sus propuestas. Para ser serios, casi nunca ocurre eso en ninguna confrontación similar en ninguna parte del mundo.
Los presidenciables suelen estar encorsetados, obedientes a sus jefes de campaña, domeñados para no decir nada demasiado audaz ni reaccionar de un modo que pueda ser malinterpretado o que les ocasione una réplica fatal.
Tampoco debería tomarse muy en serio la encuesta online que supuestamente permite que el público elija al postulante con mejor desempeño. Cada partido trató de conseguir que votaran sus adeptos, muchas veces aun antes de comenzar el encuentro. Quien más conozca el manejo de los trolls y bots, o quién más pague por esos servicios, ganará, aunque defienda el degüello de los inocentes de Herodes.
En general, los enfrentados se limitaron a dar un listado de objetivos, sin precisar los modos o programas concretos para lograrlos, que tampoco han sido explicitados durante la campaña, o han variado ante las críticas o dificultades prácticas con que se fueron encontrando desde las PASO.
Massa y su capacidad de mentir
Massa mostró su proverbial habilidad para mentir. O su cara de piedra, dirían los opositores. Primero haciendo malabares para explicar por qué si es elegido presidente no va a repetir las desastrosas políticas que consintió primero y profundizó después en su gestión como ministro-curandero. Su afirmación – hecha con total contundencia – de que había recompuesto el ingreso de los jubilados es sencillamente una burla a los millones de estafados.
Perdonado incomprensiblemente por sus rivales, que decidieron olvidar su pasado reciente y lejano, también mintió descaradamente, subestimando a sus votantes y a todos los votantes, sobre la educación, su presupuesto y sus resultados paupérrimos. Lo mismo cuando habló del crecimiento del país, de las exportaciones y de su irresponsable baja de impuestos y su falso presupuesto. Y también fue falso que hubiera viajado en auto a Santiago del Estero, otra parodia.
Sin embargo, lo más preocupante fue su idea de la moneda digital argentina – ahí combina el wokismo de Cristina Kirchner con el socialismo planificador, espía y controlador de Bregman y von der Leyen – y cuando prometió aumentar la progresividad en los impuestos. Se recordará que sus diputados Heller y Máximo Kirchner inventaron impuestos progresivos sobre el capital y el ahorro de los ciudadanos, lo que ya generó, además de un verdadero robo, una fuga de la poca inversión que restaba. Y ahora insiste con más de lo mismo a la semana de haber derogado para los sectores más altos de los trabajadores un impuesto globalmente indisputado como el de las Ganancias o Ingresos, creando más déficit.
Los dólares son de los exportadores, no del estado
Como remate, no se debería olvidar su idea de perseguir a las empresas y al contribuyente aún más, y en especial a quienes intenten disponer libremente de sus dólares. Justamente uno de los mayores enemigos del crecimiento, la inversión y el empleo es la creencia, que ya es una ideología del kirchnerismo que representa Massa, de Máximo Kirchner y la Cámpora (y del Frente Amplio, para que Uruguay ponga sus barbas a remojar) de que los dólares de las exportaciones son del estado, no de los privados que exportan sus productos.
Cualquier desprevenido inversor (si aún quedan) que haya escuchado esa propuesta de “eliminar el déficit” vía mayores impuestos y robo de divisas, habrá sepultado sus planes al minuto de escuchar semejante garantía de confiscación inmediata.
Quedó muy clara la increíble semejanza de sus ideas con Bregman, también mentirosa serial aunque mucho más hábil en el manejo del debate – la expertise mayor del materialismo dialéctico marxista- unidos por el nuevo Stalin del wokismo socialista, Máximo Kirchner, como quedó en evidencia en los intercambios de réplicas.
La dirigente socialista, como ella se llamó para intentar diferenciarse del comunismo -vieja treta post URSS – miente en el número de desaparecidos, miente sobre los discapacitados, una estafa sin precedentes, y bordea la subversión, pero por el lado de adentro, cuando confunde el derecho a la protesta con el derecho a la rebelión. Una particular concepción de la democracia. No es casual su permanente coincidencia con el kirchnerismo en todos los temas centrales antiinversión, antiempresa y antiempleo.
Este análisis tiene, por supuesto, el objetivo de ayudar a que Uruguay comprenda lo cerca que está de seguir iguales caminos y sufrir iguales destinos que Argentina. Son estas políticas que el domingo se presentaron como innovadoras las que la llevaron a la vergüenza y el oprobio de la pobreza y la casi extinción. Es el mismo léxico del Frente Amplio. Cabe recordar que hace 5 años el kirchnerismo expropió las AFJP, equivalente a las AFAP, y saqueó los fondos de sus aportantes. No se parecen. Son lo mismo. Hacen lo mismo. Sus efectos serán los mismos.
Schiaretti, (él y Bregman fueron partiquinos que sólo obstaculizaron el intercambio) habló de Córdoba y como todo buen peronista, trató de diferenciarse del peronismo, y agitó logros con los que muchos cordobeses no necesariamente estarán de acuerdo. Su participación fue digna, a pesar de todo.
Bullrich y Milei son las dos únicas opciones de cambio posible, por eso hace sentido concentrase en ellos. Ambos llegaron al debate prendidos con alfileres, desgastados por una campaña intensa Bullrich y por su propia personalidad Milei. Colgados ambos de su botiquín de remedios y encorsetados por sus coaches, más bien sus carceleros.
No es cierto que no vendrán grandes sacrificios
Sus choques fueron un buen ejemplo de los problemas que se avecinan. No es cierto que la dolarización sea tan fácil, instantánea o inocua ni lo sea el gradualismo melconiano. No es cierto que no vendrán grandes sacrificios. Se entiende que nadie lo quiera decir, y entonces en vez de planes concretos se planteen objetivos o apotegmas.
Ningún ejemplo mejor que la intervención de Milei – que se escenificó como una suerte de personaje de Harry Potter – preguntándole a Bullrich que haría concretamente con las Leliqs, que ella eludió responder. ¿Y si ella le hubiera preguntado lo mismo al libertario? ¡Tampoco le habría respondido! Más allá de las soluciones teóricas y poco viables que se han ido cayendo tras chocar con la realidad una a una, lo que hizo que el propio Javier eludiera el tema, el problema no es la parva de Leliqs. El problema es la parva de plazos fijos de privados en los bancos. El problema es en cuánto tiempo y cómo se sacará el cepo. El problema es si habrá cambio libre o no, si habrá desdoblamiento o no. ¿Quién querrá hablar de eso ahora? Necesariamente habrá perjudicados.
Las Leliqs se pueden transformar en encajes bancarios no remunerados en cualquier momento. Pero los Plazos Fijos son del público. Alguien tiene que pagar por el riesgo crediticio de haber ganado tamaños intereses prestándole a un fallido. ¿Quién? ¿Todo el país?, ¿el agro?, ¿los exportadores?, ¿o los inversores en plazos fijos? Las Leliqs se renuevan cada semana, los Plazos fijos cada mes o dos. Nadie dirá hoy claramente lo que va a hacer, aunque lo sepa. La corrida podría ser catastrófica, además.
Condenar a Bullrich o a Milei a pactar con el kirchnerismo estaría al borde de ser una traición a la patria. Con fiebre o con stress, más que debatir ambos deben pensar en unirse tras las elecciones. No caer en el abrazo del oso de Massa. Ya se sabe cómo termina el cuento del oso.