Con el alma aferrada a un modelo inviable que nunca existió
El cierre (¿definitivo?) de la planta de FNC en Minas es un buen ejemplo de economía pensada con los pies. O de voluntarismo. O de negación de la acción humana, como se prefiera. Quizás sea mejor reproducir los argumentos que dos sectores supuestamente opuestos o enfrentados han hecho públicos en estos días. Uno es el de la Cámara de Industrias, que ha declarado contundente, clara y confusamente que: «alerta desde hace muchos años acerca de los problemas que la falta de competitividad creciente y constante, generan en nuestras industrias. Recientemente hemos elaborado un documento para los precandidatos a la presidencia de la República, donde concentramos en seis vectores los problemas que atraviesa el sector. El primero de ellos y sin lugar a duda el de más urgente solución es el de la competitividad perdida». (?)
No hay muchas dudas de que la competitividad es un factor clave para el éxito empresario, o para la supervivencia. El punto es la incongruencia de que se reclame permanentemente al estado que “haga algo” para mejorarla o impulsarla, cuando en realidad, no es cuestión de lo que el estado debe hacer, sino de lo que no debe hacer.
Nada más anticompetitivo que el impuesto
En primer lugar, no debe castigar y cargar con impuestos la actividad privada, porque ese recurso es la base misma de la pérdida de competitividad. Tampoco debe escuchar los reclamos proteccionistas que, bajo el concepto de arropar el trabajo y la industria local, distorsionan el libre comercio, la importación, la competencia.
Hay también una cierta incoherencia en vocear la necesidad de competitividad y al mismo tiempo pretender impedir la importación, bajo el pretexto de que hay una escala de producción que desfavorece a la industria local. Al menos, si para orientar la economía se pretenden utilizar principios económicos, no dialécticos. La competencia es esencial a la competitividad en el sistema capitalista, al menos.
FNC no fue menos, como se puede leer en este comunicado: “ Fábricas Nacionales de. Cervezas comunicó al sindicato de la bebida el cierre de la planta de cerveza ubicada en Minas. La decisión fue tomada por los altos costos que tiene para producir en Uruguay y ante la llegada de cerveza importada de países limítrofes a bajo costo”.
No hay competividad sin competencia, extranjera también
El sueño de tener al mismo tiempo producción local, empleo con sueldos y costos laborales por encima de lo posible, impuestos para que disfrute el estado, barreras aduaneras y no aduaneras para impedir la entrada de la competencia, al mismo tiempo clamar por competitividad, y “advertir”al estado de que se puede estar peor para que se torne aún más proteccionista, suele ser efímero. Es cierto que bastante cómodo. Por un tiempo.
El sindicato de la cerveza ya había hecho tronar su posición teórica señera en su particular interpretación económica: “Una planta argentina con capacidad ociosa es un peligro para nosotros”.Ó “La Federación de Empleados de la Bebida planteó en el Parlamento su preocupación por la invasión de cerveza importada y el temor de que AmBev piense en sustituir producción nacional en Uruguay”.
Por supuesto que se trata en todos los casos de forzadas concepciones seudoeconómicas que no tienen ni respeto ni cuidado alguno por el consumidor, dueño de todos los procesos sociológicos que se denominan “el mercado”, expresión de libertad que tanto molesta a tantos.
La cacareada libertad que se supone es abrazada por toda la población con unción, cede ante el proteccionismo y la planificación central, como advirtiera Hayek. ¿Cuánto puede durar esa dualidad?: hasta la primera crisis o movimiento cambiario. Todo proteccionismo obliga a la prohibición, (o sea, conculca la libertad) Preguntar por el cepo en Argentina, en caso de que se requirieran ejemplos)
El tipo de cambio «barato»
La columna ha expresado su opinión varias veces sobre el tipo de cambio barato que hace ganar elecciones demagógicas pero perder inversión y empleo. Quienes ahora “advierten” sobre el problema al gobierno implícitamente esperan que el gobierno haga algo para hacer subir el tipo de cambio, lo que supuestamente mejorará mágicamente la competitividad.
Prefieren ignorar que están pidiendo menos libertad, menos competencia, más proteccionismo e intervencionismo y más privilegios para algunos pocos. También ignoran que la única solución disponible para mejorar el tipo de cambio es importar más, no menos. Por supuesto, siempre se puede abogar y hacer lobby por lo que a cada uno le conviene. A cierto precio (sic). Es más difícil eludir los efectos de lo que se pide.
No faltarán amagues de reflotar lo insalvable, como intentara en situaciones similares el expresidente Mujica, abogado, patrón y culpable de causas perdidas a altos costos para el contribuyente y el consumidor.
En cuanto al Sindicato, “sorprendido” por la medida, tras abogar por una jornada laboral reducida en la planta y por salarios escandalosamente fuera de mercado, analiza convocar a una huelga general en caso de que el tema no se solucione. Eso seguramente resolverá el caso, ¿verdad? Nada mejor que este comunicado para ayudar a comprender el pensamiento único que parece imperar en la sociedad oriental.