Saltar al contenido
Contraviento

Cubanos en Uruguay: la solidaridad debe expresarse con hechos, no con palabras

1 abril, 2024

Por Graziano Pascale

Fuera de toda duda razonable, existen muchos más partidarios de la dictadura cubana –  dispuestos incluso a defenderla públicamente- entre ciudadanos naturales uruguayos, con cédula de identidad y credencial cívica en regla, que entre los miles de cubanos que desde hace años residen y trabajan en Uruguay, en situación aún irregular.

Si la razón para poner trabas legales y obstáculos burocráticos a esos cubanos que buscan legalizar su residencia en el país se basa en la sospechas de que pueden ser «agentes infiltrados de la dictadura para desestabilizar a Uruguay», o que una vez obtenida su credencial van a votar al Frente Amplio (partido que alberga a la mayor cantidad de adictos a la dictadura cubana), bien podría eliminarse de inmediato la exigencia de visa para el ingreso al país de quienes huyen de aquella tiranía.

Pero si la razón que explica este inadmisible «purgatorio» burocrático para quienes huyen del infierno comunista es otra, debería explicarse claramente. Así como están las cosas. no resulta entendible, y la incógnita se agranda aún más cuando se toma nota de que el gobierno uruguayo no está dirigido por partidarios de la dictadura castrista.

En los últimos días las redes sociales -no así los otros medios de comunicación- se han hecho eco de decenas de testimonios de cubanos residentes en Uruguay, que han explicado con lujo de detalles el «vía crucis» (nada más apropiado que haberlo hecho durante la Semana Santa)  que enfrentan para obtener su residencia legal en Uruguay, país que los ha recibido en algunos casos hace más de tres y cuatro años, y que aún no ha resuelto los trámites para que puedan establecerse legalmente con sus familias, e integrarse de pleno derecho a la sociedad uruguaya.

Para entenderlo fácilmente: el origen de este drama que angustia a miles de cubanos -y a sus hijos ya nacidos en Uruguay- nace de la exigencia de visa para ingresar al país. Este trámite se debe realizar en el consulado uruguayo de La Habana, pero la altísima demanda ha determinado que las solicitudes se acumulen hasta por dos años, desbordando por completo  la estructura burocrática de aquella oficina.

El colapso del régimen, que se traduce en la escasez endémica de alimentos y en cortes generalizados en el suministro de energía eléctrica, que entre otras cosas provoca que se echen a perder los pocos alimentos que se consiguen, ha aumentado en forma exponencial la solicitud de visas por parte de cubanos que buscan sobrevivir y ofrecer un destino mejor para sus hijos. Ante ese estado de cosas, quienes están decididos a emigrar -una decisión que el régimen no impide, ya que contribuye en los hechos a aliviar la demanda insatisfecha de alimentos y de energía eléctrica- terminan optando por la salida más riesgosa, y también la más costosa en términos económicos.

En efecto: salen de Cuba vía Guyana, que no exige visado, y luego atraviesan como pueden todo el territorio brasileño hasta llegar a la frontera con Uruguay. Por carecer de visa, su ingreso al país sólo puede autorizarse como refugiados o asilados políticos, lo que permite obtener documentos de validez temporaria hasta legalizar su situación definitiva. Esa es la práctica que se utiliza, pero una vez en territorio uruguayo quedan en un limbo burocrático, que en algunos casos los obliga a volver a Brasil y solicitar nuevamente su ingreso, lo cual no hace otra cosa que dejar al desnudo el carácter absurdo del marco normativo que se aplica en estos casos.

La situación explicada por cubanos en Uruguay

Los usuaria de la red social X (ex Twitter) @dianainwndrland, profesora de inglés y alemán que reside y trabaja en el departamento de Maldonado, y @yucayo (Carlos Abel Olivera), ejecutivo de una empresa pesquera local,  explicaron en una serie de posteos la situación que padecen  miles de sus compatriotas. Una vez en la frontera, y sin la visa, ingresan como refugiados con una cédula transitoria, pero como el trámite para acceder al status de «refugiado» se eterniza, deben salir del país para volver a entrar, pero una vez en Brasil los consulados uruguayos en ese país le niegan la visa. Esos cubanos que deambulan en el limbo burocrático ya residían en Uruguay, con cédula expedida por la Dirección Nacional de Identificación Civil, y medios de subsistencia probados, incluso como aportantes al BPS.

«Ahora están desesperados porque se ven ante una situación de irregularidad totalmente innecesaria pues las cédulas temporarias que les dan (según me comentan) ya no se las renuevan. Muchas familias, inclusive con niños pequeños ya totalmente insertados en el sistema educativo y la sociedad. Es una locura», escribió @yucayo. Su posteo fue respondido por @miguel_cubUY, quien agregó que «muchos estamos aportando al BPS desde el día 1 que empezamos a trabajar y tenemos afiliaciones a mutualistas que dependen de FONASA, y todo eso depende de esa cédula que se vence y no tiene reemplazo». La usuaria @dianainwndrland apuntó que «yo estoy en la misma situación, luego de tener que esperar meses para obtener la visa de Brasil, que era uno de los requisitos para solicitar la visa uruguaya en consulado fronterizo, finalmente obtuve la visa de Brasil, la tengo estampada y vigente, y aún así no me dan la otra».

La rica tradición uruguaya de abrir sus puertas a emigrantes que llegan en busca de refugio o de una oportunidad para rehacer sus vidas -más que «tradición» es la historia misma de este gran país que es el Uruguay- se derrumba por completo ante el drama que están haciendo vivir a miles de cubanos, cuyo único «delito» parece ser el de huir del infierno de la dictadura comunista de Cuba.

Ya es hora de expresar esa solidaridad con los perseguidos y los refugiados  en los hechos, no sólo en las palabras. Y en este caso es muy simple: eliminar la visa como requisito de ingreso al país para las personas procedentes de Cuba.

Como detalle a tener en cuenta:  estas personas llegadas de Cuba no estaban en la cárcel acusadas de delitos terroristas, como ocurrió como con el fallido intercambio de presos de Guantánamo por naranjas que el gobierno de Mujica pactó con el de Obama.