Silvio Moreira
En un luminoso y fresco claro del bosque, el Gusano Bicéfalo estaba detenido -probablemente meditando-, cuando bien cerca de él aterrizó el Somorgujo Garronero. Inmediatamente le preguntó:
-¿Qué está haciendo ahí detenido, cuasi petrificado, exponiéndose gratuitamente a todo tipo de depredadores del bosque, estimado amigo don Gusano Bicéfalo?
-Estoy nervioso. Se va acercando el fin del año y me doy cuenta que estoy tenso, distintas fuerzas operan en mí. Ya me han dicho varios bichos amigos que contesto mal…
-¿Y qué tipo de problema de índole intrínseca y filosófica lo tiene mal? Preguntó curioso el Somorgujo Garronero.
-Vea, es largo de explicar, pero todo se puede sintetizar en que no sé para dónde ir. Un lado mío quiere ir hacia allá –e indicó el luminoso amanecer colectivo del socialismo- y el otro quiere ir exactamente en dirección opuesta, dijo mirando esta vez al estrellado cielo nocturno del libre mercado.
–Pero querido amigo… ¡No te quejes! ¡Es que esa es tu esencia progresista! –replicó tajante el Somorgujo Garronero-. Es tu culpa por tener, precisamente, dos cabezas y cada una de ellas tener intenciones y deseos que se oponen. Jamás los podrás aunar, ya que deberías conformar para ello una coalición contigo mismo, por cierto muy inestable y poco duradera. Pero si tu destino -como acabamos de comprobar-, es dudar, el mío es ayudar: con mi pico te cortaré al medio, y cada una de tus partes proseguirá feliz hacia el destino que ha elegido.
-¡Si haces eso, moriré…! –exclamó el Gusano Bicéfalo-, pero ya era tarde: el Somorgujo Garronero lo había separado en dos mitades equitativas de un certero picotazo.
Cada una de las dos partes en que fue dividido el Gusano Bicéfalo tuvo, todavía, unos instantes de conciencia (el sistema nervioso de los gusanos bicéfalos es bastante primitivo) y escuchó como el Somorgujo Garronero mascullaba mientras se preparaba para darse un festín:
-¡Upa! ¡Se murió! Bueeee… Que se joda por hacerse el hombre nuevo. Es que, si vamos al asunto de fondo, si sos y te comportás como un gusano, no hay coalición que te salve.