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Contraviento

El vicepresidente que fue mucho más

3 diciembre, 2023

 

A propósito del Libro “El Presidente que no fue” de Graziano Pascale

“Si no quieres perderte en el olvido tan pronto estés muerto, escribe cosas dignas de leerse, o haz cosas dignas de escribirse” Benjamín Franklin

 

“La política es la continuación de la guerra por otros medios” Von Clausewitz

 

La archisabida cita del prusiano viene a cuento porque el reciente trabajo histórico-periodístico de Graziano Pascale, editado con el sugerente título de “El Presidente que no fue” va al rescate de una figura política central de los terribles años sesenta y setenta del pasado siglo, a menudo olvidada, pero que tuvo un rol protagónico en esa larga década y media del Uruguay, donde guerra y política buscaban anularse mutuamente.

El libro en su contexto

Tras un breve pero conceptuoso prólogo del presidente Sanguinetti, Pascale traza un oportuno paisaje histórico del Uruguay que recibió al páter familias Sapelli desde Italia, para fundar una familia que habría de echar amplias raíces en nuestra tierra, justo cuando el país crecía al influjo de esos inmigrantes ávidos de labrarse un futuro que el viejo continente les negaba.

Ello ayuda, para quien no vivió esos años o no los recuerda, a hacerse del contexto en el que el casi ingeniero Jorge Sapelli decide ingresar a la política, tan cuestionada entonces -como ahora- como alternativa al virtual estado de guerra interno (no declarado aún) que imperaba en el país, y que en unos tres años, -luego de haber sido un exitoso Ministro de Trabajo, con el peor contexto imaginable- le llevó a convertirse en vicepresidente constitucional en la última elección abierta realizada en 1971, previa al Golpe de Estado.

Lo que la cita de Von Clausewitz no dice, y debiera, es que, tras la guerra, cuando es la política la que impera, hay otra guerra, más sutil, soterrada, insidiosa las más de las veces, que se desarrolla a lo largo de los años. Esa guerra es la de la memoria, el relato que constituirá la historia escrita, que se constituye en tal por lo que rescata y escribe, pero también por lo que ignora y olvida. Por eso la otra cita del acápite, asignada a Franklin, que como modo de escapar del olvido recomienda escribir cosas dignas de leerse, o hacer cosas dignas de escribirse.

La vida, y lo que de ella hizo Jorge Sapelli, especialmente en esos años en los que se encontró en medio de la escena y siendo objeto de las máximas presiones y bajo el peso de su republicana responsabilidad, cae justo en la categoría de los que hacen cosas dignas de ser escritas. Que es lo que Pascale hace en el libro reseñado.

A modo de conclusión

 

La obra, breve, concisa -al lector de largo aliento que soy se le permitirá pensar que lo breve, si bueno, dos veces breve- que se lee con el placer del que abre una ventana y se asoma a un paisaje que le resulta familiar, pero al que no ha vuelto desde hace mucho tiempo.

Tiene el valor, no menor, de rescatar -en todas sus dimensiones, humana, profesional, empresarial, política- a quien se plantó firme, mayestático diría, ante el empuje autoritario que amenazaba con arrasar, y arrasó, con las instituciones que Sapelli había jurado defender, y defendió hasta el último día, sin flaquezas ni renuncios, lejos de los cantos de sirena de los Flautistas de Hammelin que prometían deshacerse de las ratas sin mostrar sus ratoniles colas.

Es en situaciones excepcionales, y vaya si 1973 lo era, que los hombres suelen mostrar lo mejor y lo peor de sí. En el caso de Jorge Sapelli, lo mejor, porque defender los valores republicanos bajo el ruido de sables es para seres de excepción, es decir, excepcionales.

Posee, por fin, otro valor histórico que, junto con el homenaje que no hace mucho tiempo se rindiera al Contralmirante Juan José Zorrilla. Este desde la Marina y su “cerco a la Ciudad Vieja” -como Sapelli desde el Parlamento amenazado-  puso toda la carne en el asador para la defensa de la institucionalidad, y , sin embargo, en plena fiesta de reescritura de la historia, había sido convenientemente olvidado. Es que, Zorrilla como Sapelli, eran figuras notorias del Partido Colorado, y admitir que hubo resistencia por parte de buena parte de los dirigentes de los partidos fundacionales, vendría a poner en duda el relato ya oficial de que la dictadura blanqui-colorada-militar fue enfrentada solamente y por toda la izquierda.

Por lo dicho, y por lo que el atento lector sabrá descubrir y disfrutar, es una lectura que recomiendo vivamente.