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Contraviento

Nuestra Zona de Interés

11 marzo, 2024

“Estoy tan hundido en sangre que, aunque no quisiera avanzar más, volver sería tan duro como continuar” William Shakespeare (Macbeth)

Oscar en «La zona de interés»

Es casi seguro que, a partir de hoy y durante un tiempo, tal vez no demasiado porque en este mundo de lo fugaz todo pasa rápido, escuchemos hablar, discutir y repetir discursos en torno a “La zona de interés”, bien que, a mi juicio, no por las mejores razones.

A pesar de que la Fiesta Anual del Universo Woke, que otrora se conoció como “La Gala de los Oscars” en Los Ángeles, haya caído en una suerte de parodia de sí misma y no muchos aciertan a tomársela en serio, seguro se hablará. Es que, finalmente a la película británica, basada en la Novela del fallecido autor inglés Martin Amis, se le otorgó el Premio en la categoría Mejor Película Internacional, siendo por tanto la que asume el papel de verdugo de las ilusiones uruguayas e hispanoparlantes de ver a “La Sociedad de la Nieve” como ganadora.

Y de la Novela, qué?

Pero, no es de la película, que cada uno juzgará cuando la haya visto si es que lo hace, sino de la novela de Amis de 2014, publicada al año siguiente en idioma español en Uruguay de la que la columna pretende hablar.

Amis es autor de una veintena de títulos, que van desde su celebrada primera novela El Libro de Rachel publicada siendo un reciente veinteañero, pasando por su exitosísima novela Dinero, obras revulsivas y rupturistas, que le convirtieron en el énfant terrible de la generación post 68 y centro de cuantas polémicas pudieran suscitarse en el mundo intelectual británico que compartió con los ilustres Ian McEwan, Kazuo Ishiguro, Salman Rushdie, Julian Barnes y Hanif Kureishi, falleció el pasado año a los 73 años de edad.

Siendo hijo del prócer intelectual que fue Kingsley Amis, multifacético y controvertido como pocos en los turbulentos tiempos que le tocó vivir, la cuestión del Holocausto no podía estar ajena a su obra y fue, de manera indirecta, en La flecha del tiempo donde por primera vez se refirió a la, todavía, candente “cuestión judía”.

Sin embargo, es en La zona de interés que, cuatro décadas después aborda el fenómeno nazi, la cuestión judía y la solución final, pero lo hace, muy en su estilo, desde un ángulo completamente diferente y, si se quiere, provocador: desde la perspectiva de los verdugos y su realidad (o irrealidad) paralela, de lujo y sofisticación, que solamente se ve -y siente- perturbada por el inmundo olor que, cada tanto, desprenden las chimeneas al otro lado de la alambrada. El horror del genocidio, a fuerza de no mostrarlo, es una ominosa presencia/ausencia, al que le pone rostro el Sonderkommand Szmul, el único judío que es, obviamente, colaboracionista.

En contexto

A pesar de la polémica que tal enfoque desató -o quizás, gracias a ella- la novela tuvo un gran éxito, considerándose desde entonces una de sus grandes obras. En ese sentido “La zona de Interés” guarda puntos en común con la obra de John Boyne, de 2006, “El niño con el pijama de rayas” en la que, también, la perspectiva principal está centrada en la mirada de un niño alemán, hijo del comandante del campo.

Contra la dura posición crítica de las asociaciones judías, ambas novelas llevadas al cine constituyen encomiables esfuerzos y aportes a la tarea no menor de tratar de entender el origen y razón de la barbarie, no para perdonar ni olvidar, mucho menos justificarla, sino porque del entendimiento de la banalización del mal puede surgir la única vacuna capaz de evitar que vuelva a suceder.

Tras la premiación de la película, seguramente vendrá el éxito en las taquillas, y a él, un renacer de la novela, cuya lectura este columnista no duda en recomendar, a ser posible antes la lectura que la película que luego condiciona al lector.

Este premio es también una revancha póstuma de Amis, a quien el cine había maltratado bastante, y constituye a su modo, muy menor, también un triunfo uruguayo porque Amis supo vivir, a principios de siglo, por casi tres años junto a su esposa argentina, en José Ignacio, aunque los uruguayos -muy a nuestro estilo- lo dejamos pasar casi desapercibido.

La zona de interés y la frivolidad del mal

 

En momentos donde la barbarie nazi se viste con otros colores, y otros uniformes, opera a cara tapada y aúlla en otro idioma haciendo gala de un excelso dominio de la postverdad orwelliana, es un sano ejercicio entender cómo la maldad absoluta suele esconderse detrás de la más absoluta y aparente normalidad.

Las escenas de lujo y frivolidad que muestra La zona de interés representativas de la impudicia del poder y la impunidad, hoy pueden volver a verse en las costas orientales del Mediterráneo, mientras las masas alienadas corean genocidios.

Leamos y veamos: la verdad no está tan lejos. Basta con quitarse los velos mentales que nos han puesto las décadas de obscena propaganda nazi.