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Contraviento

Argentina, ¡levántate y anda!

17 octubre, 2023

La del domingo no es una elección más. Es un momento de decisión, un límite crucial entre la seriedad y el abismo

La inspiradora frase del título, con la que Carlos Saúl Menem cerrara su discurso inaugural en 1989 cobra nuevamente validez a 5 días de la primera vuelta electoral de la elección presidencial del país hermano. Esta vez, la cita evangélica, más que una esperanza, representa la angustiosa necesidad de un milagro.

Vapuleada su grandeza, dilapidada su riqueza, enfrentada su sociedad, deliberadamente arrasada su educación que la enorgulleciera por décadas, casi la mitad de su población sumida en la pobreza y la miseria, confiscado su ahorro, castrada su vocación de trabajo y producción, saqueado y bastardeado el estado, estafadas todas las ilusiones, los sueños y los proyectos de millones de vidas, en manos de las mafias del delito, de la droga y del negocio disolvente originario, con el temor cierto de morir en cada esquina, consumida por el cáncer de la hiperinflación cuyo nombre no se quiere pronunciar y vendida su soberanía, Argentina sabe que es hora de decir basta.

De eso se trata esta elección. Aquí se debería cerrar el ciclo populista que naciera con Irigoyen, se enriqueciera con el proteccionismo mussoliniano estatista de los golpes militares y tomara forma definitiva con el estatismo prebendario de Perón, bajo los consejos de la fatídica Cepal de Raúl Prebisch que empujó a la mediocridad a toda américa latina bajo su lema de “vivir con lo nuestro”.

La imperdonable destrucción deliberada

Porque salvo la necesidad de exhibir el producido de los robos como si fuera un trofeo símbolo de éxito, no hay ninguna diferencia en las políticas, decisiones y acciones del peronismo fundacional con los últimos 20 años de predominio político del kirchnerismo, a veces palabra por palabra.

En ese período como una sinusoide enloquecida, se fue acelerando la aplicación de la doctrina justicialista hasta llegar a hoy, donde se puede presenciar el tristísimo espectáculo de un ministro de economía que deliberadamente está destruyendo lo poco que queda en pie con ignorancia e impunidad, más allá de la burla de presentarse como candidato a la presidencia desde donde supuestamente sacará al país del pozo en que lo ha sumido.

Cuando la vicepresidente a cargo de su teatro de títeres dice con aires de politóloga que se trata de una elección de tres tercios, omite que dos de esos tercios están en contra de todas y cada una de las políticas de sus gobiernos. Al menos es lo que expresan los votantes, vaya usted a saber lo que harán luego quienes resultaran electos.

En su afán de sacar partido de esa “elección de tercios” la fuerina del peronismo es sospechada de haber fomentado el crecimiento de Javier Milei, con el afán de restar votos a algunos de sus opositores. “Le salió la vaca toro”, dirían los viejos hombres de campo. Por eso ahora sus candidatos están retrocediendo. Quieren tener la precisión milimétrica para que el Greto Thunberg local crezca lo suficiente para polarizar, pero no tanto como para dejar a Massa sin el mínimo de votos que necesita el peronismo-franquicia Kirchner para no ser tercero.

¿Y si un tercio del pueblo argentino no aprendió nada de sus desgracias?

Y aquí surge un punto más importante que el resultado final de la elección, y que el propio balotaje. Si Massa obtuviera, como juran las encuestas infalibles, el segundo lugar el próximo domingo, sería un indicador de que un tercio del pueblo argentino no ha aprendido nada en todos estos años, casi una garantía de una insurgencia que está anunciada y planificada.

Es posible que Milei resulte el candidato más votado, por lo que el segundo puesto resulta de gran importancia para el destino argentino. Un tercer puesto que lo dejara fuera del balotaje sacaría del escenario virtualmente a Patricia Bullrich y Juntos por el Cambio, eliminando la posibilidad de algún grado importante de acercamiento y cooperación entre dos grandes sectores que tienen como denominador común la defensa de la libertad, la propiedad privada y la vida.

O un escenario aún peor. Si Bullrich perdiera sustento político, el sector de la UCR y la CC más afín al peronismo cambiaría su posición inexorablemente, como Lousteau y Carrió, con lo que en vez de tratarse de un fin de ciclo peronista se configuraría un renacer del movimiento, apoyado por más legisladores transfugados o colaboracionistas, lo que garantizaría la mediocridad eterna y el retorno a lo que en teoría se repudia y hace enojar a los votantes.

Una historia repetida, como se recordará. Pierden pero siguen en el poder, como lo demostrara Cristina Kirchner en sus derrotas pasadas. Eso implicaría que el gobierno del ganador del balotaje, en este supuesto Milei, tendría los mismos condicionamientos que Macri en 2015, con resultados similares o peores.

Milei no será consagrado presidente el domingo. Bullrich sólo puede aspirar a ser segunda

La Libertad Avanza no podrá consagrar presidente a su candidato el domingo, pese a las amistosas facilidades que ofrece la Constitución Argentina convenientemente amañada entre Alfonsín y Menem. Ni obtendrá el 40% de los votos con 10% de diferencia sobre su inmediato seguidor, ni obtendrá el 45% de los votos válidos emitidos. (Dos límites gatillo poco serios en un país que declama ser democrático)

Bullrich sólo puede aspirar como supuesto de máxima a ser segunda y luego jugarse su futuro a que los votantes peronistas le den su preferencia en el voto en segunda vuelta. Massa tiene aún cuatro días para seguir rifando el futuro del país para coimear al electorado mesmerizado que lo sigue sumisamente a pesar de cualquier daño que le inflija.

¿Qué le convendría a Argentina? Descontado el triunfo de Milei en primera y segunda vuelta, un segundo puesto de Bullrich este domingo la ayudaría a mantener los principios que la han traído hasta aquí, y preservar su autoridad y su hegemonía sobre el importante sector de su alianza que es confesamente peronista (o peor, Massista). Eso resucitaría la idea de Macri, de encontrar bases de acuerdo para una colaboración en la gestión entre LLA y JxC, tanto por el voto de los legisladores, como por la gestión, ya que las tropas de la candidata tienen valiosos y experimentados gestores probados, de los que carece el libertario, rodeado hasta ahora de una ensalada mixta de personajes flexibles. Hasta el mismísimo plan de JxC tiene muchos aspectos dignos de considerar, algo más terrenales que los de El León.

El berrinche de Milei, un obstáculo para negociar con JxC

Claro, para que semejante alianza ocurriera, haría falta superar el berrinche de Milei con Bullrich por quién sabe qué encono estúpido inculcado también por quién sabe quién, que no debiera ser relevante en personas adultas. O sea, luego de todo el proceso electoral, también será imprescindible la madurez, aunque fuera a fomentos, de Javier Milei.

Nada es fácil en la patria de Sarmiento, Alberdi, Mitre y Roca. La disyuntiva del domingo, que hay derecho a dudar si será comprendida por la ciudadanía, es elegir entre la letra de su Himno: “sean eternos los laureles que supimos conseguir” y su versión pedestre del gran Edmundo Rivero en su tango Bronca: “es la hora del afano, sírvanse que son pasteles, y así queman los laureles que supimos conseguir”

 Sepa el pueblo votar. Ya en tren de esperar milagros.