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Contraviento

¡No te mueras nunca, Álvaro!

2 julio, 2024

Tratando de leer el complejo tarot de las internas

 

Una acrisolada ignorancia de la historia y la prosapia política orientales, cuyo conocimiento luce imprescindible para entender los procesos electorales, hizo que este columnista se abstuviera de participar en la “penca” organizada por Contraviento. Eso no sólo le impidió competir por el importante premio en juego, sino que le evitó tener que estar en este momento calculando los logaritmos neperianos de los resultados o aplicando la ecuación diferencial de Bernoulli para tratar de proclamarse ganador del concurso.

Un poco más seriamente, el escaso número de votantes hace difícil cualquier clase de proyección, ya de por sí de relativo valor cuando se trata de extrapolar los resultados de elecciones partidarias de ejercicio voluntario con los posibles resultados de una elección nacional obligatoria.

Por eso la celebración del Frente por sus más de 400,000 votos y el haber ganado el primer puesto en las internas, en su particular comparación, no quiere decir demasiado, porque no se trata del Tour de Francia, sino de una compulsa donde los adeptos de cada partido pueden comportarse de modo diferente, sin que su afluencia a las urnas tenga necesariamente un significado futbolero.

Lo mismo vale exactamente para quienes comparan los votos del FA con los votos de la Coalición y sostienen que en definitiva la Multicolor obtuvo la misma diferencia en sufragios a su favor que la de las elecciones de 2019.  Dos comparaciones que sólo sirven para que cada uno se sienta ganador, o al menos lo exhiba de ese modo.

No olvidar a los indecisos o independientes

El ejemplo argentino de las PASO o internas, la primera vuelta y el balotaje con sus insólitos cambios en 2023, aun salvando las distancias, muestra la inutilidad y falibilidad de predecir resultados frente a las insondables decisiones ciudadanas, lo que llama a mostrar una cierta modestia a los pronosticadores con cualquier sistema o análisis.

Esa diferente idiosincrasia entre los partidarios de cada agrupación es la que también obliga a esperar para poder determinar si es cierto que el Partido Nacional ha perdido tantos votos o si el Partido Colorado tiende a la desaparición o si Cabildo Abierto fue un espejismo que duró sólo una elección.

Sí en cambio parecen cobrar más importancia los independientes, indecisos o como quiera llamárseles. Eso hizo moderar el leído y anodino discurso de Orsi, que eludió referirse a los tópicos que forman parte del programa ideológico y político de su alianza, como el tema del aumento de impuestos y del prometido ataque a los ahorros y las tenencias de capital, que no sólo podría espantar al relativamente pequeño sector de no embanderados que puede definir la elección frente a diferencias tan estrechas como se sigue evidenciando existen, sino también la inversión y el empleo.

¿Un acto de fe o un lance audaz?

También el discurso de Delgado mostró parecida preocupación. Más allá de su evidente necesidad de tomar algún curso rápido de oratoria, pese a haberlo ensayado dos veces en la misma noche. Y a su necesidad de repetir tres veces cada frase de comienzo de párrafo, una suerte de muletilla poco inspiradora y poco impactante.

Mientras la no elección de Laura Raffo luce merecida, la de Valeria Ripoll parece un arriesgado lance, más que “un acto de fe” como lo definió el candidato único del Partido Nacional. Pero seguramente él y su partido estaban pensando mucho más que en su propia interna, en captar la voluntad de ese mismo grupo de indecisos, independientes o indefinidos. Claro que todo acto de fe supone un milagro futuro, podría refutarse.

Está claro que en la veloz decisión blanca pesó más la necesidad de ampliar su base electoral que la “bronca” que podía generar en su propia tropa la designación de una candidata que representa lo peor que tiene Montevideo, que es su gestión municipal, ante la posibilidad de tener una vice progre, combativa y aguerrida que pueda agregarle los volátiles votos de esa tercera fuerza no comprometida ni rotulada.

¿Por qué creen que armar la fórmula de apuro es una ventaja?

Lo que lleva a hacer otra reflexión. Si la elección de vicepresidente tiene tal importancia, ¿por qué obligarse a tomar la decisión de completar la fórmula de apuro la misma noche de las elecciones internas, donde hay tanta emoción, agotamiento, entusiasmo, desaliento, exaltación y nerviosismo?

Tampoco debe olvidarse que finalmente los dos sectores en real pugna son alianzas. Eso significa que en el próximo paso deben mirar hacia adentro, antes que hacia afuera, en un lapso bastante corto, antes del embate final por el poder, no sólo por el poder ejecutivo, sino por el legislativo, habrá que recordar.

Los partidos de la Coalición deberán adecuar sus expectativas y demandas internas a los resultados de ayer, al menos en lo programático y en su plataforma electoral, lo que es siempre complejo pero no tan difícil, porque tienen poco que explicar al ciudadano al haber hecho explícita su vocación de continuar con la línea del actual gobierno.

Ahora vienen las verdaderas internas

El Frente tiene una tarea más dura. Además de ponerse de acuerdo, o en desacuerdo, con relación al plebiscito sobre el sistema previsional o sobre las reformas que quiere promover en su defecto, deberá poder aunar criterios para explicarle a la sociedad sus proyectos impositivos y fiscales, que, de ser los que se ha venido sosteniendo, se chocan frontalmente con la promesa de Orsi de promover el crecimiento, casi un imposible sin bajar la carga impositiva vía el gasto. Lo mismo ocurre con el garantismo y abolicionismo que la misma Cosse ha pregonado como una bandera imposible de arriar pero que suena como un acto de insania frente al auge de la delincuencia común y de la droga.

Ambas alianzas pueden contar, con una cierta certeza, con el apoyo de sus incondicionales, pero la suerte de la elección presidencial continuará dependiendo de 200.000 votantes que esperan a ser convencidos.

La Coalición tiene su otro carma, que al mismo tiempo puede ser su carta de triunfo: Valeria Ripoll. Si bien puede aportar una parte de esos votos fluctuantes que estén en el margen izquierdo, habrá quienes tomen en serio el título de esta nota: quien ocupe la vicepresidencia reemplaza al presidente en caso de incapacidad o muerte. Quienes voten por la Coalición podrían estar eligiendo a una eventual presidente con ideas totalmente opuestas a las que han “defendido desde los 16 años”, como pregona su candidato único. Por eso,  ¡Larga vida a Delgado! God save Álvaro, diría un británico. O un Coalicionista.